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Monthly Archives:enero 2018

2 Ene

Otro libro

Acabo de leer “Origen”, el último libro de “Dan Brown”, con eso completé la colección de ese escritor. Comencé con “El código Da Vinci”, después “Ángeles y demonios”, luego “El símbolo perdido” e “Infierno”. Todos más o menos por el mismo estilo. Este último me mantuvo en suspenso hasta la pagina 550, después la encontré pesada, porque ya se resolvió el misterio y todo lo demás ya estaba de yapa.

 

“Origen”, es un libro que desde el principio fue en contra de mis creencias, su fundamentación filosófica y científica chocaba con mi forma de ser y de pensar y dentro de las frases que tienen el libro, hubo una casi al final, que me dio la razón y me aclaro mucho de lo que expresa Dan Brown: ¡Oh por favor! No puedo creer que el mismo Dios que nos dotó de juicio, razón e intelecto… ¿…quiera privarnos de su uso? Esto yo también lo escribí en uno de los libros que escribí, para mostrar que los hombres tenemos inteligencia, como para leer de una forma diferente lo que está escrito en nuestros libros religiosos. Por ejemplo, los seis días de la creación o la hechura de Adán y Eva, pero hechos como esos hay a montones, que difieren con lo que dice la ciencia, la arqueología que nos asigna más de 200 millones de años de la creación y Darwin con la Evolución. La ciencia y la religión pretenden contar la historia en dos lenguajes distintos.

 

Lo interesante de este libro es que uno puede aprender mucho, si tiene la facilidad de estar próximo a un diccionario o un Ipat con acceso a Google. He aprendido muchos términos como: Technium – El séptimo reino –Entropía –Urizen – Nihilismo. Y los nombres de algunas celebridades como: Jeremy England – William Blake – Nietzsche – Miller y Urey, los mismos que se los dejo como tarea, para que ustedes los busquen.

 

También anoté algunas frases que pertenecen al autor y otros personajes, que transcribo a continuación para compartir con ustedes lo que me resultó interesante

 

El precio de la grandeza es la responsabilidad (Winston Churchill)

Siempre había considerado la religión como una forma de engaño masivo y como científico me resultaba difícil aceptar el hecho.

Hamil al-Ghazali considerado un musulmán influyente en la historia escribió una serie de persuasivos textos cuestionando la lógica de Platón

No ofrezcas resistencia a la maldad. Cuando alguien te abofetee la mejilla derecha, ofrécele la otra.  (La Biblia)

¿Tienes enemigos? Bien. ¡Eso significa que has defendido algo!

Dios ha muerto, Dios sigue muerte. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo vamos a consolarnos, asesinos de todos los asesinos?

¿No es excesiva para nosotros la grandes de este acto? ¿Tendremos que convertirnos en dioses para estar a su altura?

El éxito es la capacidad de seguir adelante, de fracaso en fracaso, sin perder el entusiasmo (Winston Churchill)

“Tweening” Es el programa de computación que permite elaborar dibujos animados en base a (jalones) puntos intermedios que marcan una dirección.

Ojalá nuestra tecnología nunca deje atrás nuestra filosofía. Y que el motor del cambio no sea el miedo, sino el amor.

Aquellos que no recuerden el pasado están condenados a repetirlo.

 

También aprendí un truco para desbloquear teléfonos, el mismo que está en la página 368, pero todavía no hice la prueba.

 

Para finalizar, en mi opinión es una novela que vale la pena leerla, antes de que salga la película.

 

Miguel Aramayo

SCZ. 02-01-2017 Cumpleaños de Chica.

 

2 Ene

Un pedacito

Un pedacito no es nada y un poquito puede ser mucho.

Un pedacito de pan puede parecer nada

Un poquito de amor puede aparentar mucho

Un pedacito de cielo quisiera darte y eso sería nada

Un poquito de mis sentimientos te parecerían el cielo

Un pedacito de tu amor sería una abundancia en mi

Un poquito de ese pedacito llenaría mi corazón

Un pedacito de ese poquito amor me haría feliz

Un poquito de tus pensamientos me alegraría

Un pedacito de un beso seria la gloria para mi

Me conformo con un pedacito de sentimientos

Me conformo con un poquito de tu amor

 

Miguel Aramayo

SCZ.27-12-2017

 

2 Ene

El paso del tiempo

Algo que he notado es que cuando las personas tienen menos años, cuando inician su vida laboral, están llenas de esperanzas y aparentemente este hecho hace que posean mayor energía, más paciencia y una gran fe en el porvenir.

 

Cuando las personas llegan a los últimos años de vida útil laborable, la esperanza casi está agotada, desde luego que la energía prácticamente se consumió, la paciencia aparentemente está en su límite y la fe ya tiene muy corto alcance.

 

No es que hoy me hubiera despertado pesimista, creo que no es eso, al contrario, creo que estoy más objetivo, más realista. No tiene nada de malo ver las cosas como son, después de todo el paso de los años lo que da con mayor seguridad es una forma mucho más clara de razonar, porque uno lo hace con la quietud que dan los años vividos, por la pérdida de energía, de fuerza bruta, que son las características primordiales de la juventud. Con el paso del tiempo todo eso fue reemplazado por una calma que tiene en su contra la falta de paciencia. Uno se transforma en un viejo caduco y gruñón. Pero nadie se detiene a pensar que, si los mayores adoptamos esa posición, es porque recordamos el dinamismo y la predisposición para encarar las tareas propias de la actividad.

 

Los mayores vemos la actitud de los que nos siguen y pensamos que nosotros éramos mucho más responsables, mucho más dinámicos. Quizá puede ser que tengamos razón o talvez estemos equivocados, pero lo único que en realidad está sucediendo es que ya tenemos muchos años y deberíamos salir de circulación y sólo deberíamos ser consultados para aportar con nuestra experiencia, que ya eso no requiere ni de dinamismo, ni de juventud, ni de paciencia. Al contrario, para aportar nuestra experiencia lo que requerimos es calma, es tranquilidad.

 

Creo que la mejor forma en que podemos seguir aportando a la sociedad, no refunfuñando, ni mostrándonos aburridos, debemos tener calma para ver las cosas y concentrarnos en la realidad, dejando a los que nos siguen que asuman las riendas de la situación y nosotros colaborar con nuestras sugerencias, cuando nos consulten en forma verbal, pero deberíamos hacer lo posible de dejar por escrito lo que consideramos que los demás deben saber.

 

Dejar las cosas por escrito no quiere decir que debamos escribir manuales de funciones y procedimientos, ¡no…!, porque ya no tenemos capacidad ni siquiera para eso. Lo que deberíamos dejar son escritos, como el presente, donde podamos transmitir a los demás lo que nos sucede en la realidad y exteriorizar nuestros sentimientos, temores, amores, anécdotas; que puedan mostrar a los que nos siguen, cuál fue nuestra realidad y ayudarlos a pensar para tomar decisiones que ayuden al progreso de ellos, de nuestras familias, de nuestras empresas y de nuestra sociedad.

 

Hay dos refranes que he tenido muy en cuenta durante toda mi vida y creo que tienen mucho valor, no sólo para mí, sino para todos los que me siguen. Esos refranes, uno dice: “La letra entra con sangre”. El otro dice: “Nadie aprende en cabeza ajena”. El primero muestra que los errores, los fracasos son la mejor escuela para poder aprender cómo se deben hacer las cosas. El segundo, enseña que lo que los viejos podamos recomendar a los que nos siguen no es siempre lo mejor, lo mejor es lo que debe hacer cada uno, no lo que aprendieron los demás.

 

Miguel Aramayo

SCZ.27-12-2017

 

2 Ene

El paso del tiempo

Algo que he notado es que cuando las personas tienen menos años, cuando inician su vida laboral, están llenas de esperanzas y aparentemente este hecho hace que posean mayor energía, más paciencia y una gran fe en el porvenir.

 

Cuando las personas llegan a los últimos años de vida útil laborable, la esperanza casi está agotada, desde luego que la energía prácticamente se consumió, la paciencia aparentemente está en su límite y la fe ya tiene muy corto alcance.

 

No es que hoy me hubiera despertado pesimista, creo que no es eso, al contrario, creo que estoy más objetivo, más realista. No tiene nada de malo ver las cosas como son, después de todo el paso de los años lo que da con mayor seguridad es una forma mucho más clara de razonar, porque uno lo hace con la quietud que dan los años vividos, por la pérdida de energía, de fuerza bruta, que son las características primordiales de la juventud. Con el paso del tiempo todo eso fue reemplazado por una calma que tiene en su contra la falta de paciencia. Uno se transforma en un viejo caduco y gruñón. Pero nadie se detiene a pensar que, si los mayores adoptamos esa posición, es porque recordamos el dinamismo y la predisposición para encarar las tareas propias de la actividad.

 

Los mayores vemos la actitud de los que nos siguen y pensamos que nosotros éramos mucho más responsables, mucho más dinámicos. Quizá puede ser que tengamos razón o talvez estemos equivocados, pero lo único que en realidad está sucediendo es que ya tenemos muchos años y deberíamos salir de circulación y sólo deberíamos ser consultados para aportar con nuestra experiencia, que ya eso no requiere ni de dinamismo, ni de juventud, ni de paciencia. Al contrario, para aportar nuestra experiencia lo que requerimos es calma, es tranquilidad.

 

Creo que la mejor forma en que podemos seguir aportando a la sociedad, no refunfuñando, ni mostrándonos aburridos, debemos tener calma para ver las cosas y concentrarnos en la realidad, dejando a los que nos siguen que asuman las riendas de la situación y nosotros colaborar con nuestras sugerencias, cuando nos consulten en forma verbal, pero deberíamos hacer lo posible de dejar por escrito lo que consideramos que los demás deben saber.

 

Dejar las cosas por escrito no quiere decir que debamos escribir manuales de funciones y procedimientos, ¡no…!, porque ya no tenemos capacidad ni siquiera para eso. Lo que deberíamos dejar son escritos, como el presente, donde podamos transmitir a los demás lo que nos sucede en la realidad y exteriorizar nuestros sentimientos, temores, amores, anécdotas; que puedan mostrar a los que nos siguen, cuál fue nuestra realidad y ayudarlos a pensar para tomar decisiones que ayuden al progreso de ellos, de nuestras familias, de nuestras empresas y de nuestra sociedad.

 

Hay dos refranes que he tenido muy en cuenta durante toda mi vida y creo que tienen mucho valor, no sólo para mí, sino para todos los que me siguen. Esos refranes, uno dice: “La letra entra con sangre”. El otro dice: “Nadie aprende en cabeza ajena”. El primero muestra que los errores, los fracasos son la mejor escuela para poder aprender cómo se deben hacer las cosas. El segundo, enseña que lo que los viejos podamos recomendar a los que nos siguen no es siempre lo mejor, lo mejor es lo que debe hacer cada uno, no lo que aprendieron los demás.

 

Miguel Aramayo

SCZ.27-12-2017