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Se desvaneció el ensueño

17 Abr

Se desvaneció el ensueño

Esta es una historia que, aunque tiene mucho de tristeza es muy real. Corresponde a un personaje que siendo de otro lugar, estuvo viviendo en Paris y llegó a compenetrase tanto de esta ciudad, que paseaba por ella como si fuera oriundo de ese lugar, pero al mismo tiempo, era como su cuartel de operaciones. Desde allí planificaba todos sus viajes, era como si ese personaje fuera una nave espacial y su departamento en Paris era la base de lanzamientos.

 

Ese personaje uso Paris como su fuente de ensueños, para que su cerebro divague, creando situaciones y personajes ficticios, sobre todo usando la Ciudad Luz, como punto de partida para todos sus viajes imaginarios, o como punto de encuentro, para desde allí partir a otros lugares de Europa y del mundo, sin ningún límite en sus ficciones. Al mismo tiempo logró disfrutar de su estadía, visitando lugares emblemáticos de la misma ciudad.

 

Dentro de sus ilusiones, también logró crear personajes ficticios, como amigos con los que compartía su estancia en la ciudad, para disfrutar de sitios reales, cuyas coordenadas pueden ser encontradas en los planos de la famosa ciudad. Los personajes son inventados, como el caso de su amiga, con la que comparte con tanta frecuencia, situaciones que acontecen en su departamento, en el aeropuerto Charles de Gol, desde donde ambos parten en viajes imaginarios, a lugares reales.

 

Todos los viajes realizados por ese personaje, que es real, que existe, pero que nunca estuvo allí y que, desde ese lugar, con su amiga imaginaria, partieron por rutas reales a lugares reales, tan reales, como que las descripciones de calles, aeropuertos, puertos, hoteles, museos y sitios turísticos, pueden ser reconocidos por personajes reales, que sí estuvieron realmente en esos lugares, o que pueden ser encontrados en guías turísticas de amplia divulgación.

 

Ese personaje, que con sus relatos logró despertar el interés de quienes leían sus viajes y aventuras y que al mismo tiempo esos viajes y aventuras, sirvieron de aliciente al personaje, para seguir inventando historias y en algunos casos incluso llegó a engañar a quienes lo leían, quienes imaginaban que esos viajes se realizaban en la realidad, por el amplio detalle en la descripción de sus ilusiones.

 

En un momento determinado, esas historias, principalmente relatos de momentos románticos o de amor apasionado, le produjeron problemas al personaje al cual me refiero y que hizo de Paris su residencia permanente, por lo tanto, dejó de detallar ese tipo de acontecimientos y en sus próximos relatos desvió su atención a viajes en solitario o narraciones que no tuvieron nada que ver con Paris.

 

Hace muy poco, me encontré con el personaje de esta historia, en un lugar muy botito de la costa azul, lo encontré sentado en la mesa de un café, al frente de su computador, con un vaso de agua y una barra de chocolate. Lo saludé muy efusivamente y el frunció el ceño para reconocerme y me devolvió el saludo de la misma manera, pero con un dejo de tristeza.

 

Le pedí permiso para compartir la misma mesa y el muy amable, como es siempre y en todo momento, aceptó mi compañía. Cerró el computador y lo puso en una silla del lado derecho y me señaló la silla del frente para que me acomodará, estiró la barra de chocolate invitándome a compartirla y me preguntó si quería tomar algo. El garzón que pasaba nos atendió y le pedí agua mineral con gas, el movió la cabeza en señal de no requerir nada.

 

–Amigo se recuerda de mí, somos paisanos.

–Claro que lo reconozco y lo recuerdo, ¿qué hace por estos lares?

–Lo mismo que usted.

–Que bien me alegro y espero que le vaya bien.

 

Noté mucha tristeza en sus ojos y para no incomodarlo más le pregunté:

 

–Lo veo triste, ¿le sucedió algo, o está enfermo? –Y me respondió.

–Una gran amiga que vivía en Suiza y con la que compartimos muchas aventuras desapareció del mapa, parece que la encontraron involucrada con el tema de los papeles de Panamá y prefirió emigrar, pero ya no supe más de ella.

–¿Y usted que hará?

–Nada, ¿Qué puedo hacer? Después de todo, ¡no era más que una simple ilusión…!, ilusión que me ayudó a vivir un buen tiempo de mi vida, ahora me dedicaré a pulir los libros que me inspiró esa ficción, para publicarnos. Espero que le vaya bien cómo les va a todas las ilusiones que uno forja.

 

Terminé la botellita de agua mineral, mientras el consumía su barra de chocolate, después de lo cual me despedí. Se levantó muy atento, me tendió la mano a la que apreté con efusividad y el me dio una palmadita en la espada y me deseó buena suerte.

 

Miguel Aramayo

SCZ. 17-04-2016 Es un hecho que Dilma sale de la presidencia del Brasil.