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Qué tiempos aquellos.

8 Abr

Qué tiempos aquellos.

Hace unos días escribí algo, sobre cómo era en la época de nuestros abuelos y bisabuelos. Nuestros abuelos eran del siglo veinte y por lo tanto me referiré a ellos, porque los bisabuelos eran del siglo diecinueve, aunque vivieron más de la mitad del siglo en el que vivieron los abuelos, que es el siglo en el que también vivimos nosotros y en el que nacieron nuestros hijos y los nietos mayores a fines del siglo veinte y los menores a principio del siglo actual.

 

Cuando era chico, no me recuerdo haber visto gordos y si vi alguno, dos o tres, en toda mi vida de niño y joven. Uno era un Sr. Rojas, un comerciante de abarrotes, otro era Chocho Adler un comerciante muy conocido y el otro era Titila, que tenía una rotisería en la calle Ecuador, entre Aspiazu y Fernando Guachalla (La Paz). Mujeres gordas, como los señores nombrados no conocí ni una sola, pero si todas las que conocí rellenitas, de curvas pronunciadas, pero no exageradas. Me refiero a la gordura. Porque la gente del siglo pasado no era sedentaria, quizá comía más que lo que se come ahora, pero caminaba diez veces más que lo que se camina ahora y no solo los mayores, todos.

 

Todos éramos de un nivel social más o menos uniforme, eran muy pocas las familias que tenían autos, que podía ser algo que marque la diferencia, casi todos nos movilizábamos en vehículos de servicio público, colectivos o tranvía. Los taxis eran contados y ambulancias casi no habían, ni que decir carros bomberos. En las casas eran muy pocos los que tenían heladera, cocina eléctrica y tocadiscos. Uno que otra familia poseía tostadora y pare de contar. No se usaba el papel higiénico, en su lugar se usa papel sábana, en las casas finas y papel de periódico, en la mayoría de las casas. Los periódicos también se usaban para hacer envoltorios en lugar de las bolsas de polietileno que se usan ahora. Algunas casas tenían chimenea y para los friolentos había las bolsas de goma que se llenaban con agua caliente, o botellas con agua caliente, con su forrito de lana.

 

Los envases, generalmente se guardaban para otros fines, incluso los palitos de los helados. Plástico no existía y tener una prenda de nilón era un lujo, las medias que usaban las mujeres, eran de seda y se remallaban con una aguja especial, cuando se corrían o se rasgaban; ahora se las tira a la basura, cuando se corren. En las casas existía una caja, envase de chocolate o galletas importadas, donde se conservaban los botones, además, en la misma caja había una bola de marfil (bola de billar) o un foco quemado, para zurcir los calcetines, junto con carretes de hilos de todos los colores. Como la gente caminaba tanto, a los zapatos se les cambiaba suela completa o en la mayoría de los casos media suela y se le ponían punteras de metal, en la punta y el taco. Los chicos usaban pantalones con remiendos o refuerzos, en las rodillas y los codos, no conocíamos las cremalleras, por lo tanto, se usaban botones y corchetes.

 

El remedio más popular para el empacho era la enema o lavativa, un envase de fierro enlozado, de color blanco con un ribete azul en el borde, con una tripa de goma y una punta de plástico con su válvula de mariposa, que se llamaba cánula, que era lo que te introducían en cierta parte, para vaciarte en las tripas, agua caliente con jabón o agua de malva. Para los resfríos fuertes o los dolores de espalda y pecho, se usaban las ventosas, para los dolores de cabeza los paños fríos, mejoral o geniol. Para los resfríos inhalaciones de eucalipto, para los pies con mal olor, baños de permanganato y para los dolores de estómago bicarbonato, para los ardores de ojos, lavajes de ácido bórico y para las paperas belladona, para los dolores musculares linimento sloan. Los flacos teníamos que consumir emulsión de scott o pastillas de aceite de bacalao, para los empachos, sal inglesa o aceite de ricino. Para algunas dolencias también se estilaba el baño de asiento en un amplio bañador o palangana de fierro enlozado y para concluir no debemos olvidad del famoso bacín o taza de noche, junto con la jarra floreada.

 

Como han cambiado los tiempos, pero lo interesante es que en esos cien años el hombre aportó una cantidad de inventos, que son los que han cambiado a la humanidad en su conjunto, pese a que la humanidad padeció dos guerras mundiales, que fueron en gran medida las que despertaron el ingenio de los hombres. En el mismo tiempo hubo una recesión económica después de la primera guerra y antes de la segunda, eso también castigo al hombre y lo hizo modificar su forma de ser y de vivir, a toda velocidad después de la segunda guerra.

 

Miguel Aramayo.

SCZ-08-04-2016