El tiempo ha pasado.
Es ilusorio pensar que el tiempo no pasó, el tiempo pasó y hay diferentes formas de comprobar ese hecho irreversible, sólo basta ver fotos, nuestras, de nuestros hijos y nuestros nietos; de diferentes épocas, donde tenemos cabello negro y ni miras de tener barriga, la cara lozana y el físico esbelto.
No es necesario, únicamente, ver fotos, tampoco pararse frente a un espejo, con sólo pasar junto a una vidriera de ropa o zapatos, nuestra imagen se reflejará y dejará traslucir lo que somos y nuestra memoria se encarga de hacer la correspondiente comparación, comparación entre lo que estamos observando y lo que lleva, claramente, nuestra memoria o lo que desearíamos que permanezca, aunque eso eso ilusorio y debemos resignarnos al paso del tiempo.
Si esa comparación nos deja en evidencia, que el tiempo pasó, cuando nos juntamos con nuestros hijos y babeamos observando a los nietos, algunos ya universitarios, vemos que el tiempo transcurrió, pero ese transcurrir no fue en vano, ni es doloroso: En ese tiempo que pasó hemos aportado mucho, hemos formado una familia y el ejemplo y el premio es ver a nuestros hijos realizados y mucho más felices nos sentimos, cuando observamos a los hijos de nuestros hijos, nuestros nietos.
El tiempo no fue injusto con nosotros, al contrario el tiempo nos premió con los frutos que ahora podemos disfrutar, nuestros hijos que han formado familias, lindas familias, que están transitando por la senda que le marcamos, con nuestros pasos y que ahora están caminando, mostrando a sus vástagos el rumbo a seguir.
Al observar el tiempo, es bueno contemplar el pasado, principalmente para comprobar que la ruta que hemos seguido fue la ruta que prepararon nuestros padres, que ahora son bisabuelos y algunos de nosotros podemos ver con alegría el rumbo que trazaron nuestros bisabuelos, con lo cual veremos que somos el fruto de la humanidad, de Dios, que según dicen nos creó a su imagen y semejanza.
Creo que es bueno, por lo menos de vez en cuando, pararse en el camino y ver el avance de la humanidad, la marcha de nuestra familia, ver ¿cómo les va a nuestros hijos?, ¿cómo les va a nuestros nietos…? y predecir, lo que será de esos nietos, en base a lo poquito que avanzaron en el camino, camino que para nosotros es cada vez mas corto, no porque se acabe el camino, sino porque ya habremos caminado lo suficiente, lo suficiente que nos aproxima cada vez más a Dios.
Al mirar el camino que avanzamos y pensar en el futuro, no es para preocuparnos, al contrario es para alegrarnos, es ver que la tarea que nos dio nuestro creador está cumplida y debemos darle gracias de haber llegado al punto donde hemos llegado, agradecerle y felicitarnos a nosotros mismos por haber logrado lo que estamos viendo en ese camino, camino por donde todos transitamos, unos más rápido que otros, pero todos con la encomienda de cumplir lo que Dios nos designó como tarea, que para unos parece poquito, para otros un montón.
Miguel Aramayo
SCZ. 04-08-2015 Cumpleaños (16) de mi nieta María Lucia, a quien le mando un beso.