Un abuelo de película
En una cuidad chiquitinga de este mundo chiquitingo, vivía una familia feliz, muy feliz, chocha de la vida, el matrimonio tenia dos hijos uno negrito el otro choquito, los cuales aportaron a la familia con seis nietos, tres de cada hijo, y para que todo sea más feliz de los seis tres eran hombres y tres mujeres, el primero era hombre al igual que el zurrapo, la segunda era mujer, el tercero un pelao, luego dos peladingas, todos muy boningos, los dos mayores morenitos, los demás blancos y una de las peladas y el zurrapo zarcos; de los seis cada uno con su propia personalidad, lo cual daba mucha felicidad a los abuelos.
Entre los nietos se llevaban muy bien, aunque algunas veces se formaban camarillas, pero para salir con el abuelo se acababa todo el bochi. No existía una salida preferida, todas eran igual de lindas, claro que preferible era ir al supermercado o las tiendas de juguetes, de vez en cuando la salida era para ver modas y así dar gusto a las peladas o ver exposición de autos para dar gusto a los pelados; ir al cine era algo festejado por todos, porque la película y las pipocas eran cosa aparte, lo que más disfrutaban era poder subir por la escalera mecánica y bajar por el ascensor y esto repetir hasta que los vigilantes ponían alto, esto sucedía antes de que se inicie la función o en lugar de la película, cuando todos o algunos no estaban de acuerdo con la proyección y veían la forma de gastar el tiempo para no llegar a la casa y hacer hora para los helados o la pizza.
Ese ritual se repetía casi todos los fines de semana, pero además a partir del viernes la casa de los abuelos se convertía en el alojamiento común de todos los primos y otra de las cosas que disfrutaban era el desayuno en común, en el cada uno podía pedir sus deseos de qué desayunar, al almuerzo también querían elegir cada uno su menú o el abuelo ponía carne en la parrilla y se hacia el ritual hasta completar el almuerzo, en la noche la generalidad eran las aburguesas o pizza y después de un poco de televisión ver donde se armaba el campamento o como se repartían los lugares para dormir a los pies de la cama de los abuelos.
Así transcurrieron los días hasta que el hijo choquito anunció que la empresa donde trabajaba lo trasladaba al otro lado del mundo chiquitingo y a partir de ese momento los primos que se quedaban en la ciudad chiquitinga notaron que el mundo que pensaban chiquitingo se agrando hasta que vieron su inmensidad y a los abuelos y el saldo de la familia que quedaba inmóvil les entró tal tristeza que durante mucho tiempo lo único que se escuchaba, eran suspiros, sollozos. Del otro lado de la familia, de la que partió también se notaba la misma tristeza y desolación, pero como Dios es grande y el hombre un animal de costumbre, el tiempo volvió a poner todo en la normalidad, por lo menos para todos pareció que sucedía eso, pero la herida que quedó en el corazón de todos jamás podrá borrarse aunque los años pasen.
Por suerte el abuelo tiene un amigo que es un ser chiquito que vuela por donde le da la gana y algunas veces lo lleva al abuelo en esos sus viajes, que algunas veces son cibernéticos, otros telepáticos, a ellos les da lo mismo en que viajar, porque es lo mismo montarse en un haz de luz láser, en un rayo eléctrico o una honda de radio frecuencia, en una nave inventada por ellos o simplemente se convierten en hondas magnéticas que al igual que la luz o la radio trascienden los espacios y se aproximan a los seres queridos, con los que comparten y retornan a la realidad satisfechos y llenos de amor.
El abuelo está queriendo presentar a sus nietos a su amigo el Ser Chiquito (El Duende Cibernético) para que ellos también sean sus amigos y puedan en algún momento de su vida hacer los viajes que hace el abuelo y tener encuentros telepáticos para poder compartir los bellos momentos de la infancia, para eso simplemente hace falta el deseo de hacerlo y quizás un computador con ADSL y con alta velocidad y banda ancha, para tener una ayuda practica y poder recuperar rumbos cuando se pierdan las señales telepáticas o de radio frecuencia, como la radio de las naves, los transbordadores o la estaciones satelitales.
Seguro que el abuelo conseguirá que todos los nietos sean amigos de su amigo y así vivirán felices comiendo perdices.
Miguel Aramayo
SCZ 7-10-2005