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El diablo y los sueños.

17 Oct

El diablo y los sueños.

Esta mañana mientras leía los periódicos, encontré un artículo que titula: “Las súcubos: diablas del sexo y su vasta presencia en relatos paranormales”. El inicio de ese artículo dice: “-La mayoría de los demonólogos atribuyen a las legiones del infierno un denominador común: la masculinidad. Todos los diablos parecen ser varones pero, sin embargo, ya desde antiguo se hablaba de diablos “hembras-. El mismo Talmud judaico asegura que el primer demonio sexual femenino fue Lilith, la primera compañera que tuvo Adán antes de Eva y que se marchó del Paraíso porque no quiso aceptar un papel secundario en la Creación. La misma tradición afirma que Lilith se relacionó posteriormente con el demonio Asmodeo y que de esa unión surgieron los primeros íncubos (demonios sexuales masculinos) y también nuevos súcubos. También se creía que Lilith empleaba el resultado de los sueños para crear nuevos demonios”.

 

Al leer esta primer parte del artículo me dio la curiosidad de ver si era verdad que nombraban a los demonios en los libros judaicos y al mismo tiempo quise saber que decían los libros sagrados de los musulmanes y los católicos y me puse manos a la obra y les puedo asegurar que aunque parezca morboso el tema es interesante, porque muy pocas veces se afronta el mismo, desligándose de la religiosidad.

 

Puedo decir que me enteré de muchas cosas, para comenzar que los libros sagrados de las tres religiones monoteísta, el diablo esta nombrado en la Torá, la Biblia y el Corán. Las religiones asumen su existencia y que son seres creados por Dios, aunque en la religión Católica algunos Papas se animaron a decir que no fueron creados por Dios, sino que son de generación espontánea, lo que desvirtúa el hecho de que Dios creo todo lo que existe, según las tres religiones.

 

Tampoco sabía que en dos de los libros sagrados, judaicos y musulmanes, hablan del demonio femenino, como se expresa al principio del artículo y según el Talmud, que dice que el demonio femenino existió, e inclusa lo nombra como “Lilith” y que fue la compañera de Adán, antes de Eva y que lo abandonó para hacerse mala y juntarse con Asmodeo.

 

También me enteré de que El eminente teólogo Tomás de Aquino, en el siglo XIII, creía por su parte que los demonios eran incapaces de sentir deseo sexual y por tanto lujuria. Pero, pese a ello, no negaban su sexualidad y que la empleaban como un medio para infringir dolor y sufrimiento. El francés Pierre de Rostegny (1553-1631) postuló que los demonios, ya fueran súcubos o íncubos, preferían tener sexo con hombres casados o mujeres casadas, ya que de ese modo añadían al pecado de la lujuria el pecado del adulterio. Además, estos demonios gozaban practicando manifestaciones sexuales prohibidas o mal vistas por la Iglesia incluso dentro del matrimonio.

 

Otros escritos afirman que el erudito Gerberto de Aurillac, quien se convertiría posteriormente en el Papa Silvestre II, mantuvo una relación durante muchos años con una súcubo llamada Meridiana quien, valiéndose de oscuras artes, además de proporcionarle infinitas noches de placer lo habría ayudado a lograr el vertiginoso ascenso político, social y eclesial, que le permitió sentarse en el sillón de San Pedro. En la hora de su muerte, este Papa habría confesado públicamente sus pecados, renegando de la relación con su infernal amante quien, despechada, habría convertido su tumba en uno de los lugares más aterradores de Roma.

 

Indagué un poco más sobre este personaje y quedé sorprendido, fue un personaje muy estudiado que inventó y construyó todo tipo de objetos destinados al aprendizaje y a la investigación, como ábacos, un globo terrestre, un órgano y relojes. Lo que hizo que se sospecharan, que era brujo y nigromante hacia él. Alcanzó gran renombre como teólogo y filósofo, destacando obras como Sobre lo racional y sobre el uso de la razón y sobre el cuerpo y la sangre de Cristo; pero es en su faceta de matemático en la que más destacó. Introdujo en Francia el sistema decimal y el cero que inventó Al-Khuwarizmi y los difundiera en Europa. También difundió el astrolabio, de origen árabe.  Silvestre II, además, fue el precursor de una especie de sistema taquigráfico, un lenguaje secreto o en clave, inspirado en una escritura abreviada que recuperó de los antiguos sabios romanos. Se le conocía como apuntes riojanos, y había sido creada por Tirón, un compañero de Cicerón. Otra leyenda que se forma en torno a Silvestre II es la de que ejerció el pontificado rompiendo una de las características más propias de los clérigos que es la del celibato. Se dice que Silvestre II hizo un pacto con Satanás, quien a su vez le puso como guardiana a un súcubo o demonio femenino, esta demonio se enamoró tan profundamente de sus conocimientos que renunció a la inmortalidad y se hizo mujer y vivió en concubinato con el pontífice. La leyenda dice que una vez que murieron los dos fueron enterrados en la misma tumba en la catedral de San Juan de Letrán y que de su tumba emana un fluido con poderes afrodísiacos.

 

Lo que pude averiguar de las creencias musulmanas es que el diablo es un Iblis, un genio (yinn), no un ángel. Es una criatura diferente a los ángeles, que posee voluntad y libertad de acción, por lo cual le cabe el juicio de sus acciones y la consecuente retribución. Esto explica el motivo por el cual a pesar de estar entre los ángeles desobedeció a Dios. Un ángel no puede desobedecer porque no está dentro de su naturaleza el tomar decisiones libremente. De ahí que los ángeles no están sujetos a juicio.

 

Conclusión: Iblis, era un genio, un ser creado, que al igual que los seres humanos y al contrario de los ángeles, posee libre albedrío. Ningún ser creado es compañero ni socio de Dios, como tampoco puede ser Su opuesto, Su igual pero de signo contrario o nada parecido. Dios no tiene semejantes ni iguales ni socios ni compañeros ni padre ni hijo ni nada que se le parezca. Dios (Glorificado Sea) sólo es idéntico a Sí Mismo.

 

En estas aleyas se expresa que a Iblis le fue concedido un plazo. No fue perdonado en absoluto, pues él no pidió perdón, sino que pidió un plazo (y le fue concedido lo que pidió). Él era altivo y obstinado (siendo la manifestación misma de la soberbia), por lo cual desobedeció a Dios y luego no se arrepintió y se volvió a Dios pidiendo perdón. No se mantuvo terco en su postura soberbia y rebelde. Dios quiso dar un ejemplo a través de él y su desobediencia, a las otras criaturas para que entendieran las consecuencias de sus acciones.

 

En el judaísmo, la plegaria cotidiana de Arbit, que el judío observante reza todas las noches, hay una invocación a Dios llamada «Ashkibeinu» (recuéstanos) en la que entre otros pedidos al Creador se le dice: «…quita de nosotros al enemigo, a la peste, a la espada (la guerra), el hambre y la inquietud y saca al Satán de delante nuestro y de detrás nuestro y cúbrenos con la sombra de tus alas…».

 

Uno de los motivos por los cuales se toca el Shofar en Rosh Hashana es «Learbev et a Satán», confundir al diablo. En un momento decisivo en que Dios juzga al hombre y a toda la humanidad, el diablo incita al castigo. Es más, el diablo provoca, obliga a la transgresión todo el año excepto Iom Kipur donde la santidad del día lo doblega.

 

La palabra Satanás es griega y proviene del hebreo Satán. La primera vez que la Torá hace referencia al Satán es en relación al Angel (si, al Angel) que se cruzó en el camino del mago Bilam que iba a maldecir al pueblo hebreo por encargo del rey moabita, Balak (Números 22,22). Es interesante ver en este versículo que el Angel cumple la función de desviar con lo cual una primera definición sería que Satán es el que desvía.


El Satán va a aparecer con un rol más definido, como un ser que pone a prueba al hombre, es en el libro de Job (que el Talmud atribuye a Moisés) en donde el Satán dialoga con el Creador diciéndole que Job es un hombre incondicionalmente creyente porque todo le sonríe en su vida y así es fácil creer. Dios autoriza a que Job sea puesto a prueba de la que su fe sale airosa luego de enormes sufrimientos y pérdidas.

 

En la Biblia hebrea también aparece Satán como traidor. «…entonces los príncipes de los filisteos se enojaron contra él (contra David) y le dijeron a Ajish ,despide a este hombre para que vuelva al lugar que le señalaste y no sea para nosotros Satán (traidor) y se nos vuelva enemigo…» (Samuel I, cap. 29, vers 4). En los Salmos del rey David aparece Satán como fiscal o acusador algo que se afianzaría en la tradición judía. «…Pon tú un hombre malvado sobre él y tómele su diestra un Satán…» (Tehilim cap 109, vers. 6).

 

Finalmente, el último lugar en la Biblia hebrea, en el libro de Crónicas I: «…pero Satán se levantó contra Israel e incitó a David a que hiciese censo de Israel…» (Crónicas I, cap. 21-1). Es evidente por estas fuentes que Satán es una fuerza desviadora lo que más adelante en el pensamiento talmúdico tomaría forma como Ietzer Hara (instinto del mal), fuerza impulsiva en el hombre que lo lleva a desviarse de los preceptos o acosarlo para que no los cumpla. De manera tal que Satán es una creación divina con una finalidad propia: poner a prueba al hombre. En el Talmud, Satán es citado esporádicamente: «El que cumple un precepto se compra un defensor y el que transgrede un precepto consigue un acusador» (Etica de los Padres, cap. 4, vers 11). Según este texto no es el Satán el que acusa sino que la mala acción es la prueba de la acusación. Según otra fuente talmúdica, «el Satán no es más que el mal instinto» (Baba Batra 15).

 

Algo que realmente me sorprendió es que según el Midrash, uno de los cuatro caminos interpretativos de la Torá y presente en el Talmud, el Satán fue creado con Eva, la primera mujer (Ialkut Bereshit 23). El sabría volar y tendría forma de pájaro o de ciervo y hasta se dice que es el ángel de la muerte (Ashmedai o Samael) que viene a buscar el alma. Muchas veces aparece por algún concepto negativo o maldición que emite un hombre. De allí el conocido refrán hebreo: «Al Tiftaj Pe La Satán”, no le abras la boca al diablo, o como muchas veces se deforma: la boca se te haga a un lado.

 

Otra de las cosas interesantes que aprendí hoy es: El Midrash también da un ejemplo aleccionador del poder de Satán para llevar al hombre al alcoholismo. Dice la Torá respecto al emborrachamiento de Noaj, la figura que en su arca se salva del diluvio: «…y fue cuando Noaj armo su viñedo…». El Midrash explica el texto bíblico diciendo que el Satán le pregunta a Noaj por las bondades de la viña y éste le contesta que sus frutos son dulces y alegran el corazón. Satán decide participar junto a Noaj en la producción de vino. Por ello es que sucesivamente trajo un cordero, un león, un cerdo y un mono; los degolló y regó con su sangre las uvas. Indirectamente el Satán le enseña a Noaj- y a toda la renaciente humanidad- que antes de beber el hombre está manso como un cordero; al comenzar a beber se siente fuerte como un león, pero cuando se excede en la bebida su comportamiento se asemeja al del cerdo, y al quedar borracho hará monerías.

 

El Catecismo de la Iglesia Católica, hablando del pecado original nos recuerda que detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla la serpiente, una voz seductora, opuesta a Dios que, por envidia, los hace caer en la muerte.


La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven simbolizado en la serpiente a un ángel caído, llamado Satán o diablo. La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios con una naturaleza buena, pero que se hizo malo por la elección libre de rechazar radical e irrevocablemente a Dios y su Reino.


Su pecado no se puede perdonar, ya que al ser un ser espiritual, sus decisiones son irrevocables. «No hay arrepentimiento para ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte». [San Juan Damasceno]. Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: «Seréis como dioses» (Gn 3,5). El diablo es «pecador desde el principio» (I Jn 3,8), «padre de la mentira». (Jn 8,44)


Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero sólo criatura: puede tentarnos, invitarnos, seducirnos, pero no puede obligarnos a actuar de determinada manera. Su poder no es comparable con el poder infinito de Dios.

 

 

Miguel Aramayo

SCZ. 17-10-2014