¿Cuándo morimos?
Algunas veces me imagino que tengo una forma de pensar exageradamente espiritual, esta opinión, influenciado por lo que piensan de mí otras personas, que atribuyen eso a mi forma de ser y de expresarme, pero yo pienso que soy más materialista que espiritual. Dios nos hizo de materia, de materia perecedera, materia inerte (nos hizo de barro – “de polvo eres y en polvo te convertirás”), pero eso es una parte de nuestra existencia. Para ser lo que somos nos dio la vida (nos sopló el alma) y nos proporcionó libre albedrio, que no tienen ni los Ángeles (según mi opinión, que difiere de lo que expresan gente con mayor capacidad que yo y que lo ponen a Jesús como ejemplo – que fue tentado y no pecó), ni los animales.
En muchas oportunidades escribí sobre este tema, incluso expresé que cuando morimos, nos convertimos en brisa. Esta expresión podría parecer poética, pero acabo de leer un artículo que titula: “Revelan qué pasa con el cerebro humano después de la muerte clínica”. según sugiere un estudio publicado en la revista Annals of Neurology. Esta investigación, desarrollada por expertos en neurología del Centro Universitario de Medicina Charité-Universitatsmedizin de Berlín (Alemania) y otros de sus colegas, es fruto de la medición con electrodos de las señales cerebrales de nueve pacientes que habían sufrido daños encefálicos fatales.
Según esos científicos descubrieron, que las neuronas de los sujetos estudiados funcionaron incluso después de que dejaran de respirar y tanto los latidos del corazón como la circulación de la sangre en el cuerpo hubieran cesado. El ser humano podría mantener ese estado hasta un punto irreversible, a partir del cual todo intento de resucitación resulta ineficaz.
La parte material de la que estamos formados se conecta con la parte espiritual en una parte de nuestro cerebro, que si no me equivoco se denomina hipófisis o amígdala. Cuando la materia se envejece, se daña o accidenta en forma fortuita, porque pueden suceder las tres cosas; todas las materias se van degenerando, o mejor dicho se van transformando, porque según estudié, “nada se acaba – todo se transforma”, esa transformación en los seres vivos se denomina “envejecimiento”, pero también esa materia se puede dañar, lo cual, a mi criterio se denomina “enfermedad” y en ambos casos lo que sigue es la muerte. Para mí, la muerte no es más que la separación del alma (espíritu) de la materia (cuerpo) y en ese momento el alma retorna a la eternidad, retorna a Dios. El tema del premio o el castigo lo dejo para otro momento de elucubraciones.
Según lo que estudiaron los científicos que nombré, Una vez detenido el flujo sanguíneo, está la despolarización expansiva «marca la pérdida de la energía electroquímica almacenada en el cerebro», así como «el comienzo del proceso tóxico que, finalmente, lleva a la muerte», detalló el autor principal del estudio, Jens Dreier, e informa Daily Mail. Esos científicos descubrieron que las neuronas de los sujetos estudiados funcionaron incluso después de que dejaran de respirar y tanto los latidos del corazón como la circulación de la sangre en el cuerpo hubieran cesado. Esto podría prolongarse por más o menos cinco minutos, en los cuales el individuo podría mantenerse consiente.
En el caso de los animales, según mi razonamiento, ellos también están constituidos de materia, pero no disponen de alma y lo que a ellos mantiene animados, son simplemente las reacciones electroquímicas, pero también ellos pueden morir por envejecimiento, enfermedad o accidente fortuito.
Esto que comparto con ustedes, lo hago con el único fin de ayudarlos a pensar que no sólo somos materia, que nos diferenciamos de los animales porque tenemos alma y sobre todo “libre albedrío”.
Miguel Aramayo
SCZ.05-03-2018