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Quise leer a José Saramago

9 Abr

Quise leer a José Saramago

Era una letra chiquita que comienza donde no es el principio, pero en el lugar donde están los perros de tres cabezas que acompañaban a Joana, pero la hermosa dama se quedó mirando a los pájaros que abrieron un surco en el mar y en eso apareció su amigo que venía recogiendo conchas del mar en el borde donde la marea deja mojada la arena, pero que después continua arena muy clara, porque no se mojó con el agua de ese mar que parece rio, porque fue picoteado por los pájaros que no quisieron seguir a Joana, que con un palo de negrillo trazó una raya para que ladraran los perros, pero estos quedaron en silencio y uno de ellos murió y cuando lo llevaron a Francia para hacer la autopsia se dieron cuenta que no tenía cuerdas bucales, las había perdido y desde ese entonces no ladro, hasta que le trazaron esa raya con el palo de negrillo que aparentaba ser una barita mágica, pero las baritas mágicas no son de negrillo, son luminosas y tienen un estrella en la punta.

 

Lo escrito, que precede a este párrafo, ¡no es una transcripción del libro!, del prestigioso “José Saramago”, premio Nobel de literatura, que titula “La balsa de piedra”. ¡No…! Es de puño y letra, es mi invención y una falta de respeto al libro que tenía en mis manos, que después de haber leído hasta la pagina 25 me dejó tanta confusión entre temas a los que no entendí nada, con participación de personajes de nombres acuosos y situaciones incomprensibles, hechos acaecidos en lugares distantes de Portugal y de España, cuyos nombres son difíciles de memorizar.

 

Ese libro tuvo algo de bueno: Me dejó convencido que soy un inculto, que no tengo la capacidad de leer a un premio Nobel de literatura, primero porque tiene tantas palabras cultas que me resultan incomprensibles y problemáticas, porque para entenderlas debo recurrir con demasiada frecuencia al diccionario, e incluso en él me encuentro perdido con el significado y las raíces semánticas. En segundo lugar, mis conocimientos no dan para ubicarme en el lugar exacto donde se desarrolla la trama y nuevamente debo recurrir a medios externos, esta vez a un mapa y con la ayuda de Google. Por último, además de opacarme como aprendiz de lector, me dejó el dejo amargo de la ignorancia.

 

Algo similar siento cuando me toca leer a Jorge Luis Borges, por lo tanto, dejaré este libro en mi biblioteca, señalado hasta donde lo abandono, para probarlo en otra oportunidad cuando esté con más paciencia, así es como avance leyendo a Borges.

 

Una vez escuchando a una cantora española que tienen canciones con letras muy interesantes y poéticas quise imitar trascribiendo algunas estrofas y me salió un poema que titulé “Poemas de Ana Belen” y que dice así:  Por el monte oscuro que huele a caballo. / Tengo canciones redondas, redondas y doradas. / Pregunto, ¿por quién pregunto?, si estoy solo. / Soledad de mis pesares, caballo que se desboca. / No me recuerdes el mar en las tierras de aceituna. / Recuérdame mi recuerdo, recuerdo que estoy solo. / Que pena tan lastimosa, agria de espera, de soledad. / Estoy poniéndome azabache con muslos de amapola / Vengo a buscar lo que busco, caballo que se desboca / La nueva luz te adorna en madrugadas remotas / Amor que está herido, herido de amor unido / Herido de amor muerto, muerto de amor herido. / Ruiseñor muerto de amor, herido de amor muerto. / Un bosque de palomas disecadas llama al amor. / Un fragmento de la mañana dice amor, amor. / Al estanque se le ha muerto una niña de agua. / Un pez la cruza llamando, el viento le dice niña / La luna mira la fragua, el niño mira la luna. / Mira el niño la luna y ella lo está mirando. / Niño no me mires tanto ni pises mi blanco. / Bueyes y rosas dormían, cabelleras amarillas. / Perseguidos por mil perros que no los conocen / El mar de los juramentos resonaba no sé dónde. / Cuando yo me muera que se enteren los señores / Y que anuncien mi muerte con telegramas azules / Cómo me cuesta quererte, quererte como te quiero. / Por tu amor me duele el aire y se me parte el pecho / No te conoce el toro, ni la higuera, ni el caballo. / No te conocen, porque has muerto para siempre. / No te conoce tu recuerdo mudo de muerte. / Porque te has muerto, muerto para siempre. / Una misa triste por los olivos, porque has muerto. / Has muerto para siempre, como todos los muertos. / Tan claro, tan dulce de aventura y recuerdo. / La brisa triste de olvidos por lo que te moriste. / Pero nadie querrá mirar tus ojos. / Porque te has muerto para siempre. / SCZ. 14-06-2008.

 

Perdón por escribir tantas estupideces.

 

Miguel Aramayo

SCZ.06-04-2018