info@miguelaramayo.com

Hablador escribidor

31 Jul

Hablador escribidor

Si en chico no podía quedarme callado y quieto, ahora después de más de setenta años me tranquilicé, pero la única forma de mantenerme callado es cuando estoy escribiendo, aunque ni en ese momento me mantengo callado, lo único que cambio es que ahora que escribo mi boca se mantiene cerrada o por lo menos eso es lo que me parece, pero tengo la seguridad que continúo hablando, pero en total y absoluta silencio y el único que percibe lo que hablo soy yo, porque todo lo que pronuncio en palabras se transforma en letras, mientras escribo frenéticamente a todo lo que da mi capacidad dactilografíca. Similar a lo que sucedía cuando era muy poco lo que podía escribir, pero hablaba a mil por hora, al extremo que mi abuela me puso de apodo “piripipi” que es la onomatopeya del sonido que produce una ametralladora liviana. Por el timbre de voz y la velocidad al pronunciar las palabras.

 

Sigo soñando, en dormido y en despierto, sigo comunicándome con todo y con todos, incluso con los objetos inanimados y muchos de los personajes imaginarios que circunvalan mi mente y mi imaginación, con los  cuales puedo mantener conversaciones fluidas, como es el caso actual en el que estoy conversando conmigo mismo y aunque no me crean, mientras converso conmigo, yo pongo total atención a esa charla y procuro responder sin perder nada, absolutamente nada de la conversación, de manera que si me pregunto: ¡que dije…!, respondo con exactitud lo que dije. No es que esté loco, simplemente que estoy concentrado, al extremo que soy yo y nadie más que yo.

 

Cuando era chico me comunicaba verbalmente y con mucha frecuencia con mi gran amigo, el Ser Chiquito, ahora que pasaron los años y que llegamos a tal grado de comprensión con ese mi amigo, seguimos conversando, pero hemos ideado una forma de conversación mucho, pero muchísimo, más moderna e ideal para la velocidad que transmitimos a nuestra intercomunicación de ideas, proyectos o simplemente temas rutinarios, ahora cuando se trata de comunicación hablada usamos la telepatía, pero con mayor frecuencia la escritura, que es una consecuencia normal de nuestra trasferencia telepática a la escritura.

 

Me siento muy feliz cuando tengo frente a mí un aparato que me permite posar mis dedos para expresar mis pensamientos, mejor dicho, para concretar mis pensamientos en palabras, puede ser un teclado, de cualquier forma, o puede ser una estilográfica, lápiz, lapicera, o algo que me permita plasmar en papel o en la memoria de un equipo electrónico, que puede ser un celular, una palm o un computador. Cualquier elemente que permita volcar a la realidad lo que está en mi espíritu, no sólo para que perdure en la posteridad, sino para que me permita desahogar lo que antes afligía mi garganta y ahora reclama a mi mente.

 

Aunque parezca chiste lo plasmado en la realidad, de lo que tenía dando vueltas en mi cerebro, ya se concretó y me dejó algo de tranquilidad, ahora puedo continuar trabajando, leyendo o simplemente soñando, que son las forma de ir almacenando lo que después luchar por ser expelido al exterior de mi espíritu.

 

Miguel Aramayo

SCZ. 9-05-2018