Querido Toto
Hace un momento me enteré que ya no estas más con nosotros, sentí como si me hubieran dado un golpe que me dejó sin respirar, pero el dolor espiritual que me produjo tu partida fue superior. Las lágrimas no afloraron a mis ojos, pero la misma sensación tuve cuando mi madre partió a la eternidad, sé que eso me sucede cuando el dolor es tan grande que no puedo exteriorizar en el momento lo que quisiera expresar físicamente.
Tengo tantos y tan bellos recuerdos, tantas y tan graciosas anécdotas de cuando compartimos, primero en temas de trabajo, aquí en Santa Cruz y también en el campo, cuando con total desinterés me colaborabas solucionando problemas urgentes. También los recuerdos de haber compartido momentos familiares y de profunda amistad.
Nunca podré olvidar que fuiste la primera persona con la que mantuve una conversación prologada, cuando el matrimonio de nuestros amigos Mary Bush y Ramiro Banegas, lo cual caló tan profundo en mis recuerdos que son de las añoranzas que siempre me acompañan, como la vez del tiroteo en el Caballito, en las noches de mascaritas.
Tampoco nunca podré olvidar los gratos momentos que juntos compartimos con tus padres a quienes tanto quise y tengo la plena seguridad que también ellos me quisieron de la misma manera. Otro tanto de recuerdos se generaron en los momentos compartidos con los amigos Aribibis.
Lo que expreso en estas líneas que no podrás leer, pero que tengo la plena seguridad que, si tu espíritu las captará en el viaje que estás realizando a la eternidad, para juntarte con nuestro Creador, con toda seguridad te debe tener un sitio reservado, al cual algún día también accederé y nos podremos reencontrar y será para siempre.
Ahora si las lágrimas llegaron a mis ojos y escurren por mis mejillas expresando el profundo cariño y respeto que siento por mi gran y querido amigo Toto.
Miguel Aramayo
SCZ.20-08-2018