La importancia del protocolo y buena educación
Hoy leí una noticia, del bochorno que pasó el príncipe Harry de Inglaterra, por no saber entender una norma de protocolo en un momento de un encuentro con Malala Yousafzai, nacida en Migora, Pakistán, el 12 de julio de 1997, premio Nobel de la Paz de 2014 a sus 17 años. El príncipe estuvo a punto de poner su brazo sobre el hombro de Malala y la madre de ésta, gritó diciendo –¡No…! Si lo hace debe casarse con ella. El príncipe quedó sobrecogido, sonrojado y extremadamente avergonzado.
Existen situaciones difíciles de conocer, como la que sucedió a Harry que, por falta de conocimiento de las costumbres de la gente de Pakistán, estuvo a punto de cometer algo incorrecto. Pero existe muchas normas protocolares de conocimiento universal que mucha gente pasa por alto, pero a quienes uno observa son gente pública que aparece en los medios de comunicación, periódicos, revistas, televisión y por lo tanto están más expuestos al ojo crítico.
Algo que he notado con mucha frecuencia, son las posturas incorrectas al sentarse, especialmente por la manera en que uno debe acomodar las piernas y los pies, al mismo tiempo que el correspondiente acompañamiento con la postura de las manos. Otro aspecto es el uso del sombrero o el gorro, especialmente en los hombres. Se supone que en una reunión uno debe descubrirse la cabeza, por respeto a los demás, esto es muy notorio y muy criticado entre la gente que conoce de modales y protocolo. El tener las manos en los bolsillos, también es un acto de mala educación, que debería ser tenido en cuenta por la gente que tienen relaciones diplomáticas, principalmente.
Existe un librito muy conocido, porque es de conocimiento universal, principalmente en el mundo occidental y es “Urbanidad” cuyo autor es Gustavo Carreño. Este libro debería ser de lectura obligatoria de todos los hombres y mujeres que ocupan cargos públicos, que los obligan a tener relaciones con el público y que por lo tanto tienen la posibilidad de ser observados en medios de comunicación y que, por consiguiente, se someten a la crítica, con lo cual no sólo quedan mal ellos, sino a quienes representa.
La urbanidad debería ser materia obligatoria en todas las escuelas en los niveles primarios, esa responsabilidad no se puede dejar a expensas de los padres y tutores, debe asumirla la educación formal, porque todo niño está en posibilidades de acceder a niveles de representación pública, cuando lleguen a la vida adulta, pero que lindo que es ver un muchacho que sepa comportarse, con las normas que están expresadas en el librito de Carreño.
Miguel Aramayo
SCZ.28-09-2019