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Una cara triste

9 Nov

Una cara triste

Esto escribo sin ninguna mala intención, más bien con tristeza. Hoy vi la cara de Evo con una pena contagiosa, sus ojos no brillaban, al contario eran opacos, pero dejaban ver algo negro en lo profundo de su mirada, seguramente acordándose de cuando era chico, porque ingenuo todavía continua. El fallo de la Haya, se nota que lo afectó tremendamente, porque la cara era de piedra como sus posibles ancestros, era un rostro de piedra y resaltaba porque su cabeza estaba cubierta por los auriculares que bloqueaban sus orejas, su boca apretada como no queriendo hablar.

 

Seguramente estaba pensando que sus asesores lo engañaron, que en su ingenuidad le habían asegurado que ganaríamos y él se había sobreestimado y auto convencido que el fallo sería otro. Yo al igual que los chilenos y muchos más, también pensamos que el fallo sería más “salomónico”, dando un poco para cada lado, para dejar contentos a los contendores, pero no que fuera tan rotundo, como que ahora se convirtió en el sello final, ya perdimos la guerra y ahora perdimos el fallo, lo único que nos queda es lo que estuvimos tratando desde 1880, “dialogar”. Pero con la desventaja de que no podremos recibir más que las migajas que siempre nos dieron y las esperanzas que mantuvimos siempre en el corazón. 

 

Lo que me da pena, es que, a Evo, lo llevaron los que manejan su destino, desde cuando eran un joven de ojotas y con un atadijo a la espalda, pero con una capacidad enorme de liderazgo. Que aprovecharon los políticos y abusando de su inocencia e ingenuidad, lo hicieron crecer, al extremo de hacerlo creer todas las fabulas que le contaron. Los ritos que le crearon, la indumentaria que le fabricaron, primero la chompita a rayas, luego los trajes con cuello militar o clerical, de tela sofisticada y con bordados y atuendos inventados para él. Quienes se aprovecharon de él y le llenaron la cabeza de basura, ya están en la eternidad, Castro, Chavez, Kirchner, el otro grupo está en desgracia, Lula, Dilma, Cristina, Julio de Vido, Correas y otros rumbo a sus últimos días, Maduro y Ortega, u obsoletos como el viejo Mujica.

 

Sus seguidores se aprovechan de su popularidad y le siguen diciendo mentiras, a las cuales cada vez cree menos, pero ya está en la vorágine a la que lo arrastraron y quizá dentro de poco no le quede más que hacer lo que hizo otro personaje boliviano de antes de la guerra del pacifico y uno de los causantes de esa conflagración, Mariano Melgarejo, que llegó a la situación de hacer fusilar a su camisa porque ya no tenía confianza ni a esa prenda querida, y el pobre después de ser un tipo polémico, terminó desterrado en el Perú y asesinado por su cuñado, el hermano de Juanacha.

 

Evo ha cambiado tanto, desde cuándo para muchos; era la esperanza de la política en Bolivia, hasta el grado de que ya no le gustan las cholitas y ahora prefiere las señoritas que se postulan a reinas de belleza. En comida ya no le apetece los ispis con maíz tostado, ni la trucha con chorrellana, ahora prefiere el caviar y mariscos tostados en el mejor restaurante de la Haya. La chicha de Punata y la garrapiña del Chapare, ya le dan asco, porque ahora prefiere “don Perignon”. Para movilizarse ya no camina ni usa bicicleta, ahora tiene carros blindados y avión jet. Todo eso le ha cambiado su inocencia y en lugar de haberlo mejorado lo ha degradado. Una pena, porque pudo haber sido un gran personaje en la historia de Bolivia, en cambio ahora terminará como Belzu, Dios no quiera, o como Melgarejo, que espero no sea así.

 

Todavía tiene una última oportunidad, acatando lo que dictamina el referéndum del 21 de febrero y cumpliendo lo que establece la constitución.

 

Miguel Aramayo

SCZ.02-10-2018