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He perdido todo interés

9 Nov

He perdido todo interés

Quizá esta sea una confesión difícil de expresar, porque estoy convencido que cada individuo es un universo y al igual que el universo infinito, que nos rodea, es una mínima parte la que es visible y creemos conocer, el saldo de este universo que es la mayoría, quizá más del 99%, si queremos expresarlo numéricamente, para hacerlo humanamente más entendible, corresponde a universos lejanos y lo más próximos son agujeros negros, que dicen algo, pero es mucho más lo que esconden.

 

De la misma manera cada individuo tiene astros y estrellas, planetas y satélites que pueden ser vistos a simple vista y que pertenecen a su constelación. Esto es lo que corresponde a lo que él muestra: sus obras sus logros, sus conquistas, pero también sus falencias, sus errores, en fin, todo lo que es de conocimientos de los demás y que puede ser investigado sin ningún problema. Algunos aspectos un poco más lejanos, que con un poco de paciencia y mayor investigación pueden ser de conocimiento de los demás, como sucesos acaecidos entre sobras de media noche, es lo que vendrían a ser por semejanza, los agujeros negros del universo.

 

El interior de los individuos, lo que es conocido únicamente por él: sus instintos, su conciencia, su subconsciencia y su inconciencia, lo que está gravado en sus genes y que solo son de su conocimiento y que los tiene en lo más recóndito de su memoria; junto con sus secretos. Eso es lo que corresponde, en comparación con el universo, a los universos lejanos, que existen, pero no pueden ser registrados y que son de único conocimiento de Dios y del individuo poseedor de esos secretos y que formaran parte de los ornamentos que lo acompañaran en su sarcófago el momento de su extinción y que se evaporarán igual que sus cenizas, porque esa parte de su ser no trascenderá a la resurrección, ni formará parte de lo tangible en la eternidad. Esa parte del individuo, me imagino, que se extinguirá o no tendrá ninguna significancia en la eternidad.

 

Creo que hice todo lo que me propuse hacer, lo poquito que deba hacer ya será por inercia, porque la llama de una vela sigue parpadeando hasta que se apaga definitivamente, pero generalmente la luminosidad de esos últimos momentos, suelen ser de mayor luminiscencia. He perdido todo interés por el futuro y me resigno a esperar el final, sin ningún temor, pero al mismo tiempo sin ninguna esperanza. Sé que el final está próximo y que ya me corresponde concluir el ciclo que Dios me encargó seguir, sin exigirme de cumplir nada en absoluto, porque aparentemente me dio libre albedrío. Lo que hice hasta aquí es lo que me correspondía hacer, no me merezco ningún premio, tampoco ningún castigo, porque esa era mi tarea y creo haberla cumplido, pertenezco a Dios y debo retornar a Él.

 

Hice en la vida todo lo que correspondía hacer, no hice ni más ni menos, hice lo justo, lo que Dios me asigno. Procuré hacerlo conforme a lo que me parecía que debía ser justo, ayudando a quien podía, procurando no dañar a nadie, pero al mismo tiempo tratando de obtener de los demás la mayor satisfacción en mi beneficio. Amor, podía dar más, porque creo que Dios me proporcionó mucho, no fui egoísta en compartirlo y creo haber amado lo que correspondía, pero tengo la seguridad que me quedó mucho más sin distribuir o entregar a quienes pertenecía. 

 

Ahora que llegué a este punto, puedo expresar con satisfacción que hice lo que quise, pude haber hecho algo más, pero creo que ya es suficiente y pese a que me quedan fuerzas, ya no me quedan ganas y me resigno a sentarme a la vera del camino en espera del momento en que me toque partir. No quiero dejar nada más que lo que hice hasta ahora y que mi recuerdo sea efímero, no deseo que me guarden luto y que mi paso por este universo no sea motivo de otra cosa más que la que dejo.

 

Quizá cuando lean lo que pude escribir, se recuerden de mí, porque en esos escritos a lo mejor puedan distinguir lo que fui, pero son muchos más los agujeros negros y el universo infinito invisible, lo que realmente me pertenece y que nunca lo pude expresar, salvo lo poquito que dice esta hoja, que quizá sea lo último que escribo, que al mismo tiempo puede considerarse como una despedida. Despedida que no dice más que lo que está escrito, sin mostrar el infinito invisible e intangible que me pertenece.

 

Miguel Aramayo

SCZ.18-10-2018