Una simple y vulgar gotera
De las cosas extrañas que sólo me suceden a mí, mientras absorto observaba una gotera, vi muy atento, que en cada gota que caía se formaba algo extraño, primero observé que desde el balde donde se almacenaba el agua de la gotera, en cada “tic – tac” crecía esa aparición. Inicialmente, únicamente se mostraba un palo, pero poco a poco distinguí que era una escoba y me di cuenta de ello porque al mismo tiempo crecía una bata arrugada y con montón de chirapas y me di cuenta que aparecía una clinuda greñuda y con un jajo con algunas verrugas. Esa aparición daba la impresión de que era una bruja y efectivamente era una bruja.
De repente dejó de llover y esa fea aparecida se convirtió en una bella princesa, pero no vestida de encajes y miriñaques, tenía una blusa que cubría muy a penas la parte superior de su tórax, dejando al descubierto una bella barriguita, con ombligo que parecía dibujado. Un poco debajo de las caderas se sujetaba una pequeña faldita, que acasí escondía el fundillo de sus bombachas y dejaba al descubierto unas bellas y largas piernas muy bien torneadas que terminaban en unos pies calzados por una finísima sandalia.
¡Quedé sorprendido…!, cuando se me aproximó y sentí la fragancia que desprendía toda ella y pude observar el verde intenso de sus ojos y la blonda cabellera con rizos castaños. Sus labios escurrían miel y su voz tenía un timbre tan fino, que me imaginé que debió ser así el canto de las sirenas que asustaron a Ulises.
La muchacha tomó mis manos y me dijo: Eres el hombre con el que soñé, por fin encuentro lo que me prometieron Zeus, Hefesto y Apolo. Afrodita, sin ninguna consideración me había destinado a alguien similar a Adonis, un ser que lo único que consiguió fue lastimarme y abusar de mi inocencia, sin lograr que me brindara un ápice de felicidad.
Ni bien termino de repetir esas palabras, un relámpago iluminó toda la estancia y desapareció esa bella mucha, el balde y la escoba. Sonó un trueno ensordecedor, que sacudió el piso y me dejó en un tremendo temblor, con la sospecha que todo eso que acaeció hace un momento, no hubiera sido nada más que un sueño de mi febril imaginación y que en realidad nunca sucedió, pero la voz de esa muchacha todavía repiquetea en mi mente, con la misma tonalidad de la gotera al caer al balde.
Miguel Aramayo
SCZ.22-10-2018