¿Qué desierto?
Caminaba por el desierto, pero no pregunten ¿cuál desierto?, todos deben tener el mismo aspecto, porque Dios y el viento los van formando de arena estéril y con una textura que da la impresión que las ondas muestran la arena en la superficie dibujada con formas inimaginables. Además, que tus pasos se borran en poco tiempo, porque la arena una vez después de soportar tu peso, retorna a formar una figura, en lugar de dejar marcada tu huella.
No quise decirles ¿cuál es desierto que transitaba?, porque su nombre no tiene ninguna importancia, dado que mi intención en este momento es mostrar cómo puede ser observada un alma, un espíritu, que se encuentra desorientado, por el que no quedan ni marcas ni huellas de los pensamientos que lo transitan, porque su superficie no se ve afectada por los pasos o los pies que caminan sobre esos espíritus.
Esa sensación puede sentirse cuando uno se encuentra vacío, sin sentimientos que afecten la tranquilidad que reina en ese momento en un espíritu, ¡un alma en paz!, ¡en total tranquilidad…! Porque siente que nada la puede afectar, porque no es atravesada por ningún vendaval que la incomode, porque es sólo Dios y el viento que lo mantienen así, así con esa paz que lo asemejan a un desierto.
De la misma manera que no quiero expresar ¿qué desierto tránsito?, en este momento tampoco quiero saber ¿quién soy?, ¿ni que hago en este mundo?, ¡que sólo quiero estar yo conmigo mismo…!, no con el deseo de desaparecer, ¡no…! Con el simple anhelo de limpiar mi alma de cualquier impureza, de cualquier pensamiento malsano, pero tampoco quiero saber ¿quién soy? ¡Sólo quiero saber que soy yo y estoy conmigo!, con el viento y con Dios. Sin nada que deje huella ni recuerdo que pueda afectar mi paz, mi tranquilidad profunda.
Miguel Aramayo
SCZ.03-04-2019