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La expresión del lenguaje

26 Abr

La expresión del lenguaje

Es una elegancia tener un lenguaje ampuloso, pero para la gente común el expresarse con un lenguaje enriquecido, suena a farsa, a pedantería, a falta de humildad. En cambio, el expresarse en un lenguaje llano, brinda la posibilidad de llegar a una mayor audiencia.  Y el utilizar palabras, que aparentan ser ordinarias, algunas veces refuerzan el concepto, haciendo que la alocución completa ofrezca mayor comprensión, porque no es lo mismo decir: “qué pena”, en vez de expresar: “qué huevada”. En el primer caso sólo se expresa dolor, tristeza o pesar; mientras que, en la segunda forma, además de expresar pena, se demuestra rabia, rechazo y por lo tanto la demostración de sentimiento es más real, más auténtico.

 

De la misma manera el lunfardo que se emplea en algunos lugares o el empleo de modismos expresados en el lenguaje antiguo, como “disque”, “elay”; son más comprensibles para la gente del lugar, como es el caso de Santa Cruz y también el Beni o Pando. Las expresiones en lenguaje originario, que da una pena que se esté perdiendo, porque existen algunos términos, que pueden tener una traducción, pero el sentimiento al expresarlo es más convincente que el termino traducido, como el caso de las mismas palabras; no es lo mismo decir: “olor a huevo pasado”, que: “huele güero”. En el primer caso se denota que es un olor desagradable, pero el segundo, caso para los que saben diferenciar, el olor es nauseabundo, pero no es sólo desagradable, es putrefacto pero propio del olor a huevo podrido, que es un olor diferente y propio de ese producto y no otro que por feo también es diferente como: “tirurú”, que un olor a amoniaco, pero no propiamente de ese químico, sino olor nauseabundo a orines viejos.

 

Ejemplos de expresiones lingüísticas, más que idiomáticas, o quizá ambas, son las que enriquecen nuestra forma de hablar y escribir, por eso da gusto escuchar a las personas que se expresan de esa manera, sin descuidar el enriquecer el vocabulario, pero haciendo que éste no sólo sirva para exteriorizar conceptos, sino para expresar sentimientos, que quizá puedan interpretarse como términos feos, pero escuchar a un argentino decir: “!la concha bela…!”, es una expresión del lunfardo porteño que expresa una sorpresa de cariño, de confianza, de alegría, de reminiscencia. Como también se podría decir: “cunumicita linda, ojos de guapurú, boquita de achachairú…” en lugar de decir:” muchacha linda de ojos negros y boca dulce…”, la segunda expresión suena desabrida, sosa, sin ningún encanto, como lo expresado el lenguaje “camba”.

 

Podría llenar muchas páginas con todas esas expresiones, pero el objeto de esto que escribo, es para mostrar que existen formas de expresarse e incluso en la forma de conjugar algunos verbos uno puede reconocer la procedencia que quien habla, porque el “vos” es propio de algunos lugares donde reemplazan este término por “tu”, o “has” en “haced”, o habéis o “sois”.

 

De igual manera, el expresarse con palabras que parecen ordinarias, refuerzan el sentimiento que uno quiere exteriorizar al hablar o al escribir. Es como un poema, no es igual leído que declamado o recitado, en el lenguaje escrito uno puede reforzar con signos de admiración, interrogación o puntos suspensivos, que pueden ser expresados en el lenguaje oral, pero además tiene mucho que ver la expresión corporal, la mirada, la mímica, la fonética.

 

No es lo mismo leer: Mi tristeza, mi alegría, mi incredulidad, mi fe, mi pobre melancolía. Que leer: ¡Mi tristeza!, ¡mi alegría!, ¡mi incredulidad!, ¡mi fe!, ¡mi pobre melancolía…! Si a esto en la declamación las expresiones corporales y el timbre de voz le pueden dar un dramatismo mayor, que hasta pueden arrancar lágrimas de los oyentes, siempre que tengan la sensibilidad para escuchar y captar los sentimientos del orador, poeta o declamador.

 

Miguel Aramayo

SCZ.25-04-2019