El duelo
Recordando a un personaje muy ligado a las historias del príncipe Hamlet, esa gran obra inglesa, donde se relatan tantas muertes y donde uno de los protagonistas que es asesinado y posteriormente se presenta como un espíritu. Recordando a ese personaje pretendo opinar y dar mi versión del original. Alguien me dijo: “Soy una persona destrozada y solo te pido no añadir más sufrimiento al que ya tengo, al que me impide pensar, respirar, caminar, vivir. Soy una persona y solo pido ser tratado con empatía. Solo pido que entiendan mis emociones. Solo pido lo lógico, lo normal, lo simple, lo natural. Solo pido ser escuchado, comprendido, apoyado, informado. Solo pido que seas una persona preparada para comprenderme y ayudarme a manejar mi duelo. Solo te pido no añadir tu violencia a mi dolor.
Te pido que entiendas que no hay un manual que puedes consultar y seguir paso a paso en caso de duelos. Que entiendas que yo y que todos necesitamos ser tratados de diferentes maneras según nuestra situación física pero especialmente emocional. Te pido que me mires a los ojos, que veas en ellos mi desesperación, que la comprendas, que la respetes y que me ayudes, como el compañero bondadoso que eres, a aceptar lo inaceptable: la pérdida de mi madre.
Necesito simplemente que me trates como una persona, no que me ayudes (¿sería pedir demasiado?) pero por lo menos que no me acabes de destrozar con tu violencia.
Después de escuchar ese pedido me puse a pensar: Cuanto más conozco, estudio y, sobre todo, experimento, reafirmo lo que pienso: necesitamos aprender a respetar los duelos, tanto en tiempo como en modo, de absolutamente todos, el nuestro inclusive. En pocas palabras, es nuestro duelo y dolor y los demás “deben” tolerar nuestro proceso. Y si no son capaces de hacerlo y de brindar ese “acompañamiento amoroso” que necesitamos es mejor que se alejen.
La muerte de quién sea, cercano o no, siempre nos moverá el alma, nos impresionará. Enterarnos de que alguien muere nos hace dar un parón en la vida y reflexionar sobre la fragilidad de esta. Pero que se nos muera alguien querido por nuestro corazón es simplemente terrible. Esa misma pérdida nos hace entrar como en un estado de “shock” o conmoción y muchas veces haremos y diremos cosas que en nuestros 5 sentidos no.
Hay que entender a la persona que vive un duelo, que no es totalmente dueña de su voluntad. Su alma está como sin vida -desanimada-. Es por eso por lo que el simple “acompañamiento amoroso” del que tanto hablo es tan importante. Uno en el cual solo exista el amor, el compromiso, el tiempo dedicado, la lealtad, la escucha -menos boca y más oído-, empatía y donde el juicio, la crítica, murmuración, censura, detracción o reproche no tengan cabida. Menos crítica y más caridad.
La muerte de un ser querido, de alguien cercano a nuestro corazón nos va a afectar a sus allegados, sí, pero de manera distinta a cada uno. Eso dependerá del tipo de relación y del grado de acercamiento y convivencia que tuvimos con la persona y de la historia de amor -a veces de desamor- que compartimos.
De verdad, sobre todo entre los miembros de una familia que hayan perdido a un ser querido, es de suma importancia que cada uno reconozca y valide el dolor y el sufrimiento de los otros. Aunque sean de la misma sangre cada uno vivirá su duelo de acuerdo con sus capacidades, a como esté su vida interior, a su cercanía con Dios, a su estado emocional -equilibrado o no- y a muchos otros factores más.
Cuando perdemos a un ser querido lo que más queremos, muchas veces de manera inconsciente, es que su recuerdo permanezca eternamente y que nadie lo olvide.
Todo dolor es en primera persona. Nadie va a sentir lo que yo siento. Tampoco debo pretender que los demás entiendan mi sufrir, mucho menos exigir que actúen de tal o cual manera conmigo. Lo que si podemos pedir cuando ya estemos listos es un acompañamiento amoroso mientras transitamos el dolor.
Miguel Aramayo.
SCZ.06-08-2019 Extractado de un montón de cosas que leí.