Pasa el tiempo y el tiempo pasó.
Algunas veces me veo y no comprendo exactamente quién soy, porque no soy el que pretendo. La gente me ve de una manera diferente, cada vez acumulo un apelativo más, ya estoy convencido que soy un obsesivo, también soy un maniático y por lo tanto con esas dos descripciones ya se sabe que soy un enfermo. Ahora también me enteré que me ven como un tipo insistente, que repite las cosas con tanta frecuencia, convirtiéndome en un tipo que aburre, por su perorata repetitiva. Algo de eso ya me habían dicho y no lo llegué a captar en su real magnitud.
He llegado hasta donde estoy, haciendo todo el esfuerzo para ser sincero, honesto humilde, ordenado, colaborador, estudioso, trabajador. En realidad, he fracasado, porque recién ahora que ha pasado el tiempo, y ha pasado mucho y muy veloz, veo que solo soy un simple farsante.
Ahora tengo la plena seguridad que soy un obsesivo, pero no nací así, o quizá no me di cuenta, pero la obsesión que ahora me atormenta era otra y diferente, pero la actual considero que ha mejorado, porque en un tiempo me llevó a pensar que no valía la pena vivir y estuve a punto de cometer estupideces durante cuatro veces. Estupideces que quizá hubiera sido mejor que las consumara, para no hacer infeliz a una persona.
La manía que me caracteriza, es algo que recién me enteré, pero que, al analizarme fríamente, supe que no es algo nuevo, es algo que llevo como un sello de mi identidad, pero pensé que era algo natural, que era algo de mi propia personalidad, pero ahora sé que esa es una enfermedad y por lo que presiento, es una enfermedad sin cura.
También sé que soy un mentiroso, que tengo el don del engaño a flor de piel, eso siempre lo supe y lo cultive, con la finalidad, no de dañar a los demás, sino de engañarme yo para brindarme un poco de felicidad, porque además soy un ególatra y la honestidad y la humildad con la que me disfrazo, también son parte de ese teatro que me proporciona la felicidad.
Soy aburrido y repito las historias con mucha frecuencia, eso también lo sabía, pero lo manejaba como parte del teatro, de la máscara con la que cubrí mi falsedad, pero no para lastimar a los demás, sino como algo para maquillar mi falsedad y hacerme distraído para los demás y para que no se den cuenta de todos los defectos que llevo adentro.
En resumidas cuentas, esto que estoy escribiendo es para mostrarme como soy, una confesión ante mí y para que quede constancia de que no soy el que piensan que soy, sino que soy alguien malo, muy bien disfrazado, que incluso pretendo engañar a Dios, pero que lo que merezco es el castigo. No soy digno de perdón, he dañado principalmente a una persona, persona que ha tenido el coraje de soportarme por muchos años, hasta que le llegué a la coronilla y que ya comenzó a decirme todo lo que descubrió en mí y que la perjudique, pero no con malas intenciones, simplemente porque soy un falso que siempre fui falso buscando mi beneficio sin ver que podía dañar a muchos.
Miguel Aramayo
SCZ.28-12-2019 Día de los inocentes, a los cuales no pertenezco.
No es una despedida, seguiré así hasta que me toque partir, pero es un legado para que me conozcan los demás