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Un cuento actualizado

19 May

Un cuento actualizado

Siempre quise escribir un cuento y me di cuenta que mi vida entera es un cuento. En busca de ese cuento, conocí una gitana que sacaba la suerte y vendía objetos de cobre y de bronce, eso era en el “Gran Bazar” en Estambul. Atraído por esa mujer me aproximé a ella y me ofreció sus productos, pero también me dijo que me podía sacar la suerte. Acepté y me senté en unos almohadones y para mayor comodidad cargué mi pipa y la prendí con un fosforo.

 

La gitana me tomó de la mano izquierda y entornó los parpados para cerrar sus ojos y me dijo:

 

–Antes de leer su suerte le contaré un cuento”.

 

Cuando dijo “cuento”, se agudizaron mis sentidos y puse más atención en lo que me diría. Y comenzó su relato, era el cuento de un personaje de las “Mil y una noche” que decía:

 

–Era un hijo de Simbad, no había cumplido los cinco y ya tenía argumentos para hacer de su vida un cuento y en ese entonces ese cuento se lo contaba a su madre. –El tiempo pasaba y ese muchacho siempre tenía un cuento para su madre, pero también tenía cuentos para sus abuelas, sus tíos, sus amigos sus hermanos. Siembra era dueño de un cuento para contar a todos y todos le creían el cuento.

–Cuando entró a la escuela seguía teniendo cuentos para los amigos y parientes, pero también comenzó a contarle cuentos a los profesores y todos le creían. –Ha pasado el tiempo y se dio cuenta que, también le contaba cuentos a mucha más gente con la que se relacionaba. –Ese chico sigue de cuenta cuentos y todos le creen, pero ha llegado al extremo, después de tantos y tantos años, que se cuenta cuentos él mismo.

–Pensando es sus cuentos hizo un alto en el camino, porque se le va acabando el camino y el tiempo, que corre más veloz. Recapacito y se dio cuenta que, cada vez menos gente cree sus cuentos. –Ya no puede seguir contando cuentos, pero lamentablemente ya es tanto el tiempo transcurrido contando cuentos, que le resultaba difícil encontrar argumentos para disculparse por tofos los cuentos que contó. –Hasta esta altura de su vida solo le queda seguir contando cuentos o dejar que le pillen que, es un verdadero cuenta cuentos.

–El pobre muchacho que ya llegó a viejo, estaba seguro que si declaraba su verdad no le creerían y pensarían que es un cuento más, por lo tanto, no le queda más que continuar en esa burbuja, en esa ilusión que fue su vida, en ese bello cuento de su existencia, con el que llegará a la eternidad y quizá también le cuente el cuento a su creador al que lo hizo, al que le dio las posibilidades de ser un auténtico cuenta cuentos.

 

–¿Le gusto el cuento?, me preguntó la gitana.

 

Concentrado como estaba fumando mi pipa y observando las volutas azules que se desprendían de la cazuela de la pipa y mordisqueaba suavemente la parte que tenía entre mis muelas, moví la cabeza en señal afirmativa. Al mismo tiempo saboreaba el tabaco que adormecía mis papilas y apreciaba el aroma que desprendía el humo que ascendía. Pensando en el cuentito que acaba de escuchar.

 

La gitana insistió en leerme la suerte, pero en compensación le compré algunos anillitos, pulseras y aros, pensando en mis nietas, muy especialmente en Lucia, a la que le gustan todas estas ñañacas. La suerte dije que la dejaríamos para otra oportunidad, porque con lo vivido hasta ahora, estoy seguro que hasta yo puedo predecir cuál será el futuro, después de todo el futuro es muy efímero.

 

Miguel Aramayo.

SCZ.17-01-2020