Desde muy lejos
Sentado en una lomita de otro planeta, con el sol a mis espaldas y observando la parte oscura de la luna, pero que como estaba más lejos que ella, ella también estaba iluminada. Mi mirada y mi pensamiento estaba en la tierra, añoraba estar allí. En este momento, que es lo que les cuento, sucedió más o menos 66 millones de años antes, por entonces en la tierra existían los dinosaurios y por lo menos un 75% más de especies de las que existen actualmente.
En mi observación de la Tierra, llegaba a distinguir algunos continentes y las islas más grandes, tengo la plena seguridad de estar observando el continente americano y diferentes islas como Cuba, Puerto Rico y otras islas que no me recuerdo sus nombres. Tenían formas un poco diferentes a como las conocemos hoy, porque todavía no habían llegado a una separación total entre África y América del Sur.
Con la mente en blanco, por mi concentración, en un momento determinado observé que, un asteroide de fuego con una cola larga, en la distancia daba la impresión que se aproximaba a la Tierra; pese a la distancia noté que se acercaba a gran velocidad. Me quedé absorto y anonadado, puse el máximo de atención y presentí que el impacto sería en lo que ahora es el Golfo de México. Vi el choque y sentí el impacto, pero después de eso se levantó una llama de fuego, porque se estaba incendiando el continente americano y ese fuego era lo único que se podía distinguir, la Tierra no se borró, pero en lugar de ser una esfera luminosa de tonalidad azulada con una intensidad sorprendente, se convirtió en una inmensa bola de polvo o nubes, con un inmenso incendio donde se suponía el continente americano, que no se lo distinguía ni difuminado.
Cerré los ojos y me puse a pensar en el daño que sufrió ese planeta. Desaparecieron la mayoría de las especies y los que tuvieron mayor daño fueron los dinosaurios, pero a su vez se procrearon algunas otras especies. En el sitio del impacto, el panorama fue incluso más nefasto. La roca espacial dejó un cráter estéril de casi 32 kilómetros de profundidad donde ahora está el Golfo de México. Era imposible que sobreviviera algún ser vivo. Sin embargo, incluso en la zona del impacto, la vida se las arregló para regresar, y rápidamente.
Nuevos hallazgos publicados la semana pasada en la revista Geology revelaron que la cianobacteria —el alga verdeazulada responsable de proliferaciones tóxicas dañinas— se movió al interior del cráter unos años después del impacto (en términos biológicos sucedió en un abrir y cerrar de ojos). Este hecho sirve para iluminar la forma en que se recupera la vida en la Tierra después de eventos cataclísmicos, incluso en los medioambientes más devastados.
Después de ese acontecimiento, casi todos los días me acomodaba en esa lomita de otro planeta, donde pude admirar la furia de la naturaleza y el gran poder de Dios para controlar hechos como ese. Para modificar la naturaleza en favor del hombre y es un ejemplo que los seis días de la creación y uno de descanso, pueden ser de una larga duración. Ahora que he retornado de ese mi paseo por otros mundos, recapacito y me pongo a pensar que existen males peores que el “corona virus”, que los problemas triviales y que nuestra existencia está en manos de Dios.
Miguel Aramayo
SCZ.07-02-2020
El asteroide que extinguió a los dinosaurios fue bueno para las bacterias 05/02/2020 – 09:16:47 – Infobae.