La tristeza
Si las mujeres pueden trenzar en su cabello sus tristezas.
… Es algo escrito por Paola Klug, su cuento “Trenzaré mi Tristeza” y dice así: “Decía mi abuela que cuando una mujer se sintiese triste lo mejor que podía hacer era trenzarse el cabello; de esta manera el dolor quedaría atrapado entre los cabellos y no podría llegar hasta el resto del cuerpo; había que tener cuidado de que la tristeza no se metiera en los ojos pues los haría llover, tampoco era bueno dejarla entrar en nuestros labios pues los obligaría a decir cosas que no son ciertas, que no se meta entre tus manos -me decía- porque puedes tostar demás el café o dejar cruda la masa; y es que a la tristeza le gusta el sabor amargo.
Cuando te sientas triste niña, trénzate el cabello, atrapa el dolor en la madeja y déjalo escapar cuando el viento del norte pegue con fuerza, como las raíces del ahuehuete y suave como la espuma del atole.
Que no te agarre desprevenida la melancolía mi niña, aun si tienes el corazón roto y los huesos fríos por alguna ausencia. No la dejes meterse en ti con tu cabello suelto porque fluirá en cascada por los canales que la luna a trazado entre tu cuerpo. Trenza tu tristeza, decía siembre, trenza tu tristeza…
Y mañana que despiertes con el canto del gorrión la encontrarás pálida y desvanecida entre el telar de tu cabello. Trenza tu tristeza, decía, siempre trenza tu tristeza…”
¿Qué podemos hacer los hombres para ahuyentar la tristeza? Algunos beben para ahogar las penas, otros escriben sus tristezas y otros escriben sin expresarlas abiertamente, porque los hombres deben ser machos y no llorar de tristeza, como ejemplo el poema de Mario Benedetti, que dice así: El cuento es muy sencillo / usted nace / contempla atribulado / el rojo azul del cielo / el pájaro que emigra / el torpe escarabajo / que su zapato aplastará / valiente // usted sufre / reclama por comida / y por costumbre / por obligación / llora limpio de culpas / extenuado / hasta que el sueño lo descalifica // usted ama / se transfigura y ama / por una eternidad tan provisoria / que hasta el orgullo se le vuelve tierno / y el corazón profético / se convierte en escombros // usted aprende / y usa lo aprendido / para volverse lentamente sabio / para saber que al fin el mundo es esto / en su mejor momento una nostalgia / en su peor momento un desamparo / y siempre siempre / un lío // entonces / usted muere.
O la Oda a la tristeza de Pablo Neruda, que dice: Tristeza, escarabajo, / de siete patas rotas, / huevo de telaraña, / rata descalabrada, / esqueleto de perra: / Aquí no entras. / No pasa. / Ándate. / Vuelve / al sur con tu paraguas, / vuelve / al norte con tus dientes de culebra. / Aquí vive un poeta. / La tristeza no puede / entrar por estas puertas. / Por las ventanas / entre el aire del mundo / las rojas rosas nuevas, / las banderas bordadas / del pueblo y sus victorias. / No puedes. / Aquí no entras. / Sacude / tus alas de murciélago, / yo pisaré las plumas / que caen de tu mano / yo barreré los trozos / de tu cadáver hacia / las cuatro puntas del viento, / yo te torceré el cuello, / te coseré los ojos, / cortaré tu mortaja / y enterraré, tristeza, tus huesos roedores / bajo la primavera de un manzano. / Cuando yo muera quiero tus manos en mis ojos: / quiero la luz y el trigo de tus manos amadas / Pasar una vez más sobre mí su frescura: / sentir la suavidad que cambió mi destino. / Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero, / quiero que tus oídos sigan oyendo el viento / Que huelas el aroma del mar que amamos juntos / Y que sigas pisando la arena que pisamos. / Quiero que lo que amo siga vivo / y a ti te amé y canté sobre todas las cosas, / por eso sigue tú floreciendo, florida, / Para que alcances todo lo que mi amor te ordena, / para se pasee mi sombra por tu pelo, / para que así conozcan la razón de mi canto.
Miguel Aramayo
SCZ.28-02-2020