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El cajón del velador.

19 May

El cajón del velador.

Mi amigo abrió el cajón de la mesita de noche de su mujer y sacó un paquetito envuelto en papel blanco. Dijo: –Este no es un simple paquete, es ropa interior que le obsequié hace mucho, que ella conservaba para una ocasión especial. Ahora es una ocasión especial y puso junto a la ropa que debía llevar a la funeraria.

 

Es algo que se lee en los mensajes, de lo que mandan por redes sociales. A un principio parece morboso, pero es una realidad. Debemos estar siempre listos para partir y no debemos tener miedo, ni pena de lo que podamos dejar. Allí tendremos mucho más y mejor. Sobre todo, estaremos disfrutando de lo que logramos mientras vivimos.

 

Es el repertorio normal, que ofrecen a diario los programas de Facebook, WhatsApp incluso en LinkedIn, es lo que de alguna manera está cambiando la forma de pensar y de comportarse de mucha gente. Primero pensé que eran los muchachos los que tenían esa mala influencia, pero ahora estoy viendo que son las mujeres y mucho más las de mayor edad. 

 

Por suerte de vez en cuando se pueden leer opiniones, como la que transcribo a continuación: –Querido amigo, tus cuentos nos mantienen incentivándonos el espíritu, pues tu habilidad para relatar nos da rienda suelta para unirnos a tu realidad… y especialmente nos abstrae de los problemas por los que atraviesa este mundo, tanto en política, economía y sobre todo salud. Necesitamos de tu “pluma escritora”, pues nos brindas otro alimento para aliviar nuestros espíritus y libera la presión mental que nos atosiga.

 

También la respuesta al comentario anterior que dice: –No te imaginas lo feliz que me hace tu comentario. Internet está plagada de tonterías que nos envenenan y lo que necesitamos es paz, por ese motivo escribo para compartir con los amigos, las ensoñaciones que vienen a mi mente y que las publico electrónicamente para combatir un poco lo malo que traen las redes y también las noticias de la televisión.

 

Recuerdo con añoranza las tertulias entre parientes y amigos, en torno a una mesa, mientras las cartas del juego de corazón o loba, esperaban que concluya el cuento, la anécdota, o simplemente el chisme. También sentados en el corredor de la casa aprovechando la penumbra de la calle y el fresco sereno de la noche, algunas veces con alguien que rasgaba una guitarra y algunos cantaban, pero después continuaba la cunversa.

 

Los periódicos los leíamos con poca frecuencia, porque algunas veces llegaban una vez a la semana y su contenido ya lo habíamos escuchado en la radio, porque de la época que hablo, no había la televisión, por lo tanto, el transcurrir de nuestras vidas era más placentero. Puedo asegurar que éramos mucho más solidarios, sabíamos amar con mayor intensidad y éramos totalmente discretos en nuestras relaciones interpersonales.

 

Pero lamentablemente los tiempos cambian, nuestros abuelos también nos podrían criticar, porque ellos tenían otra forma de comunicarse y así de generación en generación van cambiando las cosas, y lo que ahora nosotros podríamos criticar, serán una añoranza para nuestros netos.

 

Miguel Aramayo

SCZ.10-08-2020