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La hija del Sol

19 May

La hija del Sol

Era una mujer muy bonita, que tenía una bella voz, además tocaba la citara con tal destreza, que podía dejar atónitos incluso a los dioses del olimpo. Pese a todos esos adornos con los que la cultivaron las musas, no tuvo la suerte de que la diosa Afrodita la tenga dentro de sus preferidas y por lo tanto también Eros y Cupido la habían abandonado, pese a eso ella se sentía protegida por Apolo y Artemisa.

 

Contrajo matrimonio con alguien que no era de la nobleza, pero si un oficial de la armada de Roda, llamado Isócrates, eso posteriormente de haber tenido una leve experiencia con el rey de Siria, quien le mintió y después de haber tenido un largo romance con ella, resulto eligiendo otra pareja, alguien que quedó embarazada, después del romance con la mujer de la bella voz.

 

Esa mujer preferida de las musas, que se llamaba Dionisia, quedó decepcionada, porque pese a ser una buena mujer; después de casarse y haber tenido hijos, nunca más tuvo los favores de Eros y Afrodita y ella culpaba de eso, por haber adelantado sus amores con Isócrates, pero existía la posibilidad que fuera por despecho al rey de Siria, que se llamaba Antíoco. El hecho es que por más que buscase pretextos, lo real era que no sentía ningún placer de compartir el lecho con Isócrates.

 

Isócrates pasaba mucho tiempo navegando en barco de guerra de la armada rodia, con el cual protegía la flota de barcos mercantes de a su comandante. La protección era de los piratas, principalmente de uno llamado Andrónico de Falasarna. Por lo tanto al pasar alejado de su casa, cuando retornaba estaba con su esposa, la cual pese a no sentir los favores de Afrodita, complacía a su esposo sin expresar su descontento. De esa manera fue pasando el tiempo, hasta que el esposo se dio cuenta y le dio mucha pena haber abusado de la pobre mujer y desde eso momento se hizo el firme propósito de no volver a molestarla, con lo cual Dionisia quedo satisfecha, aunque algo molesta, porque Isócrates respetaba su voluntad.

 

Por suerte llegaron a un buen acuerdo Dionisia e Isócrates, de esa manera vivieron muchos años a los pies del Coloso de Rodas. Felices comiendo perdices.

 

Miguel Aramayo

SCZ.23-09-2020