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Un espía

19 May

Un espía

John le Carré es quizá uno de los escritores más dedicados al tema del espionaje y creo que su especialidad es el espionaje en Rusia y ruso, en su país y fuera de él. Incluso Carré, alguna vez en su vida, trabajó en algo relacionado hasta que le pillo el gusto a poder escribir y desde ese momento se dedicó a la escritura, posiblemente dejando de lado lo que en algún momento fue su actividad principal.

 

El personaje que se describe a continuación no fue extractado de los libros del escritor nombrado, ni de ningún otro escritor de ese género literario, ¡No…! Más bien se puede pensar que es un personaje de la vida real. Un hombre simple, normal, pero que merece ser estudiado porque es un personaje enigmático, solitario, retraído, muy lector y exageradamente trabajador, no muy apegado a la vida social, pero con un gran sentido de lo que es la amistad.

 

Para que se formen una idea a quien se refiere esta crónica, se lo describirá físicamente en primer lugar, porque es lo que muestra, lo que se ve, pero no necesariamente lo que en realidad es ese personaje. Porque para ello, será necesario poder hacer un estudio psicológico en busca de investigar su personalidad y poder meter un poco las manos en lo que podría llamarse su alma.

 

Es un poco indefinido el poder establecer con claridad la edad que tiene, por eso se lo puede enmarcar entre los 35 y 45 años, con algunas canas en las cienes, pero con una piel lozana que no permite apreciar exactamente su edad, lo mismo que su físico. Delgado de un poco más de 150 libras, sin musculatura ostentosa, pero con una figura juvenil, sin nada de barriga y de espalda delgada, pero de nalgas abultadas y muslos de alguien que está permanente en actividad, sin practicar ningún deporte.

 

La estatura debía estar alrededor de 5 pies y 11 pulgadas. Cabellos castaños abundantes y ondulados, ojos verdes, nariz pequeña que hace juego con el mentón y los pómulos, peinado con cotibí a la izquierda, orejas normales. Con una expresión jovial, amplia sonrisa y una mira que denota sinceridad, pero al mismo tiempo picardía, o coquetería, que muestra pertenecer a un alma en calma.

 

Cuando lo interrogaron para establecer su perfil psicológico, sus respuestas fueron claras y mostró una facilidad de palabra y claridad de criterios, con amplio vocabulario y un buen nivel intelectual en diversos temas. Además, con una amplia cultura, conocedor del arte en todas sus facetas, musica, teatro, cine, pintura escultura. Daba la impresión que era una persona que había viajado por varias partes del mundo, por lo menos lo más emblemático de los cinco continentes, pero hablaba un solo idioma, aunque comprendía muy bien el portugués y el italiano, pero al haber estudiado latín poseía un adecuado repertorio lingüístico de sinónimos y parónimos.

 

Algo que llamó la atención cuando le interrogaban sobre su estado civil, respondió de la siguiente manera: –Casado una sola vez, infiel, porque si bien tengo esposa, carezco de mujer. Eso llamó la atención a los que lo investigaban, pero el respondió con mucha naturalidad y dejó pasmados a los encuestadores. Eso los hizo pensar, que se le podía dedicar una pieza musical: Amapola, lindísima Amapola / Será siempre mi alma tuya sola / Yo te quiero, amada niña mía / Igual que ama la flor la luz del día / Amapola, lindísima Amapola / No seas tan ingrata y ámame / Amapola, amapola / ¿Cómo puedes tú vivir tan sola? / Yo te quiero, amada niña mía / Igual que ama la flor la luz del día / Amapola, lindísima Amapola / No seas tan ingrata y ámame / Amapola, Amapola / ¿Cómo puedes tú vivir tan sola? Compositores: Albert Gamse / Joseph Lacalle.

 

Miguel Aramayo

SCZ.26-09-2020