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Los diferentes y mi locura

19 May

Los diferentes y mi locura

Caminaban por el bosque unos hombrecitos diminutos, no eran Pitufos, tampoco eran Duendes, eran simplemente enanos. Detrás de ellos caminaba un hombre común y corriente, no parecía leñador, tampoco cazador, Era alguien que por algún motivo estaba en el bosque, pero no mostraba nada diferente y no parecía que siguiera a los enanos, los que le llevaban una gran distancia, ellos no iban cantando o llevando alguna herramienta, era gente chiquita, pero sin ningún rasgo que los haga parecer que pertenecían a un circo.

 

Este mundo es así, da la impresión que estuviéramos en un bosque, un bosque de edificios, pero no como los antiguos edificios de cemento, ¡no…! ésta es una selva de edificios de vidrio y metales, metales que en su mayoría no se observan, porque están cubiertos por los vidrios polarizados de diferentes tonos o plásticos mimetizados como madera e incluso como algún metal.

 

Los que parecen enanos en realidad no son tales, son gente común y corriente, pero que, vista desde una cierta altura y a una distancia, dan la impresión de ser chiquitos y si uno de vez en cuando ve un hombre más grande, es porque el individuo se mueve casi al nivel de los que observan a los hombres chiquitos en el bosque, el bosque que no es tal, sino una simple ciudad de las ciudades de la actualidad. Quizá el observador está en Dubai o en New York, quizá San Pablo o Ciudad de México.

 

Las grandes ciudades cada vez se asemejan a bosques, aunque ese concepto también, poco a poco, está desapareciendo, porque cada vez hay menos árboles, los hombres que son dueños de las ciudades los están haciendo desaparecer, para convertirlos en materiales sintéticos o para hacerlos papel, papel para envolver obsequios, o papel para hacer propaganda y los desechos que dejan en lo que eran bosques, después les prenden fuego, para dedicar esas tierras a otras actividades o hacer más bosques de concreto.

 

Así como los bosques de árboles se convierten en bosques de concreto y vidrio, también los hombres, grandes, medianos o chiquitos, se están deshumanizando y cada vez se alejan de quien los creo o se creen con las capacidades de poder hacer de este mundo lo que se les antoja, cada vez hay menos respeto por los demás y el observador ve que los hombres grandes quisieran pisar a los hombres chiquitos, o cada vez se creen capaces de ignorarlos y dejarlos vagando por el bosque, el bosque de edificios.

 

El mundo se está achicando o los hombres lo están invadiendo, porque cada vez hay más hombres grandes y chiquitos y cada vez menos bosques de árboles y más bosques de edificios. Pareciera que estamos viviendo una pesadilla, de esas pesadillas que observamos que la habitación donde tenemos nuestro lecho se va llenando de pelotitas, bolitas que nos impiden movernos y que incluso nos impiden respirar. Otras veces la pesadilla, da la impresión que caemos en un abismo sin fin y cada vez tomamos más velocidad y nos falta el aire que respiramos.

 

Observando todo ese desbarajuste, notamos que sentimientos como el respeto, el amor, la comprensión, son cada vez más escasos. Da la impresión que es una carrera desenfrenada hacia el apocalipsis de las sagradas escrituras, ése que ya fue reemplazado por la inteligencia artificial, las redes neuronales y la inteligencia profunda. Seguramente llegaremos a un punto que ni el Creador nos podrá salvar.

 

Miguel Aramayo

SCZ.13-10-2020 martes 13 no te cases ni embarques ni de tu casa te partes.