info@miguelaramayo.com

Pensando en el más allá

22 Oct

Pensando en el más allá

Desde muy pequeño me agradaba pensar en el significado de la espiritualidad, en el sentido del bien y del mal y como intervenían
los espíritus en todo ese tema. Me gustaba ir a misa, no solo por tocar las campanitas y oficiar de monaguillo. Muchas veces me encontraba conversando con las estatuas de santos, muy especialmente de la Virgen María, pero también tuve un cuadro del Niño de
Praga, al que en innumerables veces le pedí favores, que me salve del castigo de hechos que con seguridad recibiría una reprimenda. Ese Santo nunca escucho mis plegarias y mis suplicas. Pese a eso seguía insistiendo, para darle una oportunidad al Santo, que
me demuestre su poder Divino. ¡Pero nunca lo conseguí!

 

Algunas veces me acomodaba en la parte más oscuras del jardín, donde había una planta de Floripondio, del que sorbí su néctar,
el cual
era muy dulce y nunca me afecto. En ese rincón muchas veces desafié al diablo para que se presente y nunca se apareció, le decía que no le tenía miedo.

 

Ahora medito sobre esa actitud de coraje y me parece el absurdo más grande. Después de Haber leído algunas novelas (El Código da Vinci, Ángeles y demonios, La Divina Comedia, y muchos
más). Además de libros serios como algunos pasajes de la Biblia (antiguo Testamento), el Corán y el Nuevo Testamento, he podido observar que existen muchas referencias serias sobre la existencia del demonio.

 

Ahora estoy revisando a
Emanuel Swedenborg
,
que hace una descripción de cómo es la vida en el Más allá
y de los lugares donde viaja el alma al abandonar al cuerpo, con una información detallada sobre como es el despertar en la otra vida. Esta que, según cuenta le fue entregada como una visión que se le presento entre sueños y eso lo hizo expresar: «Me ha
sido otorgado estar con los ángeles, y hablar con ellos como hombre con hombre y así como ver las cosas que hay en el cielo y también las que hay en el infierno, y esto por espacio de trece años, siéndome ahora permitido referirlas por oídas y vistas, esperando
que así la ignorancia será iluminada y la incredulidad disipada
«. Describiendo al cielo y a sus habitantes, el mundo de los espíritus y al infierno, sostiene que Dios es el amor absoluto, y que su intención es que todo lo creado por él, vuelva al Cielo.

 

En la teología postconciliar, la figura de Satanás no ocupa un lugar destacado. Tanto en las obras de teología como en las de catequesis, es sustituida por el término genérico
del «mal». Los propios textos del Vaticano II son también bastante parcos en la explicitación de las figuras bíblicas del diablo o de los demonios. Los mencionan preferentemente con la denominación del Maligno. Estas actitudes teológicas delante de la figura
del diablo tienen antecedentes en la propia Escritura. En la carta a los Romanos, Pablo habla del Pecado (43 veces) para referirse al poder del mal y sólo una vez se refiere a Satanás (16,20), para decir que «en breve, el Dios de la paz aplastará a Satanás
bajo vuestros pies
«. Así afirma, en una perspectiva escatológica cristiana y sirviéndose de la simbología judaico-apocalíptica, el triunfo de Cristo sobre las divisiones y los escándalos provocados por algunos miembros de la comunidad.

 

Es obvio que podemos hablar de la victoria de Cristo sobre el mal sin referirnos a las figuras bíblicas del diablo o de los demonios, pero no podemos olvidar que, gracias a
la renovación bíblico-litúrgica, la Biblia está en manos de todos y que los fieles oyen en su propia lengua los textos evangélicos, en los cuales la figura del diablo y de los endemoniados aparece frecuentemente. Para una correcta comprensión de la fe, basta
con que, en la teología y en la catequesis, ¿se sustituyan los diversos nombres del diablo por la palabra Mal?

 

Como pude ver la literatura sobre el tema del bien y el mal es extensa y en muchos casos hasta contradictoria y por lo tanto a mi entender lo que debemos hacer es actuar de la mejor forma posible, siguiendo las recomendaciones
del catecismo, pero también haciendo uso de nuestro razonamiento y los dictámenes de nuestra conciencia.

 

Miguel Aramayo

SCZ.12’09’2022