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Antigüedades

4 Mar

Antigüedades

Antigüedades

 

Todavía me gusta el sonido de las guitarras a media luz y cerca del amanecer, interpretando algunos boleros románticos. Porque cuando estaba cerca de ti yo permanecía contento, no quería que de nadie te acordaras, tenía celos hasta del pensamiento que pudiera recordarte otra persona amada. Aunque digan que la distancia es el olvido, yo no concebía esa razón, porque yo permanecía siendo el cautivo de los caprichos de tu corazón. Supiste esclarecer mis pensamientos y me disté la verdad que yo soñé, ahuyentaste de mí los sufrimientos desde la primera noche que te amé.

 

Los años han pasan volando, pero esos recuerdos de romanticismo todavía perduran y de vez en cuando retornan a mi mente con tal nitidez que rememoro cada momento. Una lástima que los tiempos hubieran cambiado y ya no se escuchen las serenatas que eran tan frecuentes en nuestros tiempos de juventud. En mi mente siguen sonando esas canciones, todavía sigue viva la ilusión de tanto amor y me da pena que ninguno de los cantores que me acompañaron estén vigentes, o se alejaron del medio, pasaron a la eternidad o desaparecieron.

 

Estoy seguro de que el amor no muere. Queda latente y de vez en cuando aflora a la memoria con bellos recuerdos, pero generalmente los mismos ya no se pueden compartir. No todos podemos recordar esos hechos con la misma nitidez e intensidad. Todavía rememoro haber bailado bien apegadito sintiendo las caricias que me hicieron que mi alma se elevara y sentir esa sensación que recorría todo mi cuerpo. Mis labios perciben el aliento del ser amado en ese momento y la sensación del chasquido de un beso febril, que nos hacía remontar al universo y ver la luna de una forma extraña y de una tonalidad diferente.

 

La vida avanzó en su largo e inexorable camino. Los años pasaron para mí y me dan la impresión de que esos momentos románticos fueron ayer, porque el tiempo se paralizo, aunque el universo recorrió mucho espacio y el mundo dio innumerables vueltas. Cuando uno amó con intensidad, ese influjo continúa sintiéndose y logra que el corazón se arrugue como antaño.

 

Ya nos queda muy poco camino por recorrer, pero la ilusión que producen esos ensueños y añoranzas nos dan impulso para seguir viviendo, para continuar amando, recordando viejas canciones y melodías que suspenden nuestro espíritu, haciendo que desprendamos los pies del suelo y acerquemos nuestra alma a lugares divinos, como cuando éramos jóvenes y podíamos amar con esa intensidad, que ahora no es más que una mención lejana.

 

Miguel Aramayo

SCZ.23-05-2023