Obra teatral – La bella y la bestia
Algunos amigos del exterior me preguntan: “¿Cómo están, Bolivia y los bolivianos?” y me resulta muy difícil poder explicar en pocas palabras cual es mi apreciación. Como de vez en cuando me gusta escribir cuentitos para uso interno y muy reducido, se me ocurrió graficar nuestra situación, aprovechando de que en algún teatro de España han estrenado una comedia musical sobre la obra de Walt disney: “La bella y la bestia”, cuento de de Madame Leprince de Beaumont, que está siendo escenificado con gran éxito porque se parece más al cuento que a la película de dibujos animados.
El guión de esta obra lo han escrito en alguna parte del Caribe. El original pertenece a alguien que está muy viejito y que cualquier momento dejará este mundo cruel, él que encargó a uno de sus amigos, o seguidores, que al ser muy platudo está llevando a escena como productor, con algunas adaptaciones que recompensen en algo los cheques que invierte. La búsqueda de los actores no fue muy difícil porque se la encargó a unas “organizaciones sin fines de lucro” de Europa, que están soñando con cambiar el mundo e implantar el “socialismo siglo XXI”. Esta gente se encargó de conseguir los actores, de entre sus colaboradores en Sudamérica y ellos además de participar en la obra como reparto principal, se encargaron de conseguir los actores secundarios, los que eligieron de un grupo de “originarios”, principalmente del Chapare cochabambino y que tenían amplía experiencia en el manejo sindical de la “coca” (Hoja milenaria bendita por sus dioses y que se emplea para hacer drogas o usarla como tal). El escenario elegido fue Bolivia, por condiciones previamente seleccionadas por un personaje muy popular que dejó sus huesos en Vallegrande y que fue enviado allá engañado por el viejito.
El que dirige las escenas en el teatro seleccionado, es un personaje muy fino, que en su juventud fue seguidor de quien eligió el escenario en el que se desarrolla la comedia, que tuvo un amplio entrenamiento o adoctrinamiento y que como dice el refrán: “Podrá haber perdido las manchas pero no las mañas”. Claro que como ahora estamos en el siglo XXI, ya se utilizan otros métodos mucho más sutiles que los fusiles, pero que pueden ser mucho más efectivos. Él tiene dentro de los actores principales a los que no solo cantan y bailan, sino que son sus seguidores más fieles y muy bien capacitados en su misma escuela. Ellos no son “originarios”, más bien se podría decir que son “infiltrados”, pero son los que interpretan las escenas a cabalidad y con una dulzura y pureza, que se aprecian incluso cuando las luces se apagan, porque muchos de ellos son fosforescentes, especialmente los que más hablan porque son voceros.
Los actores secundarios en su mayoría “originarios”, han sido tan bien entrenados y preparados, interpretan su papel a cabalidad, ellos son los que deben hacer acrobacias y hacer reír al público, realmente son interesantes porque son los que además de actuar internamente, se los utiliza para publicitar la obra en el exterior y servir de modelos en los cárteles de publicidad. Algunos de esos actores, en su mayoría seleccionados para escenas muy cortas, son “infiltrados orientales” que aparentan actuar en papeles principales, pero son desechables y duran muy poco en el escenario, por su propia condición de “orientales”, incluso hubo una actriz, muy movediza y que cantaba bonito, que solo la emplearon para la presentación del reparto y la introducción y después de eso salio de escena definitivamente.
La obra está montada de manera que también lo hacen participar al público, y usan no solo a los más ingenuos, también los hacen participar a los más reacios, porque la trama es tan compleja que en algunos momentos no se llega a diferenciar si la escena se corre entre los actores o entre el público y en esto no solo los hace actuar al público nacional, también se utiliza a los extranjeros, especialmente a un argentino de una mirada extraña y a un brasilero. Uno de ellos, algunas veces se presenta en escenas en las que se puede lucir, en otras escenas se lo presenta, aparentemente, con el objeto de ofenderlo y menospreciarlo por su tufo a alcohol (biocombustible). El guión está preparado para una comedia, pero en algunos momentos la comedia se vuelve de terror, o en otro momento produce llanto porque se convierte en drama. Lo que es más notorio es que el final es difícil de predecir, aparentemente todavía no fue escrito y por la trama que sigue la obra no se puede elucubrar como concluirá, todavía en el suspenso en el que estamos no se puede intuir el desenlace final.
Algunos personajes, en algunos momentos se comportan como si hubieran olvidado el libreto, pero esto es parte del guión, para mantener el suspenso o incrementar la jocosidad del acto. Se ven tantas contradicciones, que el público pasa por situaciones extremas de risas a carcajadas, o de suspenso y adquiere mayor protagonismo cuando la obra entra dentro de un suspenso aterrador. La bella es el personaje que permanece más tiempo en escena y quien más comparte con el público de un cierto nivel y la bestia tiene su rol en las escenas de mayor jocosidad o popularidad, pero también se nota su sumisión a la bella, cuando así lo describe el libreto, llegando en algunos momentos a desaparecer de escena.
La tramoya, los efectos especiales como “el sexo de las piedras” o la “lectura en las arrugas de los viejitos”, “la yuca para comida de cambas”, o los “cambios de sedes”, están muy bien y oportunamente preparados y son parte principal del guión. La iluminación, el sonido y los escenarios están a cargo de un sin número de extranjeros, comandados por un peruano, desde la oscuridad del teatro y casi todos ellos son invisibles, pero perceptibles, tienen a su cargo todo lo que podría involucrar o confundir al público y las técnicas utilizadas, suficientes para guiar a los actores, “originarios” e “infiltrados”, incluso a la bella y la bestia. Todo cumpliendo lo dispuesto por el autor principal y para dar gusto absoluto a quien hizo el arreglo de la obra.
Miguel Aramayo
SCZ 06-10-2007