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¿Chiquito qué estás haciendo?

13 Dic

¿Chiquito qué estás haciendo?

– ¿Qué puede hacer uno, cuando los amigos no lo buscan?

– No te hagas la victima, yo siempre pienso en vos y te busco cada vez que te quiero y que te necesito, por lo tanto tu ¡suplica de cariño es en vano!

– Amigo, algunas veces uno tiene derecho a estar triste y hoy es ese día.

– Chiquito, ¿qué puedo hacer por vos?

– Chiquito, hagamos una de esas hazañas a las que estamos acostumbrados, vos tienes todos los recursos, yo solo te acompaño y te colaboro.

– Flaco, estoy tan bajoneado que no se me ocurre nada.

– Chiquito, si hablamos un poco de nuestras anteriores aventuras, o por lo menos te acordarás de cuando yo tenía la moto imaginaria y vos alguna veces corrías detrás de mí hasta que lograbas subirte.

– Flaco, con eso me estás comenzando a animar, pero me recordé de algo que también hacíamos como locura. Cuando nos sentábamos en el jardín de la casa de la abuela Mercedes, detrás de la panadería, por donde la abuela sembraba alcachofas. Y nos poníamos a meditar y a trazar planes de lo que seria tu vida, ¡tu vida…!, porque la mía sería la misma que la tuya, correrían paralelas, con la única y gran diferencia, que vos tendrías hijos, mujer, una familia y, yo seria el eterno soltero, el eterno solitario, ¡tu amigo!, porque Dios quiso que fuera tu “angel guardián”, ¡tu compañero”.

– Chiquito, con tantas tristezas me estás poniendo melancólico, también a mí, pero noto que te estás contradiciendo, haciéndote el sufrido sabiendo que lo mejor que te ha dado la vida soy yo y, como tal tenemos que saberla vivir.

 Flaco, tenés razón, al diablo con los llantos y hagamos algo.

 

Después de esa charla con el Ser Chiquito, decidimos ir de viaje al Asia, pero no para ver las cosas bellas que tienen por esos lugares. No, como los dos estábamos tristes, nos decidimos por lugares como Afganistán o Pakistán, especialmente Afganistán, que después de ser un pueblo tranquilo, “la Tierra de los afganos – pastones”, digo relativamente tranquilo, porque es un pueblo guerrero por muchos siglos y por naturaleza. En estas últimas décadas, con tanta guerra y tanta maldad, primero los comunistas en 1978 hasta 1989, luego en 1996 los talibanes impusieron la sharía (la vía o la senda) o ley musulmana y, por último los norteamericanos con una coalición en el 2001 después del 11 de septiembre (después de las torres). En  general los enemigos externos e internos, han reducida casi a la miseria a esa gente que era tan buena que tenia principios religiosos, conceptos muy altos de amistad, de familia, de vecindad y un profundo anhelo de progreso.

 

De un momento a otro estuvimos en Kabul y lo que vimos fue desastroso, todo lo bello todo lo hermoso había quedado reducido a escombros, no existían edificios, las mezquitas estaban desechas, lo que en la antigüedad había sido Ariana, con gente tan alegre de ojos claros en su mayoría, azules y verdes, principalmente verdes con una piel aceituna, o mejor dicho color chocolate claro, con pelo castaño, ahora todos parecían pordioseros, nadie se bañaba, vestían harapos, les faltaban dientes, todo olía a excrementos, a mugre a suciedad.

 

Hicimos un recorrido por Kabul, Kandahar, Mazar – e Sharif, Herat, y nos quedamos más tiempo en Jalalabad, porque allí nos quedamos a dormir y apreciar las montañas y los grandes precipicios y porque estábamos cansados del viaje, después continuamos por Kunduz, Gazni, y por último Bamiyán. Fuimos invitados por el presidente Hamid Karzai que nos recibió con su vestimenta, con un sombrero de cuero de cabra curtido de color verde muy oscuro, que se asemeja mucho a la calatrava y que se llama Pakul, el complemento era su chapán verde que le da el toque de elegancia y debajo sus pantalones blancos. La mayoría del tiempo hablamos en dari, pero también hablamos en patán o pashtún.

 

Pensar que en estas tierras, por lo menos lo que dice la historia de Jarasán, cuando formaba parte de Irán, pero ya independiente de los califas, transcurrida la “Ruta de la Seda”, fueron invadidos por los persas, griegos, árabes, turcos, mongoles, británicos y ahora último soviéticos y norteamericanos con la coalición de la OTAN. Por eso tienen una mezcolanza de etnias, idiomas, religiones y costumbres, pero en general los afganos son todos iguales, hombres muy arrojados, hombres sin miedo, pero al mismo tiempo, muy cumplidores de su palabra y, sobre todo leal a sus ideales.

 

Visitamos la Mezquita Azul, Mazār-e Šarīf que significa «Noble Sepulcro», como referencia al gran santuario de techo azul y a la mezquita en el centro de la ciudad de todos los afganos, ambos chiítas y zuñes. Los historiadores, creen que es el sitio de la tumba de Ali Ibn Abi Talib, el hijo por ley y primo del profeta Mahoma que se cree está enterrado en Nayaf, Irak.  Después de ese paseo como se pasó nuestra tristeza retornamos a Santa Cruz.

 

 

Miguel Aramayo

SCZ. 13-12-2008