Campanita.
Sólo a mí me suceden cosas extrañas, estando solo, o en compañía de mi amigo el “Ser Chiquito”. Esta vez estaba yo solo en el jardín de la casa cosechando acerolas, guapurúes y mangas, la tarde era calurosa en exceso, ni a la sombra tomando un refresco con hielo, lograbas disminuir la sensación térmica que estaba próxima a los cuarenta grados Celsius.
Me senté en la grama húmeda y mientras miraba las piedras lajas del patio, observe una reverberación, algo similar a lo que notas cuando observas en lontananza, hacia lo que podrías considerar el final del horizonte en una carretera muy recta y de asfalto, ese vibrar de la atmósfera, que da la impresión de ser el vapor que salé del pico de una caldera con agua hirviendo, pero que en realidad es efecto del sol, una ilusión óptica, un espejismo.
Así vi en el patio, pero a medida que fijaba con mayor detenimiento, mi vista, encontraba que en lo difuso de la visión, quienes estaban en ese espejismo eran algunos de los personajes de “Peter Pan”, los que estuvieron en el país de “Nunca Jamás”. Estaba Wendy, Campanita, la princesa Luna Blanca (que en el cuento, fue secuestrada para poder aprender a Peter Pan), también estaban Michael y John, hermanos de Wendy, pero en la visión no está el Capitán Garfio ni tampoco Peter Pan.
También al igual que Peter Pan, «Yo si creo en las hadas», creo en el polvo mágico que Campanita puede esparcir en nosotros, para poder volar con ella, con los niños o incluso sólo y sin pensar que estamos gordos, también estaba “Tigrilla” que es la joven princesa del Clan Piccaninny.
Me levanté muy lentamente de la grama húmeda y me acerqué sigilosamente hasta la reverberación y a medida que me aproximaba a esos personajes, o ellos crecían, o yo disminuía de tamaño, porque a cada paso encontraba que no era ilusión óptica, era la pura y santa realidad. Cuando estuve junto a ellos, me saludaron con la mayor naturalidad, como si fuera uno más del clan.
Wendy me saludo de mi nombre, como si fuera alguien al que conocían de tiempo, yo hice lo mismo con ellos, le di un beso a Wendy y a cada una de las princesas y les di la mano muy efusivamente a los hermanos, pero con ellos hicimos sonar las palmas de las manos y luego empuñando los dedos hicimos chocar los nudillos. A campanita la saludé con mucho respeto y ella hizo lo propio conmigo.
Les conté lo que me sucedió y la impresión que tuve de que fueran una visión y ellos se rieron, porque están acostumbrados a entrar en mayores aventuras, en cambio yo, recién estoy practicando esas artes. La conversación con Campanita versó sobre lo que leí de ella en el periódico de hoy, lo cual le complació, porque se dio cuenta que en Santa Cruz de la Sierra también la conocemos y la queremos mucho.
No supe cuanto tiempo permanecí con ellos, pero lo que si me recuerdo es haber enviado saludos para el capitán Garfio y Peter Pan y decirles que extrañe no ver a Nana (la perra niñera), no tuve problemas en encontrar mi sobra y retornar a la realidad y al oficio de la cosecha.
Miguel Aramayo
SCZ. 30-11-2008
Para aumentar su cultura transcribo algo que les servirá para ver porque es tan famosa esta obra:
James Matthew Barrie escribió la obra para un musical llevado a cabo en Londres el 27 de diciembre de 1904, hace 104 años. James Matthew Barrie (1860-1937) fue un hombre de aspecto aniñado, pequeño de estatura y voz de timbre agudo que siempre le confirió una apariencia mucho más joven. Su carácter fue igualmente infantil y era entusiasta de los juegos y la mímica. Una mañana, paseando con su perro san Bernardo Porthos por los jardines londinenses de Kensigton entabló amistad con unos niños que jugaban acompañados de su niñera. Eran los hermanos Davies y fueron los primeros que escucharon las historias de Peter Pan. Se encontraban a diario y Barrie inventaba para ellos relatos fantásticos de un niño que vivía solo en el parque y hablaba con los pájaros y las hadas. Algo como el Ser Chiquito y yo.