Alsacia Eguisheim Alto Rin
Sonó mi celular, no me dio el tiempo para responder, estaba con las manos sucias, pero distinguí quien llamaba. Devolví la llamada, no tardaron en
responder y lo primero que escuche fue un beso, no con palabras, sino con el chasquido producido por sus labios junto al micrófono.
−Como no pude responder, le devuelvo la llamada. −Estaba pensando en usted. Porque en esta mi soledad usted cubre ese espacio faltante y solo recordarla
me hace feliz.
−Lo llamo, para pedirle que nos juntemos en algún lugar especial para liberarse de tanto estrés. Conozco uno en particular que me resulta muy atractivo,
está ubicado en el Alto Rin de la Alsacia francesa, se llama Eguisheim.
−Unos amigos nos prestan su casita. Alla vive de toda la vida una señora que ronda los 90 años, con una sobrina que la atiende y sobre todo la acompaña.
La estructura de la casa es de ambientes independientes, con total privacidad de los espacios comunes que los compartiremos con la tía y su sobrina, ellas nos servirán de guías y de historia viviente.
Acepté la invitación y comencé a pensar, ¿Dónde estaba ubicado ese pueblo en el mapa?, ¿las distancias?, ¿los medios de transporte?, ¿cómo deberíamos
trasladarnos? Prometí devolver la llamada contándole todo lo que pudiera averiguar y la forma de concretar el paseo y la estadía.
Eguisheim, está a 508 kilómetros de París y se puede ir por carretera, ómnibus o tren a un tiempo similar. En avión se tarda más o menos 1 hora. Desde
Zúrich, son 147 km. de buena carretera, por lo tanto, mi amiga podía irse en auto y ahorramos gastar en alquiler. Yo partiría en avión el viernes en la tarde y ella llegaría el sábado muy temprano. Del aeropuerto tomé un taxi, al llegar, toqué el timbre, me
recibió una señora muy simpática, de más de 90 años y me presenté.
−Señora soy Lisandro, el amigo de Almudena.
−Pase, los estaba esperando, ¿Qué es de Almudena?
−Ella llegará mañana. Por combinaciones aéreas, no me quedó más remedio que llegar antes.
−Les compré entradas para un festival de música que comienza esta noche. Si usted no se molesta y me permite, lo puedo acompañar, para no desperdiciar
la entrada de Almudena.
−Para mí será un honor el poder tener tan grata compañía, por lo tanto, quedo a sus órdenes. Usted dirá como debo vestir y la hora de partir. Si necesitamos
tomar taxi o ir caminando.
−Me resultan tan agradables sus palabras, como si usted fuera una persona de mi época, con la gentileza a flor de piel sin fingir. Puede vestir tal
como está y llevar algo de abrigo por si refresca en la noche. El espectáculo comienza a las 19:30, supongo con duración de dos horas.
−Estimada señora, sus palabras, son melodía para mis oídos y un bálsamo para mi espíritu, me siento halagado por el cumplido.
−Pase, le mostraré la casa y su dormitorio. Es bueno que conozca todo, porque hoy estaremos solos. Mi sobrina se fue a pasar el fin de semana con el
novio, como es la costumbre actual y retornará el lunes en la mañana.
Me hizo un recorrido por todos los ambientes, todo era un primor, ordenado, amoblado y decorado con mucho gusto. Todo era antiguo, pero cuidado con
esmero. Desde luego poseía algunas cosas modernas, como el aire acondicionado, la calefacción y algunos otros utensilios, la cocina, el microondas, los televisores y el equipo de musica. En un rincón de la sala, todavía se mostraba un antiguo teléfono de disco
y colgante. Después del recorrido con explicaciones minuciosas me dejó en libertad de tomar un baño y permanecer donde me quedará más confortable. Ella estaría en su dormitorio viendo una novela, hasta que nos toque partir al concierto.
Me recosté, en espera del llamado de mi amiga. En un momento el timbre del celular me volvió a la realidad, era ella, con una noticia desagradable.
Estaba partiendo a América, se le presentó un imprevisto ineludible y no podría acompañarme. Me recomendaba permanecer alojado en esa preciosa estancia, hasta retornar en mi vuelo del lunes en la tarde. Quedé muy triste, pero comprendí la situación y no quedaba
más, que adecuarme a la situación.
Tomé el libro que traje, se llama “El Umbral del Bosque”, del escritor argentino, “Patricio Sturlese”. Me dirigí a la sala, me acomodé
en un sillón para iniciar la lectura. Estaba en ello y apareció la señora bien arregladita y me dijo: − ¡Ya podíamos partí!, caminaremos unas dos o tres cuadras, si lo hacemos a mi paso, llegaremos a tiempo. Dejé el libro en la mesita y pasé a retirar una
americana, por si requería estar abrigado y algo más elegante.
Salimos, ella pegó la puerta, tomó mi brazo, lo cual me halagó, mucho tiempo que no sentía esa sensación tan agradable, me recordaba a mis parientes
mayores. Mientras caminábamos le conté que mi amiga no vendría, se le presentó un imprevisto y tuvo que viajar mucho más lejos. Me expresó su pesar, pero me pidió quedarme con ella el tiempo que había programado. Ella vería la forma de recomendarme lugares
a conocer y me invitaba a desayunar todos los días y en algún momento me prepararía un almuerzo o cena.
Mientras nos dirigíamos al concierto me comentó la historia de Eguisheim, que es muy antigua, el castillo fue construido el 720 y el papa Leon IX nació
en el castillo el 1002. Gracias a la generosidad de los condes, muchos conventos poseen bienes en la ciudad y se dedicaron al vino, de alta calidad y licores de diferentes sabores. Debe tener una población de más o menos 2.000 habitantes. Es uno de los pueblos
más bonitos de Francia y conserva su donaire de lugar antiguo y respetable.
El concierto al que asistimos era una mezcla de vino y musica, en la iglesia de San Pedro y San Pablo, memorable por sus campanarios románicos del
siglo XIII. Durante quince días, el Festival Musica presenta las obras más significativas de un siglo XX rico en creaciones musicales, con sus referencias, sus herencias, sus obras maestras, comparándolas con las nuevas generaciones de artistas, compositores
e intérpretes. El festival acoge a artistas especializados en la música contemporánea y a formaciones clásicas prestigiosas.
Después nos fuimos caminando a la casa y allí me ofreció unos bocaditos y un té caliente, con la promesa de tomar el desayuno de mañana a las 9:30,
lo que acepté gustoso. Ni bien puse la cabeza en la almohada quedé dormido recordando la buena musica y disfrutado la amena compañía de la señora que era mi anfitriona, que se llamaba Mari Stella.
Al despertar y como la señora seguía en cama yo salí en busca de una florería, por suerte la encontré muy cerca y retorné a la casa con un ramo de
rosas amarillas y unos claveles blancos. Al llegar ella ya estaba en la cocina y todo el ambiente olía a panceta ahumada y tostada. Entré y la saludé con un beso en la mejilla y puse las flores en un florero desocupado, y ordené las rosas con los claveles,
para que presenten un lindo aspecto.
−Lisandro usted es un individuo de otra época, sus ademanes son tan especiales, estoy feliz de haberlo conocido, lástima que su amiga no pudo llegar,
pero le aseguro acompañarle sin molestarlo, distrayendo su soledad.
−Señora Mari Stella, me siento feliz de estar con usted. No digo que no extrañé a Almudena, pero estoy viviendo en este momento algo delicioso. −De
solo sentir todo lo preparado y de verla sacar del horno el pan amasado por sus manos, del jugo, las frutas, el revuelto de huevos, la panceta asada y el café con leche, estoy suspendido en el espacio. − ¡Es una atención de lujo!
Después de completar el desayuno conversando trivialidades, ayudé a poner en orden todo y no la dejé lavar nada, todo lo hice yo y solo le pedí me
guiará para acomodar los utensilios en su lugar. Después nos fuimos a sentar a la sala y ella puso música instrumental en un volumen muy bajito permitiendo conversar cómodamente.
− ¿Lisandro usted es casado?
− ¡Si!, pero no con Almudena. Con ella me une una gran amistad y la pasamos muy bien desde hace mucho tiempo, ella no tiene ningún compromiso y soporta
que yo sea como soy.
Con una mueca de espanto, respondió: − ¡Ay los hombres!
−Son las circunstancias las que nos hacen así y la aceptación de nuestras parejas.
−Ya que estamos sincerándonos, ¿está enamorado de Almudena?
−Entiendo que el amor es algo sublime y ¡solamente una vez se ama en la vida…! Lo que siento por ella es cariño, respeto y nos complementamos en otros
aspectos, que imponen nuestras exigencias biológicas.
Ambos nos quedamos callados y cuando retornamos a la conversación ya fue sobre la literatura y sobre todo las poesías. Con ese tema nos pasamos hablando
el saldo de la mañana hasta que aceptó mi invitación y nos fuimos a almorzar.
Pasé tres días inolvidables, compartiendo con una persona que tenía mucho para hablar, al extremo que, algunas veces me quedaba callado y extasiado
escuchando las historias contadas con tanto lujo de detalles. Todos los días desayunamos juntos, cenamos juntos y disfrutamos del concierto de música clásica.
Miguel Aramayo
SCZ.10-08-2021