Buscando la felicidad
Era una persona que vestía de una túnica amarilla y que seguramente le tocó caminar por algún lugar oscuro porque tenía la frente con chorreaduras de vela. Su mirada era incierta, daba la impresión de no ver muy lejos o de estar volando. Se sentó al borde del camino por donde transitaba la gente de ida a trabajar. Su postura para sentarse parecía algo incomoda, cruzo las piernas como si fuera desgonzado, eso se notaba por la posición de los pies que salían de la bata amarilla, los brazos semi extendidos, con las palmas de las manos una apuntando al cielo, la otra apuntando al suelo. La cara con los ojos cerrados mostraba que el hombre era feliz, poseía una sonrisa de “oreja a oreja” y hasta parecía que se babeaba.
Es increíble cómo la gente puede sentir felicidad en circunstancias tan adversas, porque el solo hecho de estar sentado en un lugar duro, en una posición incómoda, sin agua, sin alimentos y con el montón de gente que pasa a su lado y lo observa como a bicho raro e incluso es posible que hasta le digan palabras obscenas o frases hirientes. La mente es tan poderosa que, con simplemente estar en concentración absoluta, se puede borrar el mundo externo y crear un universo interno; con fragancias jamás inventadas por el hombre, con colores que escapan de la escala conocida de la dispersión de la luz atrás de un prisma y paladeando sabores indescriptibles.
La mente humana tiene un poder incalculable y depende de cada uno el poder organizarla y controlarla, en situaciones normales, sin el influjo de drogas o el discurso de otras personas (generalmente charlatanes). No se requiere tener un título universitario, ni muchas horas de entrenamiento. Solo se requiere ser una persona, sana física y psíquicamente, adecuadamente alimentada y con un descanso normal. No se requiere de indumentaria alguna, ni de poses incomodas, incluso no se requiere ni siquiera estar de rodillas o agarrando un rosario. ¡No…! Tan solo es necesario pensar en Dios y quizá ayudarse con unas dos o tres oraciones, las que uno recuerde más, por haberlas repetido con más frecuencia. Preferible estar solo y sin ningún influjo que pueda distraer, de esa manera se puede meditar.
En la religión católica, que es la que más conocida, existe un momento en que se debe meditar, sin necesidad de ninguna oración, se denomina “examen de conciencia”, es algo que se debería practicar por lo menos una vez al día. Es una forma de concentración, de meditación que permite tener una mejor forma de vivir, para eso solo se necesita cerrar los ojos y hacer un recuento de todo lo malo que se hubiera podido hacer durante el día, con la finalidad de tomar nota y tratar de no repetir eso al día siguiente. No significa que, con eso se alcance la santidad, pero se mejora la paz interior que se requiere para ser feliz.
El yoga requiere de poses que permiten alinear la mente con el espíritu y es muy difundido, porque tienen el mismo propósito del “examen de conciencia”, pero además se obliga al cuerpo a alinear con la mente, algo muy sencillo es el control de la respiración, es aprender a controlarse, para no alterarse. El unir las manos, o los dedos pulgares con los dedos índices, el cruzar los brazos o sostener la cabeza con las manos apoyadas a ambos lados de la sien, el unir las palmas de las manos en señal de oración; también son formas de concentración, por cuanto la energía corporal no se desparrama y al contrario se concentra en uno mismo y esto no es nada divino, es humano y corporal.
La felicidad, más que depender de los demás, depende de uno mismo, de tener un cuerpo y una mene sanos y tener la capacidad de controlar los impulsos, aunque el sistema límbico pueda juegar muy malas pasadas.
Miguel Aramayo
SCZ.13-01-2021