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Caminando por el bosque

20 May

Caminando por el bosque

Recordando lo sucedido hace más o menos 15 años en el bosque. Para ser más exacto, desde el infausto día en que, el Lobo se comió a la Abuelita y también a Caperucita Roja y por suerte deambulaban cerca unos cazadores, quienes después de dar muerte al Lobo le abrieron la panza y lograron sacar con vida a la Abuelita, totalmente desnuda, mejor dicho, solo con su bombachita. El Lobo le había quitado su camisón y su gorro, para disfrazarse y engañar a Caperucita, que estaba vestida, pero sin su canasto que estaba tirado junto a la cama.

 

Hace unos años la abuelita se fue a la eternidad, en un merecido descanso, porque ya estaba muy viejecita. La familia de caperucita dejó el campo junto al bosque y se trasladaron a la ciudad, para posibilitar que Caperucita y sus hermanos puedan estudiar en una escuela mejor que la del campo. El padre siguió atendiendo el campo, pero ya a distancia, algunos días de la semana.

 

Caperucita estaba estudiando en la universidad, ya estaba con algo más de 23 años, media algo aproximado al 1,70 m. de estatura, con un peso aproximado de 50 Kg. Una figura esbelta con curvas, que trataba de disimular, porque era una muchacha tímida. Sus ojos eran de un castaño que, hacia juego con la tonalidad de su pelo, sus labios eran de un rojo encarnado, que hacia juego con el color de su piel y especialmente con la tonalidad sonrosada de sus mejillas. De cuello esbelto y pelo muy cortito, en general una bella muchacha, que se destacaba incluso sin tener nada de maquillaje.

 

La encontré caminando en el parque próximo a su universidad, en el Barrio Latino de París. La abordé y como ella no me conocía, tuve que idear una forma de iniciar la conversación, por suerte ella estaba con ánimos de conversar y quedó sorprendida que yo sepa su historia. Aceptó sentarse en un banco para conversar, porque tenía tiempo libre y al no tener nada que hacer le resultó interesante charlar conmigo, porque además le llamó la atención mi dejo de camba al pronunciar el francés.

 

Su historia había trascendido, no había quien no la conozca en todas partes del mundo, pero a medida que fue creciendo se tornó solitaria, porque notaba que los muchachos la miraban de una forma diferente, como temerosos de tener una relación con ella, ni como amiga, ni como compañera de estudios. La relación con otras muchachas, era mucho más complicada, no solo que le temían, la discriminaban.

 

Le convidé a tomar un helado y aceptó. Yo en ese entonces tenía más o menos la misma edad que ella, quizá uno o dos años menos y tuve la suerte de que simpatizamos. Ella habló como si hiciera mucho tiempo que hubiera estado escondida sin pronunciar palabras y de un momento a otro le daban plena libertad de expresarse. Me relató plenamente lo sucedido en el bosque con el Lobo, la llegada a la casa de su Abuelita, el desenlace fatal y la suerte de que los cazadores las salvaran. Yo me mantuve muy calladito y atento a su relato, que no solo era de puras palabras, hablaba con tanta mímica, como si fuera italiana y sus palabras eran tan eufóricas que su relato me transportó en el tiempo y el espacio, incluso me pareció ver al Lobo y a los cazadores.

 

No sé cuánto tiempo estuve embelesado con lo que me hablaba Caperucita, que se me borró la imagen de ese cuento y quedé anonadado con los encantos de la muchacha que tenía como interlocutora, que podría decir que me nació algo así como ¡un amor a primera vista…! Y me parece que ella también quedó prendada conmigo y el cuento terminó en un beso, beso que me transportó al cielo y quedamos en seguirnos viendo. Me dio el número de celular, que lo anoté en varias partes y lo subí a la nube para no perderlo. ¡No se imaginan mi dicha…!, soy otro hombre, toqué las estrellas sin estirar mi brazo para alcanzarlas con mi mano.

 

Miguel Aramayo

SCZ.05-05-2021 en dos días más cumpleaños de mi hijo Carlitos.