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19 May

Pasa el tiempo y el tiempo pasó.

Algunas veces me veo y no comprendo exactamente quién soy, porque no soy el que pretendo. La gente me ve de una manera diferente, cada vez acumulo un apelativo más, ya estoy convencido que soy un obsesivo, también soy un maniático y por lo tanto con esas dos descripciones ya se sabe que soy un enfermo. Ahora también me enteré que me ven como un tipo insistente, que repite las cosas con tanta frecuencia, convirtiéndome en un tipo que aburre, por su perorata repetitiva. Algo de eso ya me habían dicho y no lo llegué a captar en su real magnitud.

 

He llegado hasta donde estoy, haciendo todo el esfuerzo para ser sincero, honesto humilde, ordenado, colaborador, estudioso, trabajador. En realidad, he fracasado, porque recién ahora que ha pasado el tiempo, y ha pasado mucho y muy veloz, veo que solo soy un simple farsante.

 

Ahora tengo la plena seguridad que soy un obsesivo, pero no nací así, o quizá no me di cuenta, pero la obsesión que ahora me atormenta era otra y diferente, pero la actual considero que ha mejorado, porque en un tiempo me llevó a pensar que no valía la pena vivir y estuve a punto de cometer estupideces durante cuatro veces. Estupideces que quizá hubiera sido mejor que las consumara, para no hacer infeliz a una persona.

 

La manía que me caracteriza, es algo que recién me enteré, pero que, al analizarme fríamente, supe que no es algo nuevo, es algo que llevo como un sello de mi identidad, pero pensé que era algo natural, que era algo de mi propia personalidad, pero ahora sé que esa es una enfermedad y por lo que presiento, es una enfermedad sin cura.

 

También sé que soy un mentiroso, que tengo el don del engaño a flor de piel, eso siempre lo supe y lo cultive, con la finalidad, no de dañar a los demás, sino de engañarme yo para brindarme un poco de felicidad, porque además soy un ególatra y la honestidad y la humildad con la que me disfrazo, también son parte de ese teatro que me proporciona la felicidad.

 

Soy aburrido y repito las historias con mucha frecuencia, eso también lo sabía, pero lo manejaba como parte del teatro, de la máscara con la que cubrí mi falsedad, pero no para lastimar a los demás, sino como algo para maquillar mi falsedad y hacerme distraído para los demás y para que no se den cuenta de todos los defectos que llevo adentro.

 

En resumidas cuentas, esto que estoy escribiendo es para mostrarme como soy, una confesión ante mí y para que quede constancia de que no soy el que piensan que soy, sino que soy alguien malo, muy bien disfrazado, que incluso pretendo engañar a Dios, pero que lo que merezco es el castigo. No soy digno de perdón, he dañado principalmente a una persona, persona que ha tenido el coraje de soportarme por muchos años, hasta que le llegué a la coronilla y que ya comenzó a decirme todo lo que descubrió en mí y que la perjudique, pero no con malas intenciones, simplemente porque soy un falso que siempre fui falso buscando mi beneficio sin ver que podía dañar a muchos.

 

Miguel Aramayo

SCZ.28-12-2019 Día de los inocentes, a los cuales no pertenezco.

 

No es una despedida, seguiré así hasta que me toque partir, pero es un legado para que me conozcan los demás

19 May

Charla entre un mayor y un chico.

–Señor: ¿Usted es la persona que guía mis pasos?

 

–Chico, estás equivocado.

 

–Quien guía tus pasos eres vos, lo que te aconsejo es que antes de iniciar la caminata te sientes a pensar, a meditar y hagas planes para esa caminata. –Te recomiendo que hagas tus planes a corto plazo, de manera que puedas ir controlando el avance.

 

Cuando uno es joven, cuando está concluyendo la adolescencia, es impulsivo, corajudo. No sabe medir las consecuencias y esa es la etapa más difícil de la vida, porque el joven es capaz de tomar un mal camino y el camino que uno encara a esa edad, 17 o 18 años es el inicio de un largo recorrido, recorrido que uno generalmente observa al mirar atrás, cuando es difícil componer el rumbo.

 

Pero si uno equivocará el rumbo y todavía le queda tiempo, 25 años como máximo, se puede reencaminar, pero es recomendable que de ese momento en adelante se revea lo andado cada cinco años, hasta los 50, de ese momento en adelante las modificaciones que se pueden hacer a la ruta a seguir, son mínimas.

 

–Señor: ¡Agradezco sus palabras…!  –Ellas han servido para hacer que llegue a donde estoy, ya pasé de los 75 y lo que me queda por andar es muy poco, pero ya lo avanzado hasta aquí es lo que me empujará a continuar y ya no necesito una brújula, ya lo que queda lo puedo continuar por inercia, porque, además a partir de ese punto de lo andado, ya el camino es de bajada y ya no es necesario mirar hacia atrás, ya todo está hecho y como dice el refrán: “A lo hecho pecho”.

 

–Chico, durante todo este tiempo te observé y sabía que confiabas en mí, pero lo que hiciste, no lo hiciste por mí, ni para mí. Lo hiciste porque vos lo quisiste, hiciste lo que te propusiste y lo hiciste para vos.

 

–De todas maneras, te doy gracias señor.

 

Así transcurrió la charla entre un hombre mayor y un muchacho y creo que de esa conversación se puede sacar mucho, especialmente para los que están comenzando el camino y todavía no llegaron a los 25.

 

Miguel Aramayo

SCZ.15-01-2020 Mañana cumpleaños de mi nieto José Miguel.

 

19 May

Una pobre persona

Una persona que no estaba seguro si eso le sucedió en Buenos Aires, New York o París, caminaba por alguna calle donde nadie conocía a nadie y todos estaban concentrados en su propia identidad y encerrados en sí mismos. Quiso tomar un café y se aproximó a un bar donde la cola para tener espacio era más o menos larga, todos ensimismados en sus celulares. Él era el único que llevaba un libro en las manos, para situaciones en las que se encontraba, en las que además de observar a su alrededor y al no poder cruzar su mirada con la de ningún humano, porque todos estaban inmersos en su mundo que no es más que un celular, a él no le quedaba más que leer su libro físico, el mismo que no le dañaba la vista y sí le alimentaba el cerebro y complacía su alma (conciencia).

 

Cuando le tocó su turno se sentó en una pequeña mesa que media algo parecido a cincuenta centímetros cuadrados y tenía dos sillas. Pidió un chocolate con medias lunas y un vaso de agua. Cuando el garzón se fue y quedó la mesa con simplemente un papel, observó que en la silla junto a él había un sobre blanco, lo tomó y como la pestaña no estaba cerrada lo abrió y extrajo de su interior un papel de color verde agua, con un leve aroma a jazmín. Era una carta manuscrita con letra muy parejita de trazos redondos, como se escribía antes, con letra cursiva y no de molde. En eso llegó el garzón con su pedido. El mismo que permaneció donde fue asentado.

 

Tomo la carta y se puso a leer, estaba fechada así: “Aquí, 14 de enero de 2020”. Estaba dirigida de la siguiente manera: “Para: Mi, otros y todos”. “Presente”. Y continuaba de la siguiente manera: “Los extraño mucho”. “Sé que me siento de la manera que me siento, porque la principal falla soy yo, porque me encerré en mí, como si fuera yo el único dueño de la verdad y eso ocasionó que me aislé como una gota de aceite en un recipiente con agua. Siento ausencia de amor y todo a mi alrededor no es más ficticio, ausente, frio, vacío.

Es así como me siento y percibo que es la misma sensación que alberga mi conciencia, mi alma. Estoy consciente que fui yo quien me llevó a ese estado, tanto a mi como a mi alma y veo que será muy difícil retornar a lo que debería haber sido.

Escribo esta misiva, para que estén enterados de lo que recapacito y si están en capacidad de entenderme, disculpen lo que expreso y comprendan mi situación.

Afectuosamente. Yo.

 

Después de leer lo que contenía ese pedazo de papel, recordó su infancia rodeado de flores, rosas, claveles, madreselva, pensamientos, clavelinas, boca e sapo, violetas de los Alpes, pensamientos, algunas flores con gran fragancia, otras sin fragancia, pero muy vistosas. Además, recordó a sus abuelas, a su madre, a sus tías, siempre cariñosas, siempre acariciándole y prodigándole mimos. También recordó el afecto de sus amigas con las que caminaba hablando de cualquier trivialidad, algunas veces tomados de las manos, de la cintura o con un brazo sobre el hombro, pero con mucha candidez y afecto.

 

Recordó esos besos primerizos, con rubor y respeto y bailando bien apegaditos mejilla con mejilla. Eso poco a poco fue cambiando, a medida que las hormonas maduraban y la dopamina y adrenalina alteraban sus sentidos, pero todavía se podía decir que eran inocentes, pero cada vez menos. A medida que fueron aproximándose a la juventud esos impulsos se fueron convirtiendo en pasión, hasta que culminaron en matrimonio.

 

Todo eso que recordó, mientras continuaba en sus manos ese papel verde agua, el sobre quedaba junto a las medias lunas y el chocolate que se estaba enfriando. Sintió unos escalofríos y se erizaron sus bellos, de pensar que no todo en la vida es color de rosa, que mientras unos disfrutan de toda la felicidad del mundo, existen seres desamparados que sufren sin que los demás puedan hacer nada por ellos.

 

Miguel Aramayo

SCZ.14-01-2020

 

19 May

El sueño obsesivo de un maniático.

Caminábamos agarrados de la mano, me impresionaba la suavidad y calidez de su piel, era como si tuviera entre mis manos en pedazo de terciopelo o una gamuza, pero la tibieza de esa piel era indescriptible, no encontraba nada semejante. La yerba que pisábamos en el trayecto que nos acercaba a la cabaña, estaba fresca y en algunos momentos sentía que unas gotitas golpeaban en mis calcetines, pero era una superficie tan suave, compacta y uniforme que daba la impresión de ser una nube, por la que caminábamos sin dejar huellas y sin sacar ningún sonido de nuestros pasos.

 

Nuestro andar era tan sereno que el compás de nuestras pisadas daba la impresión de que flotábamos, pero sin embargo estábamos caminando a un ritmo pausado y constante, estábamos cada vez más próximos a la cabaña y nos alejábamos lentamente del pueblo, nadie sabía que nos dirigíamos a nuestro nidito de amor, nadie se imaginaba lo felices que transitábamos ese camino, sin ninguna prisa, porque sabíamos cuál era nuestro destino y teníamos la seguridad que nada ni nadie nos detendría, porque éramos los dueños de nuestro destino.

 

Cuando llegamos a la cabaña y entornamos la puerta que nos vio pasar, como si la misma fuera una Ada. Ada que acoge lo que estaba esperando con ansias, pero sin prisa. Una vez trasuntamos el umbral, nuestros sentidos se aproximaron poco a poco, hasta que no quedo un espacio entre ambos, primero nos miramos con pasión contenida y mis ojos penetraron a la profundidad de tu alma y sentí que los tuyos también exploraban en lo más profundo de mi interior, pero después se entornaron nuestros parpados y nuestro aliento fue disminuyendo en intensidad; hasta que la humedad de nuestros labios se convirtió en una pasión desbordante. Nuestras lenguas se acariciaban suave y tiernamente y lo que percibíamos era algo divino, era el don que nos había prodigado Dios.

 

Una vez que comprobamos que los leños que estaban en la estufa, eran los suficientes para que las brasas perduren mucho tiempo más, el espacio templado como era necesario se esparcía por la estancia y cada edredón de plumas de ganso, cada piel esparcida por el suelo y todos los almohadones, estaban acomodados dando la apariencia de un nido.

 

Mientras nuestras bocas continuaban en ese beso, ese dulce beso, nuestras manos extraían nuestras prendas, en algunos momentos eran mis manos las que te desprendía alguna prenda y en otros momentos eran tus manos las que me quitaban la ropa, y cada vez con menos prendas y con nuestra piel que asumía el calor de todo el ambiente, buscabas piel para acariciarme y yo hacía lo mismo, nuestros cuerpos se unían en una hermosa sinfonía y el rose de nuestra piel daba el acompañamiento justo a esa musica divina, tus suspiros y los míos que sonaban como acordes de violines, cuando dejábamos de besarnos para acariciarnos, nos aproximaban cada vez más a lo divino al éxtasis.

 

Recostados en ese nido y poseyéndonos mutuamente, perdimos todo concepto de tiempo y espacio y solo quedamos como flotando en un mar de nubes, en un océano de blanca espuma que no diferencia la tibieza de nuestras pieles, con el calor del ambiente que nos rodeaba. Escuchábamos el rechinar de los leños, que ya no desprendían fuego, pero cuyas brazas chispeaban como contagiadas por las caricias que nos prodigábamos. Poco a poco ascendíamos al cielo y nuestros sentidos se fundían con nuestro instinto y nuestros deseos y nos proporcionaban un balanceo que era tan suave, pero tan intenso que creo que hasta nuestros corazones dejaron de palpitar para despertar ambos en un profundo suspiro.

 

¡Que locura…! ¿Cuánto tiempo trascurrido desde que abrimos la puerta de la cabaña? Los leños ya se habían extinguido y solo quedaban cenizas de ese fuego, pero nuestros cuerpos conservaban la tibieza y el calor que habíamos transmitido a los edredones de pluma, con los que nos cubríamos. Nuestros labios seguían sedientos y se posaban con fervor prodigándose los últimos besos del amanecer.

 

Miguel Aramayo

SCZ.09-01-2020

 

19 May

Una fiesta cultural

Me invitaron a una fiesta, con la recomendación de estar preparado, porque los otros invitados serian gente muy especial y todos ellos extranjeros. Me vestí con esmoquin negro de un corte muy fino, planchado a la perfección, con una camisa exageradamente blanca y en el cuello duro con un delicado almidonado, que además lucio una pajarita negra con pequeñas motas carmesí, que se notaban únicamente al contraste de la luz, los puños de la camisa eran dobles y se sujetaban con unos gemelos de platino con un incrustación de un pequeño diamante, en la mano lucia el consabido anillo de casado, con la sencillez que lo caracteriza, los zapatos eran de charol, con un brillo extraordinario.

 

Llegué cinco minutos antes de la hora que fijaba la invitación y en la puerta me esperaba el anfitrión, yo llegaba solo porque era así como me habían convidado. Al entrar me presentaron a algunos de los presentes, la primera fue Hera, hermana y esposa de Zeus, que también estaba invitado, pero en ese momento se encontraba en otro grupo. El anfitrión me comentó que a quien me había presentado era muy protectora del matrimonio. madre de Ares, Hefesto y Hebe, que algunos estaban en el mismo grupo y que me presentaría a continuación. Hefesto, un tipo muy feo con una pinta de mecánico o herrero, con una cojera muy notoria, que estaba acompañado de una mujer muy bonita, que me también me la presentaron, era su esposa, Afrodita, dueña de una belleza increíble que destilaba sexualidad y amor, pero no un simple amor romántico sino un amor erótico. A todos extendí la mano y brindé una sonrisa repitiendo mi nombre a cada uno de los invitados.

 

En otro grupo me presentaron a Atenea, mujer muy seria con pinta de guerrera, pero muy civilizada, que mostraba ser sabia y conocer las estrategias del combate, creo que con mucha capacidad y habilidad para aplicar la justicia. En ese mismo grupo me presentaron a Apolo, que era hijo de Zeus y Leto, me dijeron que era un gran músico y a su vez muy buen curandero, hermano gemelo de Artemisa, una muchacha muy linda con una apariencia delicada en extremo, que se mostraba a todas luces virginal.

 

Seguimos caminando por el salón, apreciando la bella musica que con acordes muy discretos bañaba todo el ambiente, haciéndome sentir en un lugar muy especial. La próxima persona que me presentaron era una señora bonachona de nombre Eleitia, daba la impresión de ser ginecóloga o algo similar, dedicada a la obstetricia, porque además poseía una cara de partera. Estaba junto a Hestia, la misma que tenía una pinta de cocinera del hogar, me dijo que se dedicaba a la arquitectura, pero prefería la vida hogareña, junto al fuego que da calor, se la notaba una mujer muy pacífica y hogareña. Junto con ellas estaba un hombre con pinta de viajero, su nombre era Hermes, muy ingenioso y notablemente comerciante, con una pinta de turco, especialmente por la prominente nariz, mostraba una astucia como si fuera muy conocedor de los ladrones y los mentirosos.

 

Muy cerca de la terraza y detrás de unas cortinas se encontraban: Deméter, una joven que me la presentaron como una gran agricultora, pero al mismo tiempo protectora del matrimonio y la ley sagrada. Junto a ella un tipo con una facha de marinero, era Poseidón, un hombre muy dinámico de grandes manos y un cuerpo poderoso, pero no tanto como el que estaba a su lado, el señor Zeus que me dio la impresión de ser el jefe de todos los que me habían presentado y que era padre de algunos de ellos y esposo de su hermana.

 

Cuando habíamos llega a conocer a todos los invitados y había sido presentado a cada uno de ellos, a los cuales me los fue describiendo el anfitrión con señales muy cortitas que dejaban a mi imaginación asignarles su lugar correspondiente, todos eran griegos y la fiesta había sido preparada especialmente para presentarme y de eso me enteré cuando aparecieron las copas con champagne “don Perignon” y el anfitrión me mencionó al realizar el brindis.

 

Quedé anonadado y sin palabras para poder agradecer tanta deferencia y el estar ante tan distinguidos personajes, eran los “doce del Olimpo” y yo un simple y vulgar humano, un simple mortal, sin ningún mérito para poder estar con ellos, que me trataron con tanta simpleza, como si fuera uno igual a ellos.

 

Miguel Aramayo

SCZ.09-01-2020

 

19 May

Ordenando fotografías

Esa una tarea muy común, porque además era una forma de distraer a quien había tomado las fotos, como a los parientes y amigos que dedicaban largas veladas en observar los álbumes. Había algunos de hojas removibles que se almacenaban entre dos tapas de cartón grueso y resistente que gracias a un tipo de tornillos se podían regular su espesor, pero generalmente no pasaban de cinco centímetros y los más delgados no podían ser inferiores a tres centímetros. Las hojas removibles eran de una cartulina negra, pero adicionalmente entre dos hojas se ponía un papel translucido que protegía las fotos. Las punteras que se utilizaban para sujetar las fotos eran pre elaboradas y debían ser adheridas haciendo uso de algún pegamento, después de calcular el lugar donde se pondría la fotografía y dependiendo de la posición que se quería dar a cada foto.

 

Después esos álbumes se reemplazaron por otros en los que ya venían unas hojas blancas con autoadhesivo y una protección plástica, que después de colocar las fotos se adhería al papel, dejando a las fotos visibles en el orden que uno las acomodaba, esas hojas eran de anverso y reverso y estaban sujetas a un espiral que no permitía adicionar hojas y estaban dentro de un empastado de cartón con algún tipo de decoración litográfica.

 

Todavía se puede encontrar esos tipos de álbumes, pero también se utilizaron carpetitas que al hacer revelar las fotos las entregaban insertas en los plásticos que eran de un tamaño estándar y que generalmente eran para contener treinta y seis fotos y eran la forma de entrega de los estudios fotográficos.

 

Todo eso paso a la historia y ahora la forma de almacenar las fotos es electrónica y los almacenamientos se volvieron discos y flash, estoy últimos pueden usarse con un portarretratos electrónico que expone en forma automática el contenido del flash.

 

Estaba distraído ordenando las fotos por antigüedad, discriminando las fotos para dar más o menos un orden lógico, en mi caso lo quería era ordenar mis fotos desde las más antiguas partiendo de mi nacimiento hasta llegar a nuestros días, algunas todavía estaban en papel, pero muchas ya estaban digitalizadas y estaba utilizando un programa que facilita su clasificación e inclusive la identificación de quienes están en cada exposición, anunciando en qué lugar geográfico se tomó la foto, esto con la finalidad de poder hacer búsqueda por antigüedad, persona, lugar, de manera que el sistema efectúa reordenamientos de acuerdo a la opción que se seleccione para la exposición en forma manual o automática.

 

Ahora les relataré lo extraordinario que me sucedió, mientras estaba en esa tarea. Ya había logrado registrar todas las fotos que tenía disponibles en mi poder, ya estaban todas digitalizadas, nominadas y ubicadas geográficamente y solicite que el programa me haga una exposición por fechas y seleccionando que en todas figure yo y que la exposición sea automática con un tiempo de espera de foto a foto de dos segundos.

 

¡Qué sorpresa! Todas las escenas en las que se me mostraba se escuchaba la voz de todos los que estabamos en la exposición y se observaba movimiento como si se tratara de una filmación multicolor, como si correspondiera de una exposición de cine. En las primeras fotos se escuchaban mis llantos y balbuceos, pero también se escuchaban las voces de las personas que me rodeaban y en cada foto se producía como una reproducción escénica de lo que estaba sucediendo en ese momento. Pude escuchar la voz y la risa de mi madre, de todos mis parientes y amigos. Los sonidos eran tan reales y los temas de conversación concordaban perfectamente con cada foto.

 

No era un sueño, era algo tan real, verme yo como observador, pero al mismo tiempo como protagonista y lo que yo tenía como recuerdo de cada foto, coincidía con el movimiento y el tema de conversación de cada foto. No sé el tiempo que estuve inmerso en eso que deleitaba mi espíritu, porque realmente era la película de mi vida, desde que no sabía hablar, hasta los momentos que los demás quedaban aturdidos con mi timbre de voz chillona y cuando ya las escenas eran de la actualidad pude observar cómo había cambiado de vos y se notaba que el timbre ya no era el mismo chillón.

 

Miguel Aramayo

SCZ.08-01-2020

19 May

Por un momento estuve en el Olimpo

Estaba leyendo y sin darme cuenta me quedé dormido, en esas circunstancias, pasé de estar pasivo leyendo una novelita a estar activo, vistiendo de una forma diferente, calzado con unas sandalias de cuero muy fino y con un peinado algo extraño, el mismo que observé al pasar junto a un soldado que sostenía un escudo metálico muy bien lustrado, al extremo que reflejaba mi figura como si fuera un espejo. Quedé sorprendido porque en mi mente estaba claramente visible la ropa que llevaba, después de que salí de la ducha.

 

La gente que me rodeaba y que llevaba la misma indumentaria, que había notado que cubría mi cuerpo, cuando pasé junto al brillante escudo, todos estábamos cubiertos por una bata blanca que ocultaba íntegramente nuestros cuerpos, pero no sentí que estuviera con ropa interior, esto lo aprecié cuando al sentarme en una escalinata de mármol blanco, dañé levente los aditamentos que tengo entre las piernas y que por el calor en ese momento estaban un poco más grandes y algo más caídas, esto porque no poseía la prenda que brinda el sostén, que en ese momento extrañaba.

 

Me levanté de la escalinata y comencé a caminar en solitario, después de todo cuando se inició esa etapa del sueño, estaba solo. Caminé por un patio con baldosas, pero también con mucho verdor, había plantas en todas partes y algunas palmeras de dátiles, también se apreciaban naranjos y muchas flores en su mayoría todas de fragancias muy agradables. Mientras deambulaba por ese pasaje, noté que me seguían dos mujeres ambas muy bellas. Me detuve para observarlas y ellas no restringieron sus pasos, siguieron caminando asía mí.

 

Reconocí a esas mujeres, una era Afrodita y la otra Artemisa, estaban vestidas de blanco con ropa de tela muy liviana que dejaba apreciar sus figuras femeninas, lo cual complacía mis sentidos y aplacaba mi manía distrayendo mi obsesión. Artemisa: Diosa de la caza, los bosques y los animales y protectora de la virginidad. Hija de Zeus y Leto, hermana gemela de Apolo. Es una diosa joven y virgen que ha renunciado al matrimonio con dioses o mortales y protege a los jóvenes que han elegido este estado. Llevaba un arco y una flecha y le seguía un perro. En mi ensoñación me dio la impresión que la acompañaba desde el cielo una luna en cuarto creciente.

 

Afrodita: Diosa del amor, la belleza y la sexualidad, que se dice nació de la espuma del mar cuando otro dios dejó caer sus genitales. Ella se me aproximó más sugestiva, aunque las dos me impresionaron. Me quedé mirándolas, hasta que ambas estuvieron junto a mí. Casi al unísono pronunciaron mi nombre, como si me estuvieran esperando, lo cual me sorprendió sobre manera. Querían saber que había hecho para lograr introducirme al Olimpo, siendo nada más que un simple y vulgar mortal. Su pregunta me sorprendió y no sabía que responder, lo que me preguntaban era algo totalmente lógico.

 

No entendía lo que me estaba sucediendo y con mentalidades diferentes ellas y yo, yo de una época actual y ellas con una existencia de miles de años, que estemos conviviendo en un mismo momento, creo que era para dejar anonado al mismo Zeus y a todo el olimpo en su conjunto, porque inclusive mi conociendo de Grecia era muy limitado.

 

No supe que decir y esas dos bellas mujeres dejaran caer al suelo la poquita ropa que llevaban. A mí me dio tal vergüenza, que desperté de mi sueño y el libro que sostenía en las manos, golpeo en mi cara estrepitosamente, lastimándome con los lentes.

 

Miguel Aramayo

SCZ.07-01-2020

 

19 May

Caminando entre nubes

Casi han transcurrido 14 años desde ese mes de enero de 2006, cuando había decidido vivir en París. Ya estaba acostumbrado a ver la Torre Eiffel y caminar por los Campos Elíseos (según la mitología Greco-Romana, el lugar donde habitaban los muertos, los que correspondían al inframundo) y quedarme a meditar a las orillas de rio Sena, sentado en la escalinata próxima a su orilla, donde se abordan las embarcaciones que permiten recorrer su curso. He puesto un candado en la baranda del puente y arrojé las llaves al rio, no como una forma de expresar un amor eterno por alguna persona, sino para simbolizar que durante este tiempo he vivido una época muy hermosa de mi existencia de romántico empedernido. Ensoñación que me permitió pasar esos 14 años.

 

Desde París me desplacé a diferentes lugares en busca de amor, pero no un simple amor, sino un amor sublime, un amor imaginario que me complazca. Algo que siendo una ficción me proporcione las satisfacciones que anhela mi espíritu. Creo que en muchas de las historias que he ideado en estos 14 años, he mostrado lo bello que uno puede imaginar de la vida. La mayoría de los cuentos los he compartido con mis amigos, de la misma forma las novelitas que escribí.   

 

He venido a despedirme de París, por eso arroje al Sena la llave del candado, porque quisiera que nadie pueda abrirlo y ese simbolismo me mantenga atado a esta bella ciudad y a todas las historias que elucubró mi mente y que alguien me dijo que correspondían a ansias contenidas, a deseos no cumplidos. Creo que eso no es cierto, esos cuentos me hicieron feliz y dejaron que mi espíritu vagara por bellos lugares, con una compañía ideal que satisfacía mis instintos, además distraía mi obsesión y mi manía, proveyendo de argumentos para mis cuentos repetitivos.

 

Ahora debo entrar a una nueva fase de mi existencia y creo que debo resignar mi imaginación y cambiar mis cuentos por algo más serio, creo que debo dejar el romanticismo que provoca París, Montmartre, La Riviera, La Torre. Por el realismo que ahora enfrento con los cambios sucedidos, principalmente en mi vida, por la llegada de los años que me aproximan a una realidad en la que las ficciones deben cambiar de rumbo y aproximarme más al recorrer caminos entre nubes.

 

Durante esos 14 años he logrado escribir más o menos 18 libros con unas 3.600 hojas, lo que equivale a 3 millones de palabras, las mismas que al haberlas expresado en forma escrita, lograrán que muchas de ellas no queden en saco roto y algún día podrán ser repasadas por alguno de mis herederos y me da la satisfacción de haber obligado leer todo ese material a varias personas, pero sólo una me criticó y me ayudo a rectificar mis errores y mejorar mi capacidad de escribí. También puedo haber dañado a más de una persona, con mis historias, que salieron de mi conciencia y que quizá estaban distorsionadas, por lo menos a dos de esos cuentos tuve que enterrar.

 

Ese periodo de tiempo y esa quimera ilusión que mantuvo mi espíritu en un limbo, hizo que crezca como persona y como alma, ahora aparentemente soy diferente a lo que fui hace 14 años, eso la gente que me rodea, no lo notará. Pero yo que me conozco interiormente, sé que he madurado. Eso es algo que solo me beneficia. Mi aporte en la producción literaria, es algo que es visible y se muestra en mi biblioteca y en la de muchos de mis amigos. Eso quedará por mucho tiempo, pero no lo hago con el afán de que me conozcan, es una forma de satisfacer mi ego, solo para mí y quizá contribuir a la sociedad.

 

Miguel Aramayo

SCZ.03-01-2020

 

19 May

Rastreando en el subconsciente

El tema de investigar lo consciente y el subconsciente del ser humano, es algo que los hombres vienen realizando desde tiempos inmemoriales. Los griegos (sofistas) de la época de Sócrates, Platón, Aristóteles y muchos otros que engrosan una larga lista, se preocuparon de estudiar sobre estos temas llegando a resultados que son vigentes hasta nuestros días.

 

El hombre que revoluciono este conocimiento es el austriaco (nacido en la República Checa) de origen judío: Sigmund (Segismundo Salomon) Freud (médico neurólogo), el mismo que inicio algunos estudios con un médico francés de nombre Jean-Martin Charcot, con quien aplicaron la “hipnosis” con la finalidad de tratar la “histeria” y con Joseph Breuer desarrollaron el “método catártico”. Reemplazó ambos métodos por la “asociación libre y la interpretación de los sueños” y toda su experiencia desencadenaron en el “psicoanálisis”.

 

Según los judíos, existen dos tipos de conocimiento, los que estudian y conocen la Torá son personas que asumen su conocimiento de la capacidad de conectarse a Dios, que es Él que brinda la posibilidad de esos conocimientos. El erudito en Torá le debe su sabiduría a la conexión constante con Dios; de la misma manera, sólo podemos adquirir la sabiduría por medio de una conexión personal con el erudito. Pero la sabiduría secular puede ser adquirida sin tener necesariamente ninguna conexión espiritual ni emocional con la persona que la transmite.

 

Según mi opinión, el conocimiento nace de Dios, pero se ve incrementando y mejorando gracias a la acumulación que van haciendo los hombres en beneficio propio, que al final favorece a todos, porque “la letra entra con sangre” y eso significa, que uno tiene que sacrificarse para acrecentar sus conocimientos, pero si uno no los transmite a los demás se vuelve un egoísta. De cada uno depende el tener que recurrir a los conocimientos de diferentes formas y con diferente intensidad.

 

Al avanzar la tecnología, el hombre se está haciendo más flojo en la investigación y está dejando de investigar, dejando esa tarea a los que, si se interesan y mejoran la tecnología, dando las facilidades, para que los flojos encuentren lo que buscan usando la tecnología. A medida que la ciencia de la “inteligencia artificial” esté al alcance de más personas, la dejadez será mayor. Con la existencia y la proliferación de las redes neuronales la inteligencia de las maquinas es cada vez será mayor y llegará un momento que supere la capacidad intelectual de los eruditos, con lo cual la inteligencia artificial tomará el lugar de los pensadores humanos.

 

Los problemas neuronales también serán solucionados con los avances científicos, el implante de chip en el cerebro o sus cercanías, podrá solucionar muchas enfermedades, incluso traumas como la “obsesión” o como las “manías”. Ya existen pruebas que esos implantes electrónicos, incluso devuelven la memoria a gente que tuvo problemas de amnesia y devuelve el movimiento a gente que había quedado cuadripléjica.

 

No debemos descuidarnos y tenemos que continuar leyendo, que es una forma de adquirir conocimientos y debemos utilizar la tecnología a nuestro favor, para incrementar mayores conocimientos y no solo beneficiarnos de los conocimientos almacenados en la nube y que pueden tener acceso por medio de los celulares.

 

Miguel Aramayo

SCZ.23-12-2019

 

 

19 May

Un quinteto de cuerdas

Me siento extraño al escuchar instrumentos como: el violín, el chelo y el bajo, todos ellos exaltan mis sentidos, pero el violín me llega al alma. Los acordes que pueden extraerse de esas cuatro cuerdas, son excepcionales y hay muchos que dicen que su sonido imita la voz de una mujer, seguramente eso pensaba Stradivarius cuando fabricó ese instrumento musical. Quizá tengan razón con la similitud de voz y es por este motivo que altera mis sentidos. Después de Vivaldi, con “Las cuatro estaciones”, es con los tangos que mejor suena ese instrumento, aunque también le da su toque sentimental a la musica folclórica del chaco.

 

En este momento estoy disfrutando de un “Quinteto argentino de cuerdas”, interpretando tangos de Gardel y otros que cultivan ese género musical, con títulos como los que detallo a continuación: Sus ojos se cerraron, Cuesta abajo, Golondrinas, Rubias de New York, Cuando tú no estás, Soledad, Melodías de arrabal, Amores de estudiante, El día que me quieras y algunos otros más.

 

De todos los tangos que escuchaba, recordaba la letra y al oírlos en silencio, cantarlos mentalmente. Mi corazón se arruga y mis ojos se humedecen, pero mi alma queda feliz e incluso me da la impresión que bailo. En mi ensoñación no distingo quién es mi pareja, pero puedo asegurar que la afición por escuchar tangos y bailarlos es gracias a mi querida madre. ¡Con ella disfrutaba bailando!, incluso en la cocina de mi casa o en cualquier lugar donde estuviéramos solos y en el ambiente se percibían esos acordes. Algunos tangos nos arrancaban lágrimas, como es el caso de uno que titula: “Sentimiento gaucho”. Otro tango que me trae lindos recuerdos, por su letra y su melodía es: “El día que me quieras”, cuya letra dice: Acaricia mi sueño – El suave murmullo de tu suspirar – Como ríe la vida – Si tus ojos negros me quieren mirar – Y si es mío el amparo – De tu risa leve – Que es como un cantar – Ella quieta mi herida – Todo, todo se olvida – El día que me quieras – La rosa que engalana – Se vestirá de fiesta – Con su mejor color – Y al viento las campanas – Dirán que ya eres mía – Y locas las fontanas – Se contaran su amor – La noche que me quieras – Desde el azul del cielo – Las estrellas celosas – Nos miraran pasar – Y un rayo misterioso – Hará nido en tu pelo – Luciérnaga curiosa – Que vera que eres mi consuelo – El día que me quieras – No habrá más que armonía – Será clara la aurora – Y alegre el manantial – Traerá quieta la brisa – Rumor de melodías – Y nos darán las fuentes – Su canto de cristal – El día que me quieras – Endulzara sus cuerdas – El pájaro cantor – Florecerá la vida – No existirá el dolor – La noche que me quieras –  Desde el azul del cielo nos mirarán pasar y locas las fontanas.

 

La letra de ese tango, como de muchos otros, expresan tan claramente los sentimientos, que llegan al corazón de gente como yo, que aprecia esas melodías, esos versos y los sentimientos que transmiten, porque dentro de sus lamentos, también muestran alegría y exteriorizan francamente lo que el compositor quiso decir con esas palabras muy bien logradas y la melodía inconfundible y resaltada por el piano, el violín y el bandoneón, que pareciera que nació para ese ritmo.

 

Mi abuela Mercedes, que era argentina y nació a principios del siglo XX, tuvo la oportunidad de disfrutar la época del tango, también influyó en mi afición y recuerdo haber bailado con ella cuando tenía unos doce o trece años, pero la recuerdo mucho más bailando valses peruanos. Me recuerdo mucho de ella cuando escucho el tango “sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando”, también rememoro la milonga “taquito militar”, además del vals “piel canela”.

 

Miguel Aramayo

SCZ.30-12-2019

 

19 May

Un quinteto de cuerdas

Me siento extraño al escuchar instrumentos como: el violín, el chelo y el bajo, todos ellos exaltan mis sentidos, pero el violín me llega al alma. Los acordes que pueden extraerse de esas cuatro cuerdas, son excepcionales y hay muchos que dicen que su sonido imita la voz de una mujer, seguramente eso pensaba Stradivarius cuando fabricó ese instrumento musical. Quizá tengan razón con la similitud de voz y es por este motivo que altera mis sentidos. Después de Vivaldi, con “Las cuatro estaciones”, es con los tangos que mejor suena ese instrumento, aunque también le da su toque sentimental a la musica folclórica del chaco.

 

En este momento estoy disfrutando de un “Quinteto argentino de cuerdas”, interpretando tangos de Gardel y otros que cultivan ese género musical, con títulos como los que detallo a continuación: Sus ojos se cerraron, Cuesta abajo, Golondrinas, Rubias de New York, Cuando tú no estás, Soledad, Melodías de arrabal, Amores de estudiante, El día que me quieras y algunos otros más.

 

De todos los tangos que escuchaba, recordaba la letra y al oírlos en silencio, cantarlos mentalmente. Mi corazón se arruga y mis ojos se humedecen, pero mi alma queda feliz e incluso me da la impresión que bailo. En mi ensoñación no distingo quién es mi pareja, pero puedo asegurar que la afición por escuchar tangos y bailarlos es gracias a mi querida madre. ¡Con ella disfrutaba bailando!, incluso en la cocina de mi casa o en cualquier lugar donde estuviéramos solos y en el ambiente se percibían esos acordes. Algunos tangos nos arrancaban lágrimas, como es el caso de uno que titula: “Sentimiento gaucho”. Otro tango que me trae lindos recuerdos, por su letra y su melodía es: “El día que me quieras”, cuya letra dice: Acaricia mi sueño – El suave murmullo de tu suspirar – Como ríe la vida – Si tus ojos negros me quieren mirar – Y si es mío el amparo – De tu risa leve – Que es como un cantar – Ella quieta mi herida – Todo, todo se olvida – El día que me quieras – La rosa que engalana – Se vestirá de fiesta – Con su mejor color – Y al viento las campanas – Dirán que ya eres mía – Y locas las fontanas – Se contaran su amor – La noche que me quieras – Desde el azul del cielo – Las estrellas celosas – Nos miraran pasar – Y un rayo misterioso – Hará nido en tu pelo – Luciérnaga curiosa – Que vera que eres mi consuelo – El día que me quieras – No habrá más que armonía – Será clara la aurora – Y alegre el manantial – Traerá quieta la brisa – Rumor de melodías – Y nos darán las fuentes – Su canto de cristal – El día que me quieras – Endulzara sus cuerdas – El pájaro cantor – Florecerá la vida – No existirá el dolor – La noche que me quieras –  Desde el azul del cielo nos mirarán pasar y locas las fontanas.

 

La letra de ese tango, como de muchos otros, expresan tan claramente los sentimientos, que llegan al corazón de gente como yo, que aprecia esas melodías, esos versos y los sentimientos que transmiten, porque dentro de sus lamentos, también muestran alegría y exteriorizan francamente lo que el compositor quiso decir con esas palabras muy bien logradas y la melodía inconfundible y resaltada por el piano, el violín y el bandoneón, que pareciera que nació para ese ritmo.

 

Mi abuela Mercedes, que era argentina y nació a principios del siglo XX, tuvo la oportunidad de disfrutar la época del tango, también influyó en mi afición y recuerdo haber bailado con ella cuando tenía unos doce o trece años, pero la recuerdo mucho más bailando valses peruanos. Me recuerdo mucho de ella cuando escucho el tango “sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando”, también rememoro la milonga “taquito militar”, además del vals “piel canela”.

 

Miguel Aramayo

SCZ.30-12-2019