Comentando otro libro
Algunas veces – la mayoría – leo para distraerme y procuro que ese fin no sea el único, me gusta que de lo que leo algo me quedé como enseñanza, por ese motivo siempre tengo una lapicera muy cerca para poder señalar lo que me parece interesante y que de alguna manera debo recordar. Muy pocas veces agarro libros para culturizarme o para investigar, pero el que acabo de leer, que titula “La Cruz del Sur” y cuyo autor es “Fernando Ortiz Sanz”, me ha dejado gratamente impresionado. Una fluidez extraordinaria en su relato, una forma de escribir exquisita, sin exagerar en su vocabulario, expresa los hechos de una manera elegante, pero al mismo tiempo clara. Describe la geografía de los lugares por donde transita la trama, especialmente en lo que corresponde a la hidrografía, de una manera que, si uno tuviera el cuidado de anotar y si conociera esos lugares, con seguridad que podría elaborar un mapa.
Describe a las tribus que conoce en su recorrido, mostrando datos que con seguridad son los que identifican a cada etnia, su forma de vida, sus armas, sus alimentos, la forma de vida, sus alimentos, su color de piel, su vestimenta, en fin, todo lo que puede caracterizar a cada tribu en particular. Lo mismo hace describiendo los lugares por donde transita, describiendo el color de las aguas, el tipo de vegetación, la altura y forma de los montes, llanos y cañadas.
Por lo que conozco, por lo que sé y por lo que he leído, me animo a decir que tengo un conocimiento de los originarios del occidente, tanto de los descendientes de los incas, como los que provienen de los aimaras y un poquito de los uros, que son los que menos historia bridan por lo pequeño de su entorno – el Lago Popo – en Oruro. Mi conocimiento de los aimaras es más profundo, porque incluso he compartido y hasta puedo decir que he convivido, cuando niño he jugado con niños indios. Siempre los he visto con pena y con respeto, por su sumisión y en el caso de los mayores, por su total inexpresión.
De la gente originaria del Oriente, conozco únicamente a los guarayos, pero son tantas las tribus que han habitado en este extenso territorio que difícilmente podría nombrarlas, muchas de ellas recién las oí nombrar en la lectura de este libro, lo que si me resultaron familiares fueron los nombres de la mayoría de los ríos que navegaron en la novela y también algunos de los poblados. También me resultaron familiares algunos nombres de los personajes, tanto españoles, como portugueses y jefes indios. Los originarios del oriente no son sumisos, son alegres, son voluntariosos, son totalmente diferentes a los de occidente.
Analizando en forma comparativa la historia de la conquista española en el Occidente, versus la conquista en Oriente, siendo los mismos españoles, incluso del mismo origen de España – Extremadura, Toledo, etc. – se nota la diferencia, quizá influyó mucho que los religiosos que vinieron a Oriente eran de la congregación de los Jesuitas (la Compañía de Jesús), los conquistadores que llegaron a Oriente, provenían de los campamentos instalados en el Paraguay y si también pretendían las riquezas, no despreciaban a sus aborígenes y lo que pretendían de ellos era catequizarlos, no para esclavizarlos, sino para usarlos como colaboradores, para cultivar la tierra y mejorar las instalaciones de sus poblados, convirtiéndolos en pueblos y en ciudades, no sólo los bautizaban en Cristo, también les enseñaban a leer y compartían sus conocimientos en todo lo que fuera necesario para todos en conjunto, también tomaron sus mujeres y se mestizaron.
La novela muestra como los españoles defendieron a los indios de las maldades de los filibusteros y los esclavizadores portugueses. Muestran las tremendas peleas defendiendo territorio indígena y sus habitantes, con los cuales hicieron alianzas para defenderse mutuamente, más o menos la mitad de libro relata todas las peripecias de esa guerra entre españoles y portugueses.
Leí algo que me impresiono y lo comparto con ustedes, es la respuesta a una cata que escribió el Sacerdote Cristóbal de Mendoza, hermano del Capital Miguel de Mendoza; de sus superiores en la ciudad de Chuquisaca: “Todos los hombres nacen libres y ninguno posee naturalmente jurisdicción sobre otros”, que quien pretende poseer tal jurisdicción, por medios violentos es tirano,” en cuyo caso el pueblo puede hacer la guerra”.
Si lo pueden conseguir, se los recomiendo, es de “Edición Artes Gráficas E. Burillo Ltda.” La Paz – Bolivia. Del año 1969.
Miguel Aramayo
SCZ.06-11-2017