Comunismo, ¿qué comunismo?
Acabo de leer una novela, “La pasión según Carmela” de Marcos Aguines, editorial Sudamericana de Buenos Aires, que compré en la Feria del Libro que recién pasó. Me dejó con miedo, miedo de lo que nos puede suceder si continúan unos cuantos locos, con el afán de implantar en Bolivia el totalitarismo que pregonan y por el cual están apostando la plata de los bolivianos y la plata que reciben tan fácilmente de alguien que nos hace creer que es de Venezuela.
A medida que fui entrando en el libro presentí que no solo era una novela, sino que me daba la impresión de que lo expresado tenía mucho de historia, mucho de biografía y al finalizar la lectura, el autor lo dice casi explícitamente que es más historia que alguien le relató y que apoyado en bibliografía que la nombra, fue narrando la historia de una pareja que se entregó por completo a la causa de la revolución cubana cuando se inició en la Sierra Maestra, con personas como Huber Matos, Fidel Castro, Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos y muchos otros que pelearon contra la dictadura de Fulgencio Baptista, que es culpable para que hubiera sucedido eso en Cuba.
Los dos personajes de mayor importancia en la revolución cubana, fueron Fidel Castro y Ernesto Guevara, ambos gente con un deseo insaciable de sangre y ansias por ostentar el poder absoluto. Orlando de Cárdenas, periodista y quien fuera amigo de Castro durante la planificación del golpe, aseguró de Guevara: «Nunca nos vio como verdaderos compañeros«. Incluso el instructor militar del grupo asignado por Fidel, Miguel Sánchez, el «Coreano», un combatiente de las tropas estadounidenses en la guerra de Corea, afirmó que el Che «tenía siempre problemas con los negros y los despreciaba al igual que a los indios de México». Conversaciones que reprodujo Pedro Corzo, periodista y presidente del Instituto de la Memoria Histórica de Cuba en el documental Anatomía de un mito. Muestra el deseo de sangre que tenia Guevara y se puede citar la carta que envió a su esposa, Hilda Gadea, seis días después de estar en Sierra Maestra, con una frase que denotaba el hombre en que prontamente se convertiría: «Estoy en la Manigua cubana, vivo y sediento de sangre«.
Cuando la revolución tomó el poder de la isla, los nuevos gobernantes tomaron puestos estratégicos para configurar políticas de terror. Guevara estuvo a cargo de la llamada Comisión Depuradora en la fortaleza de La Cabaña. En este lugar satisfizo sus ansias de sangre haciendo fusilar a un montón de gente y en muchos casos dando el tiro de gracia. Pedro Corzo, quien también publicó el libro Perfiles del Poder, describió a un Che antagónico de Fidel Castro. «Guevara, idealista, intransigente, doctrinario, arrogante y con fuerte inclinación a la teorización revolucionaria, cruel y duro. Fidel, ciego en su propia fe, ambicioso de poder e historia con carácter mesiánico«, son algunas de las discrepancias que albergaban ambos personajes.
Corzo precisó que durante 1965 Castro censuró el pensamiento guevarista del socialismo y se opuso a las opiniones del Che para con la URSS. La fractura era inminente, el Che combatía en ese momento en el Congo (África) junto a Laurent Kabila, una derrota catastrófica que lo llevaría a refugiarse en Europa. Che regresó por corto tiempo a Cuba, con ánimos desencajados y decidió probar sus teorías revolucionarias en Bolivia, claro está con cierto apoyo de Fidel, una amistad ya inestable. En las montañas de Bolivia, después del 21 de marzo de 1967, las provisiones y pertrechos dejaron de llegar a los guerrilleros. Según el historiador Enrique Ros, Fidel Castro comenzaba ya en Cuba la mitificación del Che, incluso días antes de que éste muriera ajusticiado en La Higuera.
La novela concluye mostrando que la utopía comunista de Fidel y Guevara, fue un fracaso, mejor dicho es un fracaso en cuba, fracaso que no sólo lástima al pueblo inocente, sino también a quienes colaboraron en implantarla, mucho de los cuales terminaron muertos, como Camilo Cienfuegos, Huber Matos y muchos, muchísimos más incluso Ernesto Guevara, que ahora aparece como héroe y que murió por que así lo quiso Castro y porque él se la buscó. Pese a todo eso la gente en cuba sigue igual de famélica y solo los del régimen, de la cúpula más alta viven bien, o tienen privilegios que según la novela los puede perder en cualquier momento, porque a otro jerarca se le está haciendo sombra o se quiere sentar precedente “ante la revolución y el partido”.
Miguel Aramayo
SCZ. 19-06-2008