Conversando con una amiga
Durante el tiempo que estuve viviendo en Paris, algunas veces quería abstraerme de todo y pensar, soñar y escribir algunos de los libros que tengo en mi haber. Cuando me ocurría eso mi refugio era Menton y allí me dedicaba a la playa, leer, dejar mi mente volar y disfrutar unos días de mi soledad. Siempre me alojaba en una pensión muy chiquita de una señora que ayudaba su economía alquilando habitaciones amobladas, pero al mismo tiempo con desayuno y la posibilidad de usar la lavarropa, la secadora y poder cargar la heladera con pequeñas cosas.
Tantas veces me había hospedado en esa pensión, que me hice amigo de la señora que era la dueña, una mujer de algo más de 60 años que se mantenía muy bien y que era muy amable y extrovertida. Algunas veces yo era el único alojado y aprovechaba de llevar unas botellitas de vino y ella prendía la chimenea y conversábamos escuchando musica, su conversación era muy interesante, porque era muy culta, había estudiado filosofía y letras y escribía para una revista, pero estaba especializada en temas de moda y romanticismo, eso lo hacía desde cuando había terminado la universidad.
Después de que encontré un libro en la hamaca de la playa, no deje de leer y la señora me vio absorto en la lectura y se fijó en el libro, me pregunto:
–Qué extraño usted leyendo ese tipo de literatura.
–Lo encontré en la playa, alguien se lo olvido donde yo fui a sentarme y aproveche de leer un poco y me entusiasmo, así que continúe leyendo todo el día y ahora ya me faltan sólo unas cuantas hojas, después se lo puedo prestar, le respondí.
–No gracia, ya pasaron los años donde me podía interesar ese tema, por lo menos por lo que puede leer en la tapa.
–No se crea es un tema muy bien escrito y quizá le podría resultar interesante, mire que yo también, que quizá sea mayor que usted, y me resultó muy ilustrativo.
–Bueno, me lo imagino; todos los hombres no descuidan sus hábitos, son como los zorros, pierden el pelo, pero no las mañas. Más bien yo le contaré una historia cortita, de una amiga y usted me dirá que le hubiera recomendado, usando los conceptos del libro que está leyendo.
–Usted dirá, soy todo oídos.
–La señora respondió. Mi amiga me contó su vida sentimental en muchos capítulos, pero yo procuraré ser lo más breve y relatar su historia, para que usted me diga si leyó algo de eso en el librito que lo tienen absorto, pero antes traeré un vinito para poder amenizar la sesión.
Trajo un vino tinto que ella tenía en sus escondidos, era un cabernet sauvignon, de muy buen sabor y un magnifico buqué, era de Burdeos, una mezcla con merlot. Lo sirvió en las copas bien colmado y me ofreció una copa y ella se sentó en otro sofá con la suya.
–Dijo: Continuado con la historia. Cuando mi amiga era muy joven, desde más o menos sus 14 años hasta sus 21 años, era un fuego, se excitaba con rapidez y encontraba que eso era malo, que era pecado, porque así la habían educado en su familia y en el colegio de monjas. Incluso la primera vez que se éxito con un enamoradito, ambos se fueron a la iglesia a pedir perdón por ese pecado. Cuando se casó, sabía que ya no estaba en pecado, pero yo no tenía el mismo interés y perdió mucho del lívido. Como quería tener hijo se esforzó por tener relaciones, una vez que quedó embarazada sus deseos fueron menos, pero para mantener la fiesta en paz acariciaba a su marido, pero le pedía que no la penetre, porque podía dañar su embarazo. Después nació el primer hijo y se le hizo más problemático alejarse del sexo, pero por suerte tenía el pretexto de cuidar al hijo y siguió evitando excitarse. Con el tiempo quiso embarazarse nuevamente y no le quedó más remedio que buscarlo, hasta quedar abaratada esperando la parejita. Cada vez eran menos los deseos y buscaba la forma de alejarse de eso, con algunos problemas. Incluso retornò al tema religioso, diciendo que su falta de deseos era un castigo de Dios, por haber adelantado las relaciones antes del matrimonio y haber pecado con frecuencia. Por suerte el marido consiguió un trabajo lejos de su casa y se perdía un tiempo, con lo cual ella no tenía que sufrir ese acoso. El marido comenzó a sacar los pies del plato y ella se dio cuenta, pero eso era algo bueno para ella, porque de esa mera no sentía el acoso y ella podía poner sus normas y de una vez a la semana, paso a que sea dos veces al mes y que sea en sábado, después que sea una vez al mes y después rogaba que el marido pierda interés en el sexo. Eso es todo.
Una vez concluida la historia y después de haber dado fin a la primera copa, sirvió otra en la misma proporción y se quedó atenta a la opinión del amigo:
–La historia que me cuenta, está explicada muy bien en este libro. Su amiga no es la única, un alto porcentaje de mujeres tienes esa misma sintomatología. Según la religión católica la mujer no debe ser fruto de placer y el hombre peca al insistir en eso. Incluso hay unos versos de sor Juana Ines de la Cruz, que dicen:
Queréis, con presunción necia, /hallar a la que buscáis, /para pretendida, Thais, /y en la posesión, Lucrecia. //¿Qué humor puede ser más raro /que el que, falto de consejo, /él mismo empaña el espejo, /y siente que no esté claro? //Con el favor y desdén /tenéis condición igual, /quejándoos, si os tratan mal, /burlándoos, si os quieren bien.
–Y continúe. No es sólo la religión, según la autora del libro existe una relación natural, para ese comportamiento. Eso se puede observar en otras hembras del reino animal. Todas las hembras procuran sexo únicamente cuando están dispuestas, eso quiere decir que no ven el sexo como un placer, sino como una obligación de reproducirse. Incluso la biblia ordena: “Creced y multiplicaos”, en cambio los machos están todo el tiempo dispuestos a cubrir a la hembra que esté dispuesta, si son muchas se multiplica para cumplir esa función de semental.
–Existe un escrito, que refiere que Adán tuvo una primera mujer llamada Lilit, la cual lo abandono, porque él quería únicamente su satisfacción y porque Dios sólo se dirigía a él y Lilit también quería participar del placer, por ese motivo que se fue con Luz Bel, siendo la primer súcubo. Después Dios le dio una segunda mujer, que fue Eva, ella si estaba dispuesta a bridar la felicidad que buscaba Adán sin interesarle a ella la busque de su satisfacción.
–Continúe. Por lo tanto, el problema de su amiga es algo muy común, claro que, en su amiga, lo que dictamina la naturaleza, se juntó con lo que a ella le inculcaron en la religión y las viejas de la familia. Le hubiera caído muy bien la lectura de este libro, ella hubiera visto que, la excitación no es solo cosa hormonal de los años jóvenes, que el placer es importante. Incluso en la Biblia existe un pasaje que se denomina: El cantar de los cantares y que resumiendo dice:
–»¡Mientras que el rey se reclina a su mesa, mi nardo difunde su fragancia!”. El Cantar de los Cantares es un poema lírico escrito para ensalzar las virtudes del amor entre un esposo y su esposa. El poema claramente presenta el matrimonio como Dios lo concibió. Un hombre y una mujer deben vivir juntos dentro del contexto del matrimonio, amándose uno al otro espiritual, emocional, y físicamente. El cantar comienza antes de la boda, mientras la futura novia anhela estar con su prometido, y sueña con sus caricias íntimas. Sin embargo, ella aconseja dejar que el amor se desarrolle naturalmente, a su debido tiempo. El rey alaba la belleza de la Sulamita, superando sus sentimientos de inseguridad acerca de su aspecto. La Sulamita tiene un sueño en el cual ella pierde a Salomón y lo busca por toda la ciudad. Con la ayuda de los guardias de la ciudad, ella encuentra a su amado y se aferra a él, llevándolo a un lugar seguro. Al despertar, ella repite su consejo de no forzar el amor.
En la noche de bodas, el esposo nuevamente alaba la belleza de su esposa, y en un lenguaje altamente simbólico, la esposa invita a su esposo a participar de todo lo que ella tiene que ofrecer. Ellos se unen en amor, y Dios bendice su unión.
A medida que el matrimonio madura, el esposo y la esposa pasan a través de un tiempo difícil, simbolizado en otro sueño. En este segundo sueño, la Sulamita rechaza a su esposo, y él se va. Abrumada por la culpa, ella lo busca por la ciudad, pero esta vez, en lugar de ayudarla, los guardias la golpean – simbolismo de su conciencia dolida. Las cosas terminan felizmente mientras los amantes se reúnen y se reconcilian.
Al terminar el cantar, ambos, el esposo y la esposa están confiados y seguros de su amor. Ellos cantan sobre la naturaleza duradera del verdadero amor, y ansían estar uno en la presencia del otro.
–Creo haber respondido lo que hubiera aconsejado a su amiga con todo lo que le expliqué y que en gran parte es lo que pude leer de este libro. EI se lo muestra el libro, para que pueda apreciar la tapa del mismo y leer su título, impreso en papel blanco sin muchos adornos.
–La señora le respondió. Su alocución me ha dejado sorprendida y con todo lo que me dijo y el vino que hemos degustado, he queda como en las nubes y, es preferible que terminemos la botella, que queda muy poquito y nos vayamos a dormir, porque me dejó flotando con sus bonitas palabras.
–Le respondí. Mañana, antes de salir se lo dejo por si le interesa leerlo y se lo dejo por si aparece la dueña, para que usted se lo devuelva o se lo puede enviar a su amiga, quizá está a tiempo de ayudarse.
Miguel Aramayo
SCZ.07-08-2020