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El cielo o el infierno

19 May

El cielo o el infierno

Estoy leyendo a J.M.  Coetzee (Diario de un mal año) Nacido en ciudad del Cabo, premio Nobel de literatura en 2003. Un libro interesante, pero muy difícil de leer, porque en cada hoja toca tres temas. Uno relatando él su opinión sobre diferentes aspectos. La otra escribiendo él como si fuera otro personaje, personaje que es escritor y contrató a una mecanógrafa, para que pase en limpio un libro que tienen que entregar en Alemania. En esa segunda parte, el escritor habla o se imagina hablando con la muchacha que contrato y que algunas veces, ella le critica lo que mecanografía. La tercera parte de cada hoja, corresponde a lo que la mecanógrafa habla o pretende hablar con su pareja, un enamorado fogoso, que la supera con casi la misma edad de ella y trata de influenciarla en su relación con el escritor contratante.

 

Uno de los pasajes del libro, que me atrajo y es causante de lo que escribiré, es cuando escribe sobre “La otra vida”, la vida que vive supuestamente nuestra alma; después de la muerte del “yo”. Este análisis, de cómo es la otra vida, lo detalla basado en lo que suponemos los cristianos y sobre todo los católicos, hace referencia a esa parte, indicando no haber tenido un amplio estudio por parte de la teología y de los teólogos, porque aparentemente el tema es algo al que le huyen por su gran complejidad.

 

Según la religión (la religión nombrada) cuando muere el “yo”, si fue bueno en la vida terrenal, tendrá como recompensa el cielo. Si por el contrario no vivió correctamente la vida terrenal, la vida efímera, tendrá un castigo eterno. Eso es lo que nos enseñan desde que nacemos, nuestros padres, los profesores, los religiosos y nos criamos pensando en que debemos ser buenos para tener cabida en la vida eterna con gonces infinitos y si nos portamos mal seremos castigados eternamente.

 

También nos dicen que, en la otra vida nos reencontraremos con nuestros seres querido, los mismos también disfrutan de los beneficios de haber sido buenos y estar premiados. Es aquí donde me resultó interesante el planteo de J.M.  Coetzee, si alguien al estar muerto, al igual que su mujer a quien amaba, lo mismo que a sus amantes que están muertas, pero en vida lo quisieron. Al haber sido todos buenos y según lo que dice la religión que volveremos a encontrarnos en la eternidad. ¿Cómo nos comportaremos con todos nuestros amores y como se comportarán ellas con nosotros?

 

De la misma manera, ¿cómo se comportará nuestra amante esposa, compartiéndonos con sus amantes o sus primeros amores?, y ¿cuál será nuestra forma de comportarnos, compartiendo el amor de ellas con nosotros y con los otros?

 

Nada de esto exponen los teólogos, que mencionan la vida eterna, pero que encuentro totalmente realista el planteo. ¿Dónde quedan los celos?, celos que exponen algunas canciones, como la que dice: “tengo celos hasta del pensamiento que pueda recordarte otra persona amada”, o el otro versito de un bolero que dice: “Y ahora dile al que me siga, lo que me decías a mí. Que con él te has estrenado, porque todo lo pasado fueron juegos de aprendiz”.

 

Lo que expresa este escritor, es algo que me dejó pensando y veré si consigo la respuesta de algún teólogo, porque pretender buscar eso en los libros sagrados, lo encuentro difícil. Quizá algunos de los amigos que me leen puedan darme luces. Varias veces expresé: “nos volveremos a ver en la otra vida”, pero nunca me plantee lo que expreso ahora.

 

Miguel Aramayo

SCZ.27-10-2020 Hoy es el cumpleaños de mi nieto Lucas, el menor de todos los nietos.