El cuarto Rey Mago
Mientras pensaba escribir algo sobre lo que se supone la isla más bonita, Santorini, se me ocurrió hablar con “Alexa” y le dije:
–Alexa: me puedes contar un cuento. Y con su voz monótona y amorfa, me respondió de esta manera: −Conoces el cuento del cuarto Rey Mago.
−Ahora comienzo por el principio: mencioné Santorini porque pensaba hacer un relato de esta isla. Isla del mar Egeo en Grecia, que tuvo varios nombres: Santorín, Santorini, Tera, Thera o Thira (en griego, Sandoríni o Thíra) corresponde a Kallisté, que podría traducirse como ‘la más hermosa’ o ‘la muy bonita’; se habría rebautizado Théra en el honor del fundador Teras, hijo de Autesión, y descendiente de Cadmo. También fue llamada Strongylē (‘la Redonda’). El nombre actual y que es el de “Santorini”, es de origen italiano, debido a los mercaderes venecianos medievales que la llamaron Santa Irene. Según mi parecer es una de las islas más bonitas del planeta. En otra oportunidad les cuento sobre esta isla.
−Estaba preparándome para escribir sobre la isla, pero en busca de inspiración le pregunté a “Alexa”, que es el asistente virtual controlado por voz; creado por Amazon, lanzado en noviembre de 2014 junto a su línea de altavoces inteligentes Echo. La invoque: Alexa – Me puedes contar un cuento.
−Se largó a contarme el cuento del cuarto Rey Mago, que me dijo que se llamaba Artabán. Un cuento que fue para mí una sorpresa, porque no conocía ese cuento. Me puse a buscar sobre el mismo y gran sorpresa:
Artabán es un personaje del cuento navideño. “El otro rey mago”, escrito en 1896 por Henry van Dyke, teólogo presbiteriano estadounidense.
−Ahora lo comparto con ustedes transcribiéndolo íntegramente, el cuento que escribió “Henry van Dyke”. Seguro que ustedes tampoco lo conocen:
“Cuenta el relato que Artabán era el cuarto Rey Mago que encaminó sus pasos hacia Occidente, siempre guiado por el fulgurante mapa celestial, en busca del Niño Jesús.
El zigurat de Borsippa
, con sus altos muros y siete pisos, era el punto de encuentro de los cuatro reyes e inicio de la travesía conjunta. Hacia allí acudía Artabán, con un diamante protector de la isla de Méroe, un pedazo de jaspe de Chipre, y un fulgurante rubí de las Sirtes como triple ofrenda al Niño Dios, cuando topó en su camino un viejo moribundo y desahuciado por bandidos: interrumpió el rey su viaje, curó sus heridas y le ofreció el diamante al viejo como capital para proseguir el camino. Llegado a Borsippa, sus compañeros de viaje habían partido.
Continuó en soledad en pos de su destino, pero arribado a Judea, no encontró ni a los Reyes ni al Redentor, sino hordas de soldados de Herodes degollando a recién nacidos: a uno de ellos, que con una mano sostenía a un niño y en la otra blandía afilada espada, ofrece el rubí destinado al Hijo de Dios a cambio de la vida del niño. En esta actitud es sorprendido: es apresado y encerrado bajo llave en el palacio de Jerusalén.
Treinta años duró el cautiverio, y fueron llegando ecos de los prodigios, consejos y promesas de un Mesías que no era sino el Rey de Reyes al que fue a adorar. Con la absolución y errando por las calles de Jerusalén, se anunció la crucifixión de Jesucristo; encamina sus pasos al Gólgota para ofrecer la adoración largamente postergada, cuando repara en un mercado en el que una hija es subastada para liquidar las deudas su padre. Artabán se apiada de ella, compra su libertad con el pedazo de jaspe, la última ofrenda que le quedaba es ofrecida y Jesucristo muere en la Cruz: tiembla la tierra, se abren los sepulcros, los muertos resucitan, se rasga el velo del templo y caen los muros. Una piedra golpea a Artabán y entre la inconsciencia y la ensoñación, se presenta una figura que le dice: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste”. Desorientado y exhausto pregunta: “¿Cuándo hice yo esas cosas?”, y con la misma expiración recibe la respuesta: “Lo que hiciste por tus hermanos, lo hiciste por mí”. Con él se elevó a los mismos cielos que en su juventud le guiaron en pos del Destino finalmente alcanzado”.
−Esta recopilación que transcribí, no es exactamente el cuento que me contó Alexa, el de ella es un poco diferente, más cortito y se salta muchos temas, temas religiosos del relato original.
Miguel Aramayo
SCZ.18-03-2021