El demonio
En un momento determinado de la historia de Latinoamérica, hubo una conjura diabólica en la que intervinieron tres personajes: uno viejo de barba, otro que “falaba” en portugués y que le faltaba un dedito y un individuo extremadamente rojo, con cuernos y con una cola puntuda y aunque no me crean, crearon una institución oscura a la cual irónicamente denominaron “Foro de San Pablo”. El barbachi les contó que él tuvo un ayudante que ahora estaba viviendo con el de los cuernos y que cuando lo colaboró con su revolución, era un tipo realmente eficiente al extremo que se le pueden contabilizar cuatro mil occisos. Eran otros tiempos, en los que las revoluciones se hacían a bala y con muchos muertos y presos. Ese su ayudante de una barba escasa y que permanentemente usaba una boinita dejó sus huesos en Vallegrande y sus manos posiblemente en Washington.
El viejo barbón estaba escribiendo su epitafio, que al mismo tiempo seria su testamente, para que el de los cuernos y el del dedito lo ayuden. Estos se movieron y muy fácilmente consiguieron locos europeos, principalmente holandeses y españoles, que se pusieron manos a la obra e hicieron su plan, primero que nada, infectar y tomar todas las instituciones mundiales, como la OEA que se la entregaron a un Guatón de su misma línea, igualmente pusieron a un asiático al mando de la ONU y crearon otras instituciones o dejaron la idea de crearlas, como ALBA, Unasur, Mercosur y montón más de organizaciones “SUR”.
Como todo eso se hace con plata consiguieron a un milico aguerrido y torpe que manejó un país lleno de petróleo y por consiguiente el repartió plata al trochi mochi y colaboró con un Tuerto, que era un experto en corrupción y un cholito de ojos claros, que se creía muy bello, que también sabia manejar las finanzas y hacer maldades. Un indiecito que les resulto de los buenos, que fue nombrado hermano menor del dedito, que le regalo una refinerías, para que las nacionalice en un estado multiétnico. Para completar consiguieron un curita concupiscente que había colgado la sotana, además los apoyó un viejito que nunca se baña y se hace el pobre y no cambia su petita, aunque cuando joven gustaba de la rapiña. También buscaron un cholito que se le volcó en medio camino y una señora hija de un militar de aviación que apoyaba, pero no se animaba a declararse abiertamente, y uno de apellido Santo, pero que de eso tenía muy poco y que lo mismo que la señora, era puro culipandeos.
Con todos esos personajes, tenían tomada Sudamérica y algunos países sin importancia en Centroamérica, pero todo se organizaba y comandaba desde un bello país del Caribe, el cual ya hacia cincuenta años que había caído en las manos del barbachi. Desde allí se podían exportar médicos, como fue el caso de los diez mil que se enviaron a la amiga del dedito y también otros cuantos, al indicito, como alfabetizadores y oftalmólogos, al de los millones directamente le enviaron militares que se mimetizaba fácilmente. De esa manera sin tirar ni un tiro ni matar a montones de gente podían imponer un régimen totalitario, lo importante era cambiarles su ley principal, la “Constitución” y aplicar referéndums, para todo lo que querían. El libreto fue impuesto y se llevó a cabo con rigurosidad.
Como Dios es grande y los pueblos no son opas, ahora resulta que de todo América solo dos de los países están bajo el influjo del Caribe, el país que era rico y que ahora se está muriendo de hambre y el país del que se apodero el indiecito, todo lo demás se cambió al otro lado, porque se dieron cuenta que no podían seguir el rumbo a la destrucción. Esta novelita seguirá y espero que con la ayuda de los nuevos vecinos que tiene el indiecito y el rechazo de su población y de casi todos los países del mundo, se cambien la historia en ese país, pero lo importante es que caiga el refrigerador que reemplazó al difunto el cual ahora está oliendo azufre.
Miguel Aramayo
SCZ.27-12-2018