El dolor
Algunas veces me he puesto a pensar en el dolor y encuentro grandes diferencias, principalmente en la localización del mismo. El dolor más grande y más difícil de aliviar es el dolor que se localiza en el alma. Es un dolor que te baja las defensas y lo más grave no es que te baja las defensas de tu organismo físico, pierdes el hambre, pierdes la tranquilidad, pierdes el sueño e inclusive puedes llegar a situaciones de stress que pueden degenerar en una bipolaridad o hasta en locura. El dolor del alma te puede aniquilar.
Si los dolores se localizan en alguna parte de tu cuerpo, por más fuertes que sean los dolores y las molestias de sufrirlos, con los adelantos de la ciencia existen antídotos, analgésicos, que pueden hacerlos desaparecer o por lo menos aminorar, por último, te pueden anestesiar o dopar con drogas que te insensibilizan. En resumidas cuentas, existen agentes externos para aliviar los dolores del cuerpo, por más fuertes que sean estos.
Los dolores del alma, son dolores mucho más difíciles de aliviar y generalmente, según mi criterio, el único especialista que te puede aliviar ese dolor, es uno mismo, lo consejos y recomendaciones de especialistas: religiosos, psicólogos, psiquiatras, amigos, pueden resultar de un paliativo, pero muy difícilmente son curativos. La cura de los dolores del alma depende de cada uno de nosotros, es lo mismo que la felicidad, la felicidad no depende de los demás depende de uno mismo.
Con referencia a lo que digo, me vino a la memoria una poesía que la retorno nuevamente para que la tomen en cuenta, si no me equivoco se llama “reír llorando”, es de “Juan de Dios Pesa” y dice así:
Viendo a Garrick -actor de la Inglaterra-/el pueblo al aplaudirlo le decía:/ “Eres el más gracioso de la tierra, /y más feliz…” y el cómico reía. /Víctimas del spleen, los altos lores/en sus noches más negras y pesadas, /iban a ver al rey de los actores, /y cambiaban su spleen en carcajadas. //Una vez, ante un médico famoso, /llegóse un hombre de mirar sombrío:/sufro -le dijo-, /un mal tan espantoso/como esta palidez del rostro mío. //Nada me causa encanto ni atractivo;/no me importan mi nombre ni mi suerte;/en un eterno spleen muriendo vivo, /y es mi única pasión la de la muerte. //-Viajad y os distraeréis. – ¡Tanto he viajado! /-Las lecturas buscad. – ¡Tanto he leído! /-Que os ame una mujer. – ¡Si soy amado! /-Un título adquirid. – ¡Noble he nacido! //- ¿Pobre seréis quizá? -Tengo riquezas. /- ¿De lisonjas gustáis? – ¡Tantas escucho! /-¿Qué tenéis de familia? -Mis tristezas. /- ¿Vais a los cementerios? -Mucho… mucho. //-De vuestra vida actual ¿tenéis testigos? /-Sí, mas no dejo que me impongan yugos:/yo les llamo a los muertos mis amigos;/y les llamo a los vivos, mis verdugos. //Me deja -agrega el médico- perplejo/vuestro mal, y no debe acobardaros;/tomad hoy por receta este consejo/“Sólo viendo a Garrick podréis curaros”./-¿A Garrik? -Sí, a Garrick… La más remisa/y austera sociedad le busca ansiosa;/todo aquel que lo ve muere de risa;/ ¡Tiene una gracia artística asombrosa! /- ¿Y a mí me hará reír? – ¡Ah! sí, os lo juro;/Él sí; nada más él; más… ¿qué os inquieta? /-Así -dijo el enfermo-, no me curo:/ ¡Yo soy Garrick!… Cambiadme la receta. // ¡Cuántos hay que, cansados de la vida, /enfermos de pesar, muertos de tedio, /hacen reír como el actor suicida, /sin encontrar para su mal remedio! // ¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora! / ¡Nadie en lo alegre de la risa fíe, /porque en los seres que el dolor devora/el alma llora cuando el rostro ríe! //Si se muere la fe, si huye la calma, /si sólo abrojos nuestra planta pisa, /lanza a la faz la tempestad del alma/un relámpago triste: la sonrisa. //El carnaval del mundo engaña tanto, /que las vidas son breves mascaradas;/aquí aprendemos a reír con llanto, /y también a llorar con carcajadas. /Juan de Dios Peza.
Miguel Aramayo
SCZ.13-03-2018