El universo y yo
Me puse a pensar en mí, pero no como algo único e individual, ¡no…! Imagine mi figura como algo que pertenecía a un conglomerado a un colectivo de individuos. Entendiendo la palabra “individuos”, como una concepción “genérica”, donde se sobreentiende que se refiere a ambos sexos, para no entrar en la cacofonía de individuos hombres e individuos mujeres, que es como ahora les gusta referirse a los que dicen ser una generación adelantada y de izquierda, donde todo termino “genérico” debe ser expresado con sexo, inclusive el gentilicio, como bolivianos y bolivianas y de la misma manera con muchas otras nacionalidades. Forma de expresarse que más de una vez produce expresiones irónicas, que no viene al caso referirlas, pero que algunos presidentes y presidentas y otros políticos y politicas latinoamericanos del siglo XXI los utilizan con frecuencia.
Después de haber divagado en el tema, como queriendo mostrar que tengo algún conocimiento de gramática, lo cual no es verdad, les contaré porque estoy escribiendo.
Escuche una conferencia de un hombre (Rafael Alvarez – El Brujo) que comienza diciendo: “Lo interesante contar una historia es que alguien la escuche” Una mano es una mano, porque entre un dedo y otro hay un espacio vacío. El contador es el dedo y el vacío que hay entre dedo y dedo es el que escucha. No puede haber un relato oral si no hay silencio: “que todo el mundo se calle, sigue contando”. Que es lo que dicen los grandes aficionados al flamenco: “Vamos a escuchar”. (con entonación de flamenco – vamo escucha) El Quijote y La Odisea tiene un punto de conexión maravilloso que es el placer del relato. Son libros, o historias, relatos, que hablan sobre relatos y sobre la fiesta de contar una historia, y la ceremonia de escucharla. Y son, en definitiva, dos grandes textos de la gran literatura referidos a la gran tradición oral, la palabra viva. “En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”. Como diciendo: “No me preguntéis qué lugar, si es este o el otro, porque eso es lo de menos”. Y la Odisea también. La odisea es un relato que celebra la mística del hecho de contar una historia. Hay un momento de la Odisea maravilloso que es cuando Ulises llega l país de los feacios, y entonces, Ulises, que viene de todas esas aventuras que está pasando en el mar, cuenta su historia. Y los feacios le escuchan. Dice: “yo Ulises, mi nombre, tal. Mi padre, Ítaca, tal” Lo cuenta muy bonito. ¿no? Es un momento donde Ulises se convierte en contador, en rapsoda de sí mismo. Y lo más bonito de esa historia es que Ulises está dimensionando su propia historia de una manera hiperbólica, con unas exageraciones…Y ya él se emborracha del acto de contar y se inventa a Ulises. Esa es la grandeza de los clásicos. Son un grandísimo tesoro vergonzosamente desconocido. La cultura es un instrumento para la evolución de nuestra mente y para desarrollar los valores que nos acercan a los demás. Pero según yo lo entiendo. Más todavía a desarrollar aquello que nos acerca a nosotros mismos. Con los años y con lo que he estudiado, con lo que he viajado, y con lo que he vivido. Pienso que el tesoro está en el interior. Y este es el papel sagrado de la cultura el poner al hombre en contacto con su potencial, despertar en nosotros esa autoestima profunda que te haga pensar que tú eres un ser valioso y que puedes enfocar la vida y que puedes realmente enfocar la vida y tus relaciones con los demás desde los valores de la solidaridad, la generosidad, la superación. Esa es la gran utilidad de la cultura y, finalmente, conectarte contigo mismo y con el misterio del universo.
Después de escuchar eso que les relato me puse a pensar que una de mis características por las que me critican algunas personas, es que soy demasiado charlatán y eso significa que soy alguien al que le agrada el relato y por suerte también tengo gente que me soporta y escucha mis relatos, que eso es lo que más me agrada.
Miguel Aramayo
SCZ.19-02-2020 Cumpleaños de mi hermano a quien le dedico este escrito.