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Esto no es cuento, es verdad

18 Jun

Esto no es cuento, es verdad

En un país no muy lejano, un pelao de ocho años, que tenía un hermano mayor de 13 años, y cuatro hermanos menores, uno era de cinco, otro de cuatro y los zurrapos que eran tojos ya tenían año y medio. Su padre era un mentiroso que sólo se la pasaba hablando y hablando, se decía comunista y de los pueblos originarios, pero nunca se le escuchó ni una frase en su lenguaje originario. Su madre los tenía medio abandonados porque se había dedicado a cosas raras. El pelao había disminuido tanto su autoestima por escuchar a su padre, y oír que decía tantas burreras juntas que, parecía que las decía por concurso. Además le daba mucha pena porque el que podría servirle de apoyo, que era el hermano mayor, estaba amenazado por el padre que vivía ofreciéndole huasca y que le quitaría su cajón de lustrero, porque se estaba convirtiendo en un empresario con tendencias a ser oligarca. De yapa, como todos los velatacuces eran cambas y el padre no, les tenía un odio negro por solo el hecho de escucharlos hablar sin hacer sonar las eses y estar de acuerdo con las autonomías. El pelao y sus hermanos menores, con lo que el padre solo se la pasaba mintiendo, comían muy poco y estaban cada vez más desnutridos.

 

Esto que aparenta ser un cuento en realidad es lo que nos está pasando. La clase media a la cual pertenecemos nosotros, estamos iguales al pelao de ocho años. El hermano mayor representa a los empresarios, que sin ser ricos, lo tienen todo invertido para ayudar a progresar a la familia, pero con el temor que tiene de que le quiten sus bienes (el cajón de lustrero) y los estigmaticen de “oligarca”, los tiene como piyos contra el cerco y con el temor de que cumpla su promesa de quitarles sus tierras. Los hermanos menores simbolizan al pueblo que no sabe nada y lo ignora todo, los dos hermanos de cinco y cuatro años, más o menos se dan cuenta de lo que está sucediendo porque es el pueblo con cierta preparación, pero pocas posibilidades de superación, pero como el padre (el gobierno) habla tanto, los tiene medio convencidos y están esperando que le quite el cajón al mayor, porque se los prometió a ellos y están totalmente seguros que el cajón será de ellos; lo que no saben es que cuando lo tengan, no habrán zapatos que lustrar, porque nadie tendrá zapatos. Los tojos que tienen año y medio, representan al campesinado, hacen lo que dice el padre, porque los pobres no tienen la más leve idea de lo que sucede, después de todo siempre estuvieron así, no conocen nada mejor y tampoco conocerán nada, a ellos no les interesa el cajón, ni nada, solo quieren que les den de comer (circo) y los dejen descansar (mentiras).

 

Realmente estoy con la moral baja, porque al Presidente lo veo cambiando de disfraz en forma permanente, lo veo con sombreros que nunca en mi vida había visto, como el que estrenó en su último discurso, un sobrero de paja forrado en hojas de coca, algo digno de “sábados gigantes”, pero en la cabeza de don Francisco y no en la de él. Algunas veces lo escucho decir chistes a diplomáticos argentinos sobre el tema del gas a quienes les recomienda que la próxima reunión sea en la bombonera, o que festeje el cumpleaños del Che, que mató a tantos hermanos nuestros, y que murió porque lo traicionaron desde Cuba, porque allá les hacia sombra y también sus recomendados bolivianos le abandonaron a su suerte. Escucho como habla para algunos presidentes como Bush, Uribe, Toledo y me da vergüenza cuando Chávez lo agarra del hombro y le dice mi “indio”, me duele el alma ver que mucho más flamean las banderas de Cuba y Venezuela en algunos acontecimientos, y como menosprecia las Fuerzas Armadas, buscando como guarda espaldas a gente con boina roja, que no son precisamente los Colorados de Bolivia, escucho ofrecer guerra a los EEUU, como cuando Melgarejo tuvo expresiones similares, escucho insultar a un ex presidentes, con términos que si son entendibles, no son apropiados para un Presidente, como el de “Mostrenco Sarnoso”.

 

Lo único que escuché en estos últimos cinco meses son discursos, discursos, con el mismo tema repetitivo y acompañado de mentiras, errores gramaticales, horrores históricos, errores conceptuales y cada mes mezclado con más odio y menospreciando cada vez a muchos en Bolivia.

 

 

Miguel Aramayo

SCZ 18-06-2006