Hamlet
He terminado de leer un libro de Sarah Lark, “La leyenda de la montaña de fuego” donde algunos de los personajes son fanáticos de Shakespeare y muy especialmente de las obras de Romeo y Julieta, Hamlet y Otelo. Ahora estoy inmerso en un libro que se titula “Ordesa” y el autor es Manuel Vilas, en ambos libros lo que más me llamó la atención es la muerte.
A continuación, les transcribo algo de Hamlet, que refuerza el tema que en este momento me ocupa, aunque no me preocupa, porque lo encuentro de lo más natural: “Ser o no ser, ésa es la cuestión: Si es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas de la artera Fortuna o amarse contra un mar de adversidades y darse fin en el encuentro. Morir: Morir nada más. Y si durmiendo terminaran los dolores de cabeza y los mil choques naturales Herencia de la carne. Sería una conclusión realmente deseable. Morir, dormir – dormir – talvez soñar: ¡ay ese es el obstáculo!; porque en aquel sueño de la muerte qué sueños pueden sobrevivir cuando nos hayamos librado de la espiral mortal, debemos darnos una pausa. He aquí la reflexión que da existencia tan larga al infortunio”.
En muchas de las obras de Shakespeare, la muerte es parte de su literatura, como es el caso de las nombradas en el primer párrafo, también los libros de Sarah Lark que contienen muchos relatos de este hecho y es tratado con naturalidad, lo cual encuentro normal y correcto, porque la muerte es parte de nosotros, incluso en los libros religiosos, el premio o castigo final de nuestra existencia se producirán después de nuestra defunción. Mientras tanto vivimos procurando ganar méritos para cuando nos vayamos a la eternidad.
Leí algo que me resulto interesante y lo comparto a continuación: La muerte se ve de manera distinta dependiendo de la cultura. Hay quienes afirman que no le temen, y cuando se llega a la vejez la anhelan y la reciben con una sonrisa. Pero, ¿qué pasa después de morir o qué significa la muerte? Estas preguntas intrigan a filósofos, quienes han debatido sobre todo el significado de la vida y la muerte. Pues como dijo Séneca, nada es tan cierto como la muerte; y San Agustín “todo es incierto; sólo la muerte es cierta”.
A la mayoría de la gente le disgusta hablar de este tema y prácticamente es un tema descartado de conversación entre los jóvenes, pero la gente mayor, aunque no le agrade hablar de ese tema, cuando es más mayor ve con mayor naturalidad, porque después de una cierta edad ya se entra a una etapa en que es necesario pensar en ella, porque es una forma realista de afrontar el futuro y ya no se ve como un tema tétrico.
Jesús, siendo hijo de Dios tuvo que someterse a ese trance y cuando estuvo próximo a su destino final dijo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres (Mateo 26:39)
El filósofo alemán Martin Heidegger definió en Ser y tiempo la muerte como algo que se presenta en el ahora de la vida del hombre. Para este filósofo lo más recomendable es que los seres humanos acepten con conciencia y libertad el camino hacia el final porque al morir el hombre “se asegura del supremo poderío de su libertad cierta y temerosa para morir”. Entonces al morir el hombre acepta su realización. El hombre “se asegura del supremo poderío de su libertad cierta y temerosa para morir” en la muerte.
“Dice Cicerón que el filosofar no es otra cosa que prepararse para morir”, a esto añadió “Quitémosle lo raro, acerquémosla a nosotros, acostumbrémonos a ella, no tengamos nada tan a menudo en la cabeza como la muerte”.
Miguel Aramayo
SCZ.11-04-2019