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Inconsistencia

18 Nov

Inconsistencia

En un momento determinado dejé de ser yo, para convertirme en una briza, una brisa suave, cálida, tenue. Una brisa que se esparcía por el espacio, un espacio azul, celeste, índigo bajito, y en otros momentos intenso y se incrementaba su luminosidad. El piso que sostenía mi inconsistencia, en algunos momentos parecía de agua, pero en otros era lodo, nubes, arena, cambiaba su textura de acuerdo a la inconsistencia que yo asumía en mi transitar por ese espacio etéreo.

 

Al deambular en ese estado, percibí la existencia de una persona que estaba posada en un arenal y frente a su rostro y más próximo a sus manos estaba un atril que sostenía un lienzo, un papiro o un papel, en el que ese hombre dibujaba o pintaba algo, un algo que también tenía rasgos humanos, quizá era la figura de una mujer. El hombre era delgado de cabello abundante, crespo y de un castaño oscuro, su rostro y sus manos mostraban una piel blanca, con tonalidades que mostraban que era un individuo saludable. De frente muy amplia, con unas orejas muy bien formadas, de nariz chica y quizá algo respingada, de labios carnosos, que dibujaban una leve sonrisa que denotaba paz, tranquilidad, serenidad. Me impresionaron sus ojos, que siendo chiquitos tenían un brillo intenso y la tonalidad de un verde esmeralda, que cuando dejaba que se refleje la claridad de la luz que nos rodeaba, se aclaraban y era tan limpia su mirada, que permitían mostrar en la profundidad, su alma.

 

Como yo era nada más que una briza, él no percibió mi presencia y le susurre al oído: –¿Qué es lo que estas dibujando? Y él sin apartar la vista del cuadro que elaboraba me respondió muy confiado y sin darse cuenta de mi inconsistencia.

–Estoy dibujando mi alma gemela.

Le pregunte: –¿Es posible dibujar tu alma gemela, sin tener un modelo?

Y me respondió: –Es que el modelo lo llevo en el ama, en mi alma, en mi mente, en mi cerebro. –Claro que es muy difícil dibujar un alma gemela, porque es huidiza, es incorpórea. –Uno piensa que ya la tiene, pero en ese mismo momento, ¡desaparece…!, como si se estuviera burlando de uno.

 

Él me pregunta: –¿Nunca te has encontrado con tu alma gemela?

Y respondo: –¡No!, por lo menos eso es lo que pienso, aunque algunas veces me da la impresión que estoy con ella, pero como es mi alma, es incorpórea, es volátil, inconsistente, al extremo que cuando estoy a su lado pierdo el lívido y no encuentro cómo encararla, para asegurarme de que efectivamente es mi alma gemela.

 

Él sigue hablando de esta manera: –Yo en este momento estoy en el mismo dilema, la estoy pintando, pero cuando me doy cuenta, la acuarela se escurrió y sólo se ve un charco de agua en el borde inferior del lienzo. –Creo que utilizaré lápiz de carboncillo para ver si puedo plasmarla en el papel, de esa manera poderla conservar un tiempo, un tiempo más junto a mí.

 

–Amigo te dejo con el afán de que logres retratar tu alma gemela y me voy como llegué, como una briza suave, cálida, inconsistente y también veré, si en el trayecto que me queda por recorrer en esta vida, logro encontrar mi alma gemela. Aunque tengo la certeza de que esa posibilidad es efímera y hasta imposible, es mucho el trayecto que he recorrido y si en ese tiempo no encontré mi alma gemela. La otra posibilidad es que ella (mi alma gemela), ya esté en la eternidad. Pero como ella es alma y yo soy briza, existe la posibilidad de que nos encontremos y perduremos el saldo del tiempo, hasta que lleguen los cuatro jinetes nombrados en las escrituras.

 

Después de esas palabras, dejé de ser inconsistente y volví a la realidad, otra vez fui un hombre de carne y hueso y me di cuenta que el tiempo, no había transcurrido, desde que inicié esta historia, hasta ahora sólo fue un chispazo, un pestañar de ojos cansados.

 

Miguel Aramayo

SCZ.18-11-2017