La historia comienza en la plaza
No me recuerdo cuanto tiempo pasó desde una noche que dando vueltas a la plaza 24 de Septiembre, conocí una muchacha que estaba sentada en un banco al frente de la catedral, era una pelada alta, casi a mi tamaño, de un cuerpo primoroso, una cara bonita, pero con una mirada y una voz muy tristes, nos hicimos amigos y conversamos sobre un montón de cosas triviales. Desencadenamos en que mucha de la gente que yo conocía, también conocía ella, o en muchos casos eran sus parientes a quien yo conocía.
Después de habernos encontrado en varias oportunidades, llegamos a conformar una amistad, muy bonita y sin ningún compromiso, ella me contó muchas cosas intimas y quizás yo también hubiera hecho lo mismo, pero el tiempo fue pasando y cada vez la vi menos. Un día la encontré y me contó que se iba a vivir a Europa a buscarle a la vida, porque por estos lados la cosa era difícil. Viajó y no supe más de ella, pasaron unos cuantos años y un día de sorpresa me encontré nuevamente y me comentó que estaba viviendo en uno de los países más adelantados de Europa, que la vida le había dado la oportunidad de progresar y hacer unos pesitos para poder colaborar a su familia aquí.
Después de ese encuentro no la volví a ver nunca más, pero su recuerdo quedo en mi memoria y por extrañas casualidades me enteraba de cómo le iba. Supe que llevó a Europa a parte de su familia, ella se había casado en Santa Cruz y tenia tres hijas, pero no tenia ningún apoyo del marido y, por lo tanto quien colaboraba con la crianza de las chicas era su familia aquí, mientras ella se afianzaba en su nueva residencia, era su madre, aquí en Santa Cruz, la que más la colaboraba con sus hijas.
Como todo emigrante, su vida en Europa no fue nada fácil, ella sólo sabia hablar el español, por lo tanto tenía que aprender en primer lugar el idioma, sus parientes que ya llevaban algún tiempo por allá la albergaron al principio y le consiguieron trabajo, desde luego que era de lo más duro porque lo que debía hacer, lo tenia que hacer con sus manos, y esforzarse en aprender francés, porque en el país donde estaba, esa era la lengua predominante, y si no me equivoco, la lengua oficial. Terminaba de trabajar y estudiaba, pero con un régimen casi de auto estudio. Era tanta su necesidad de comunicarse, que en muy poco tiempo ya entendía lo que le decían, que en su mayoría eran ordenes e instrucciones y ya podía expresar algunas cosas del correr diario y cotidiano, de manera de no perder el habla.
Las parientes que la habían incitado al viaje y que la protegieron en una primer etapa, poco a poco se fueron distanciando, no porque no quisieran ayudarla, sino porque la vida en lugares grandes te obliga a estar más pendiente de tus problemas, que de los problemas de los demás y como ella ya de alguna manera ya tenia un lugar de trabajo, su lenguaje había mejorado notablemente, podía valerse por si sola y para poder mejorar sus ingresos incrementó su trabajo.
Un buen día las parientas cambiaron de rumbo y tuvieron que separase, lo cual la obligo a buscar donde vivir, encontró un lugarcito en un edificio próximo a donde trabajaba, era un lugar acorde a sus posibilidades económicas, porque de todo cuanto obtenía, destinaba una buena porción para enviar en remesa a sus parientes en América. El tiempo pasaba a tanta velocidad que ella no pensaba más que en sus seres queridos que estaban tan lejos de ella en términos físicos y tan próximos a ella en términos afectivos, que la monotonía en la que estaba inmersa la hicieron perder de vista su propio yo y todo se concentró, en trabajar para tener más, para mandar más y ella se descuido de su felicidad, mejor dicho nunca pensó en su felicidad.
Un buen día se dio cuenta que era indocumentada, que los permisos de migración que tenia ya habían vencido y que existía la posibilidad de que la policía la retenga. Eso se le convirtió en un trauma, pero no podía aflojar su ritmo de trabajo, pero ahora además de la añoranza de sus seres queridos y su lugar de origen, tenia en su mente un fantasma que la asustaba y la atormentaba a cada momento, se convirtió en una persona que sólo trabajaba y el poco tiempo que le quedaba para descansar lo usa para eso y en la soledad del sótano donde vivía, si a eso se le podía llamar vivir, por lo menos en verano era llevadero, pero en invierno era un infierno, no tenia calefacción y no tenia los medios para poder pasarlo mejor.
Un buen día la policía migratoria la citó y ella antes de ir, le cuenta a un compañero de trabajo, el que le ofrece su ayuda, que consistía en tenerla como pareja, bajo ciertas condiciones en las que él se vea liberado de obligaciones futuras y ella pudiera estar protegida, eso significa que tienen que trasladarse a donde vivía el compañero de trabajo, pero vivir en la incomodidad de un sofá, perdiendo totalmente su privacidad, aceptan ambos y la policía le otorga el permiso de permanencia, pero durante un buen tiempo controla que esa unión se concrete y cumplan ambos. De esta manera al tener papeles consigue un mejor trabajo en lo que corresponde remuneración, pero el sacrificio seguía siendo el mismo. Trabaja en un geriátrico como enfermera, pero a su vez debe realizar tareas de limpieza, en el mismo lugar. El trabajo es esclavizante, pero la remuneración no sólo que le permite mantenerse, sino que puede mejorar su vivienda y obtiene el permiso para llevar a sus hijas, que al ser muy chicas deben ingresar en el colegio. Como ella ya tiene empleo estable y aporta a la seguridad social y paga sus impuestos, puede tener a las hijas en colegio y de esa manera aliviar su sufrimiento de alejamiento de su familia.
En el tiempo que ella está en Europa, pierde a su padre, a su madre y a un hermano, lo que la entristece mucho, pero no puede hacer más que hablar por teléfono y llorar un montón. De esta manera el tiempo sigue su curso y las chicas crecen y ya pueden colaborar a su manutención. Por su parte ella también puede mejor su situación y brindar la posibilidad de que la chicas retornen a América, para tomar vacaciones y ver a los parientes. Ella también puede disfrutar de vacaciones que le permiten conocer algo más de Europa.
Algunas veces tenemos criterios errados, pensamos que las personas que viven en el exterior, son felices porque tienen la posibilidad de tener mejores ingresos que los que obtenemos aquí, pero no llegamos a entender que su vida es tan sacrificada, tremendamente sacrificada, por el tipo de trabajo que tienen que desarrollar, por el esfuerzo que requiere ese trabajo y por la escasez o falta total de incentivos emocionales diarios, quizás aquí trabajemos por menos paga, pero también los trabajos son más simples y vivimos como reyes, tenemos todo el apoyo moral que requerimos y quizás más que lo necesario.
El tiempo pasó hasta el extremo que las hijas ya son mayores, dos de ellas se quedaron a vivir en Europa, porque esa forma de vivir, esa sociedad, esa monotonía las absorbió al extremo que decidieron quedarse, después de todo ellas son europeas, mientras que una de las hijas retornó a América y formó familia con lo cual la madre decidió dejar Europa y retornar a Bolivia, para vivir de sus rentas, que por más escasas que sean le permiten la felicidad de compartir con las nietas, con lo cual la vida le está retribuyendo de alguna manera el gran sacrificio que hizo en su vida.
Esta historia, puede ser real o ficticia, pero se me ocurrió escribirla, porque en este momento están retornando los migrantes que se fueron a Europa, los que no consiguieron papeles y están siendo repatriados y también los que por la crisis económica por la que atraviesa el mundo, se ven imposibilitados de seguir en Europa y entre comer puchi lejos, es preferible hacerlo en su tierra, cerca de su familia y sus amigos.
Miguel Aramayo
SCZ. 27-04-2009