Los celtas
Caminando por Irlanda, me adentre en un bosque que suponía totalmente deshabitado, pero ¡gran sorpresa…! A los pocos metros escuché voces de muchas personas. Daba
la impresión de ser más mujeres que hombres y todos hablaban al unísono, lo cual confundía, además no era inglés lo que pronunciaban, era gaélico, por lo menos eso me pareció de las poquitas palabras que sé en ese idioma, por demás está decir que se trata
de una lengua muerta.
Me quedé quieto y sorprendido, desde luego también temeroso. Nunca pensé encontrarme con gente de otra época, hablando otro idioma. Ya estaba adentro y no me quedaba
más que, afrontar lo que viniera. No se pasó por mi cabeza el huir, al contrario, seguí avanzando, procurando aproximarme a donde estaba esas personas. Cuando llegué donde estaban ellos, quedaron sorprendidos y hasta me animo a decir, temerosos. Aparentemente
estaban celebrando algo y se encontraban reunidos formando un círculo en torno a una hoguera, que no solo les servía para calentarse e iluminarse, aunque faltaba un poco para el ocaso. Era notorio que preparaban algo de comer y beber; porque se percibían dos
aromas diferentes. Por un lado, parecía carne asada y por otro algo con contenido de alcohol, como un licor de jengibre y limón, aroma similar al gin.
Cuando esas gentes que estaban sentadas me vieron, quedaron anonadados y su silencio me dio coraje. Se fueron incorporando poco a poco y se aproximaron a mí, mostrando
un cierto temor. Las mujeres más osadas, en cambio los varones se mostraron más cautos y alertas para defenderlas en cualquier situación o mal entendido que se produjera.
Cuando me tuvieron totalmente rodeado comenzaron a tocarme con notoria sutileza, lo que hizo que yo me tenga que parar y levantar los brazos. Algunas se aproximaron
tanto que rozaron sus narices con las mías y olían la piel de mi cara y mis orejas, también acariciaban mi cabello y tuve la impresión de que procuraban desnudarme y les llamaron la atención los botones de mi campera, camisa y pantalón, lo mismo mi cinturón
y zapatos. Quedé quieto y dejé hacer conmigo lo que se les antojara.
No me di cuenta del tiempo que transcurría desde mi llegada, pero el ocaso ya había dado paso a una noche llena de estrellas y una luna brillante en todo su esplendor.
Cuando me tuvieron totalmente desnudó, se dedicaron a observar mi ropa con detenimiento y me pareció que lo que más les llamó la atención fue mi ropa interior. Cuando
yo estuve totalmente chuto, perdieron interés en mí y mientras observaban cada una de mis prendas intercambiaban criterios y en algunos casos lanzaban tremendas risotadas.
Después de observar todo, me permitieron vestirme y mientras lo hacía formaron un ruedo a mi alrededor. Cuando estuve listo, dos hombres me tomaron de los brazos y
me guiaron hasta el final del bosque, allí me dijeron algo y me señalaron el camino a seguir, incluso uno de ellos me dio una palmada en el traste, como indicando que me alejé.
Ustedes creerán que esto que les cuento es una más de mis chifladuras, de mis ensueños, mis inventos o mis mentiras, pero les seguro que esa fue una vivencia en mi
último viaje por Irlanda.
Miguel Aramayo
SCZ.06-07-2021