Mi Madre y el tiempo pasado
Madre, a mi mente afloran: Consejos, refranes, oraciones, olores, aromas, sabores, colores, poemas, todo lo que hace que te presentes en mi mente como la madre querida, como la madre que eres.
Consejos traducidos en refranes, represiones, traducidas en sermones. Oraciones a la Virgen María, al Niño de Praga, como la que dice: “bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan grandiosa belleza…”. Poemas como “No dar examen verdad…”, o “Mariposa vagarosa, rica en tinta y en donaire, ¿por qué vuelas por el aire?…”. Canciones como “Luna lunera cascabelera, decile a mi chiquita por Dios que me quiera…”, o “Están clavadas dos cruces en el monte del olvido, son dos amores que han muerto que…”. Todavía recuerdo sentirme abrazado a tu cintura pisando tus pies para seguir los acordes de esas canciones y otras como un mambo de Pérez Prado “un, dos,…”, o el chachachá que decía El bodeguero bailando va, entre frijoles, papas y ají…”
Todavía siento, añoro y deseo los olores y aromas convertidos en ungüentos, ungüentos de eucalipto, belladona y benjuí o las cremas hechas por mi abuela para que no se partan los labios, los cachetes y las manos en los días de invierno, cremas hechas con “unto sin sal, precipitado rojo, bálsamo del Perú y unas gotitas de perfume de rosas o claveles”. Recuerdo como si fuera ahora, el enema de malva con jabón, para curar los empachos de frutas silvestres y verdes que comíamos en nuestras excursiones de “niños exploradores”. Aromas convertidos en ricos platos preparados por tus manos expertas, platos como los “niños envueltos, con puré de papa”, el “pastel al horno o empanada gallega”, o simplemente unas “tortitas de arroz con maní molido y papa hervida”, o unos “pasteles de papa con relleno de queso y rebosados con clara de huevo y hechos en la sartén”, postres como el helado de tumbo, las empanaditas al horno, los alfajores con dulce de leche, el pudín de pan viejo, uvas pasas y acaramelado en un molde, hecho con pan que se conservaba en la lata que se usaba con este objeto.
Colores, como el beige, el verde petróleo, el verde ingles o el verde retoño, marengo, azul marino o blanco hueso, para elegir una chompa, un saco, un chaleco o un suéter, colores vivos para la chalina, el gorro, los guantes o para las pantuflas tejidas para caminar adentro de la casa. Puntos complicados para el diseño de las trenzas, la cavadura, los hombros “raglán”, el cuello, los bolsillos, punto arroz, o punto yérsey, los pantalones bombachazos de lanilla, con botón en la rodilla para usar con medias “Carlitos” de lana con rombos coloridos, como los que usan los escoceses, con una borla de lana a los lados que convine con la borla del gorro y Chamarra con el mismo color del pantalón y botones en los puños y hombreras de cuero.
Ahora los tiempos han pasado y con ellos llegó la calma, pero el cariño y los recuerdos no se apagaron, se acrecentaron. Llegó la edad madura, pero no solo para vos sino también para mi, llegó la hora de meditar y rememorar los tiempos pasados, no solo los bonitos, también los feos en los que debíamos hacer cola para comprar con la libreta de racionamiento impuesto por el movimiento revolucionario, por los milicianos y los matones de San Román y Gayán, y recordar con cariño las palabras de Oscar Unzaga o de Mario Gutiérrez y mantener detrás de la solapa una cintita celeste, que muestre que somos “gente”.
Que lindo es sentirse hijo de una madre tan querida, tan buena, tan abnegada, tan comprensiva. Que lindo es sentirse hijo, hijo que gracias a las caricias, a los reproches, a los regaños, ha logrado llegar a este punto de la vida, en el cual se aprecia la madurez, pero sobre todo la prudencia, la calidez, la ternura, todo eso heredado de esa madre, ¡MADRE con mayúsculas!
Los años no pasaron en vano, lo que tenemos gravado en la mente, no es solo la constancia, la dedicación, la abnegación que esa mujer venida del cielo nos dedicó, no como algo que se lleva el viento, sino como algo grande, algo que solo una madre puede brindar a un hijo y no solo a uno sino a todos los que parió.
Miguel Aramayo
SCZ. 18-05-2007