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Pobre hombre perdido

19 May

Pobre hombre perdido

Era una ciudad fría, con una topografía irregular, podía ser California en invierno o alguna de las ciudades del norte de Italia. Era difícil identificar la ubicación del lugar, porque el relator de esta historia no sabía dar más información. Él narrador, que se llamaba Ismael y que daba la impresión de ser español, sefardí. Caminaba detrás de una persona que hablaba en voz alta, esa persona daba la sensación que estaba perdida o más aún daba la apariencia de estar sonámbulo. Era un hombre alto muy bien vestido, de cabello rubio, de hombros anchos, como si fuera un nadador, su caminar era lento y hasta cierto punto dubitativo, cada paso que daba lo hacía con cuidado, como queriendo amortiguar el ruido de sus pisadas o como temeroso de avanzar.

 

A Ismael le dio mucha pena ver a ese hombre y dejó de hacer lo que debía, lo que le correspondía, para seguirlo, y que no le suceda nada malo y en cualquier momento poder aproximarse a él y ver si se podría brindarle una ayuda efectiva, sobre todo para que no cometa ninguna locura. No tenía la apariencia de alguien con un problema psíquico o esquizofrenia, ¡no…! Aparentaba ser alguien que había tenido un duro golpe psicológico, un gran sufrimiento. Era lo que traslucía, por lo que repetía hablando solo y en vos alta, como si hubiera sufrido una gran decepción.

 

Fueron acortando distancia, Ismael que se aproximaba cada vez más y el hombre triste con sus pasos temerosos, perdiendo espacio. De esa manera Ismael pudo captar y comprender lo que decía; de así pudo enterarse del motivo de la tristeza que lo aquejaba. En su alocución el hombre se imaginaba que su esposa ya no lo quería, aunque seguían juntos, ella lo evitaba en todo momento y eso lo expresaba en voz alta.

 

–¿Por qué ya no me quieres?, ¿Qué hice para que me prives de tu amor, de tu cariño? En voz alta él mismo se respondía. –Recuerdas lo que escribiste ofendiéndome, dudando de mí.  –Pero eso que expresé tenía mucho de verdad, después de un tiempo lo corroboraste. –Esa apatía no es de ahora, hace mucho que te alejas de mí.

 

Después de escuchar ese argumento, Ismael se tranquilizó y estaba por abandonar su seguimiento, pero en algunos momentos daba la impresión que sollozaba y se le entrecortaban las palabras y eso lo siguió preocupando. En un momento determinado, el hombre triste aparentemente no vio una rama y tropezó bruscamente llegando a caerse. En ese momento Ismael se aproximó a él y lo ayudó a incorporarse y preguntarle:

 

–¿Se hizo daño? Preguntó Ismael.

 

–¡No…!, puse las manos y amortigüé la caída, ¡Gracias por su ayuda!

 

Ismael observo que tenía la cara húmeda por las lágrimas que caían de sus ojos, mientras caminaba y su rostro mostraba una expresión de extrema tristeza, que preocupaba. Como ya estaba frene a frente, Ismael le dio:

 

–Le invito un café, mire al frente tenemos una cafetería.

 

– No se moleste.

 

–No es ninguna molestia, el tiempo está para algo caliente y a usted se lo ve preocupado, por ese motivo lo estuve siguiendo.  

 

Entraron a la cafetería y pidieron dos cafés bien cargados y dos copitas de grapa. Se tomaron de un trago la grapa, que a ambos los volvió a la realidad. Después mientras degustaban el café hablaron de todo y en un momento determinado, el triste que se llamaba Pietro, agradeció y le expresó, que el haberse juntado con Ismael le había producido una gran ayuda, porque tenía una tremenda confusión y no tenia deseos de continuar. Ismael pidió repetir el café y lo hizo recapacitar, que lo que él llamaba problema, era algo común y que habían cosa más importantes por las que vivir y que nuestra felicidad no depende de los demás, sino de uno mismo, es lo que se denomina amor propio. Se tomaron otras tres tazas de café, además de otra grapa y cuando salieron, era de noche y quedaron en juntarse en otra oportunidad, intercambiaron direcciones y se despidieron como grandes amigos. Pietro ya no estaba pálido ni lloroso, mostraba otra cara. 

 

Miguel Aramayo

SCZ.18-09-2020

 

19 May

Solo sentimientos

Observo la puesta del sol y veo los colores en diferentes matices de tonalidad ocre y noto que no es sólo mi visión la que queda extasiada, una parte de mi espíritu también se compenetra de esa respuesta que tiene la naturaleza ante ciertos acontecimientos. Una sensación similar se apodera de mi cuando me quedo mirando la salida de la luna llena, o de cualquiera de los estágios que muestra este astro, en creciente, en menguante y lo extraño, cuando se esconde después del último cuarto.

 

Aunque sea solamente yo, él que aprecie cómo reacciona mi espíritu, mi alma y de forma coherente mi físico. Porque todo lo que es espiritual, se apoya en lo carnal y subsiste porque ese es el soplo, el soplo Divino que el cuerpo recibió del Creador, del Altísimo, del Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente y todos los superlativos que le corresponden a su Jerarquía. Considero que todos los humanos deberían percibir las mismas sensaciones, pero por lo que observé, algunos, no es que no sientan esas mismas sensaciones, sino que no le dan la importancia que le damos otros.

 

Ni los hermanos gemelos poseen la misma percepción ante los hechos que ofrece la naturaleza, que a algunos los exalta, los asombra. Otros, si bien perciben las bellezas que ofrece la naturaleza, por su carácter o por su forma de ser, minimizan la importancia, que otros le damos a eso que nos brinda la naturaleza.

 

También me he quedado observando el amanecer, en lugares donde por el clima y la topografía, las ciudades se esconcen bajo las nubes y a medida que sale el sol esas nubes se dispersan y muestran el despertar, el amanecer. La caída de la lluvia es otro espectáculo que me sobresalta y mucho más, cuando es iluminado por los relámpagos y rayos, además del estruendo que se mezcla con el cantar del agua que se desparrama de las nubes. O el silencio, con el que la nieve se precipita sobre la superficie y va amontonándose en los caminos y va cubriendo los árboles, con la elegancia de sus copos.

 

Quedarse a la orilla del mar y ver el ir y venir de las olas o estar sentado en un acantilado, donde además de ese vaivén del mar, se aprecia la furia, el poder de las aguas golpeando rítmicamente, o el transcurrir de un rio de un cierto caudal, cuyo arrullo incluso hinnotiza y produce somnolencia. La quietud de un lago, también es algo que influye en la paz del espíritu.

 

Son tantas las cosas que podemos observar de la naturaleza, que cuando lo hacemos podemos ver lo diminutos que somos, ante tanta grandiosidad y apreciar que todo eso no es de generación espontánea. Que fue creado por un ser superior, del cual también somos su obra y que todo eso lo hizo para nuestro bienestar, para que lo conservemos, lo cuidemos y sepamos apreciarlo, como lo hacen muchos otros seres vivos que comparten con nosotros el mismo habitad. Creo que es la forma como nos demuestra su amor.

 

Miguel Aramayo

SCZ.14’09-2020

 

19 May

Solo sueños

Alguien soñaba, pero sus sueños se hacían difusos, mejor dicho, sus sueños se borraban de su mente, una vez soñados. Pero quién en su vigilia, observaba a quién soñaba, puede asegurar, que la persona observada soñaba de verdad. Porque el soñador, además del sueño que tenía, dejaba traslucir movimientos y palabras, que después el soñador no recordaba. El soñador, no recordaba, que sus manos buscaban botones, botones de una supuesta camisa. Mientras tanto decía el nombre de la persona con la que soñaba, que era la misma persona a quien quería desprender los botones. Después no recordaba nada de eso, tampoco rememoraba que después decía: ¡no…!, ¡no…! Y nuevamente repetía el nombre de la persona que la acompañaba en sus sueños, la misma persona propietaria de los botones.

 

Después, quien soñaba, volvía todo a la normalidad, mostrando la continuación de un descanso reparador. Quien observaba la escena de los sueños, las palabras y los movimientos queriendo desprender botones, quedaba con el recuerdo de lo que vio manipular y recordaba el nombre y las expresiones de negación. Con esos recuerdos se le aparecían fantasmas que lo atormentaban, pero por suerte, como no era el propietario del sueño dejaba que todo lo visto y escuchado se borre de su mente o quede relegado a un segundo plano. Después de todo, no era algo que le afecte y atormente, porque no era la primera vez que experimentaba esa situación, ya había tenido una vez anterior.

 

Para borrar todas esas imágenes que lo afectaban momentáneamente recordó un poema que escucho en alguna oportunidad, que dice:

 

Mi tristeza, mi alegría, mi incredulidad, mi fe. Mi pobre melancolía, por la que me salvaré. Dime tú niña mía, que después te cambiaré por una niña más fría, para cambiarla después. ¡Me muero porque me quieran…!, pero nunca lo diré. ¡Y después de todo qué! ¿Morir para que me quieran? ¿Qué me quieran para qué? Aquel gran amor de un día volverá y yo no estaré. Y después de todo, ¿Qué…? ¡Aquel pobre amor de un día…!

 

La vida tiene un curso que seguir y los sueños, sueños son. Los sueños, algunas veces te hacen vivir y retrotraerte cosas agradables que sucedieron en tu existencia, pero otras son simples fantasías, fantasías que tu mente quiere recrear y por lo tanto, uno no le debe dar mucha importancia. Estoy seguro que los sueños son lindos y necesarios para poder seguir viviendo, porque la vida no siempre tiene bellos momentos y los sueños amenizan nuestra existencia.

 

Miguel Aramayo

SCZ.12-09-2020

 

19 May

El cajón del velador.

Mi amigo abrió el cajón de la mesita de noche de su mujer y sacó un paquetito envuelto en papel blanco. Dijo: –Este no es un simple paquete, es ropa interior que le obsequié hace mucho, que ella conservaba para una ocasión especial. Ahora es una ocasión especial y puso junto a la ropa que debía llevar a la funeraria.

 

Es algo que se lee en los mensajes, de lo que mandan por redes sociales. A un principio parece morboso, pero es una realidad. Debemos estar siempre listos para partir y no debemos tener miedo, ni pena de lo que podamos dejar. Allí tendremos mucho más y mejor. Sobre todo, estaremos disfrutando de lo que logramos mientras vivimos.

 

Es el repertorio normal, que ofrecen a diario los programas de Facebook, WhatsApp incluso en LinkedIn, es lo que de alguna manera está cambiando la forma de pensar y de comportarse de mucha gente. Primero pensé que eran los muchachos los que tenían esa mala influencia, pero ahora estoy viendo que son las mujeres y mucho más las de mayor edad. 

 

Por suerte de vez en cuando se pueden leer opiniones, como la que transcribo a continuación: –Querido amigo, tus cuentos nos mantienen incentivándonos el espíritu, pues tu habilidad para relatar nos da rienda suelta para unirnos a tu realidad… y especialmente nos abstrae de los problemas por los que atraviesa este mundo, tanto en política, economía y sobre todo salud. Necesitamos de tu “pluma escritora”, pues nos brindas otro alimento para aliviar nuestros espíritus y libera la presión mental que nos atosiga.

 

También la respuesta al comentario anterior que dice: –No te imaginas lo feliz que me hace tu comentario. Internet está plagada de tonterías que nos envenenan y lo que necesitamos es paz, por ese motivo escribo para compartir con los amigos, las ensoñaciones que vienen a mi mente y que las publico electrónicamente para combatir un poco lo malo que traen las redes y también las noticias de la televisión.

 

Recuerdo con añoranza las tertulias entre parientes y amigos, en torno a una mesa, mientras las cartas del juego de corazón o loba, esperaban que concluya el cuento, la anécdota, o simplemente el chisme. También sentados en el corredor de la casa aprovechando la penumbra de la calle y el fresco sereno de la noche, algunas veces con alguien que rasgaba una guitarra y algunos cantaban, pero después continuaba la cunversa.

 

Los periódicos los leíamos con poca frecuencia, porque algunas veces llegaban una vez a la semana y su contenido ya lo habíamos escuchado en la radio, porque de la época que hablo, no había la televisión, por lo tanto, el transcurrir de nuestras vidas era más placentero. Puedo asegurar que éramos mucho más solidarios, sabíamos amar con mayor intensidad y éramos totalmente discretos en nuestras relaciones interpersonales.

 

Pero lamentablemente los tiempos cambian, nuestros abuelos también nos podrían criticar, porque ellos tenían otra forma de comunicarse y así de generación en generación van cambiando las cosas, y lo que ahora nosotros podríamos criticar, serán una añoranza para nuestros netos.

 

Miguel Aramayo

SCZ.10-08-2020

 

19 May

Continuando la conversación

Seguimos hablando del librito de Sylvia de Béjar y tocamos algunos temas que me dejaron nervioso y me imagino que le pasó lo mismo a la señora Rita, que es como se llama la dueña de la pensión. Cuando estábamos tomando lo último de la botella de vino, me dijo:

 

–Se le antoja probar unos quesos, conseguí en el supermercado una tablita de quesos suizos, que me atrajeron.

 

–Desde luego respondí.

 

Cuando se levantó rumbo a la cocina, aumentó un poquito el volumen de la música, que estaba muy bonita, era instrumental, muy romántica y de nuestra época de juventud. Al mismo tiempo aumento un poco más de leña al fuego de la chimenea, con lo cual daba a entender que podíamos permanecer un poco más en la sala. Regresó con dos platillos con queso, uno lo pusó junto a donde ella estaba sentada y el otro en la mesita rinconera junto al sillón que yo ocupaba y donde posaba mi copa de vino.

 

–Agradecí y aproveché de alabar el vino que estábamos tomando, que era delicioso, un sabor seco de buen añejamiento y con un buqué de primer nivel.

 

–Me agrada que le hubiera gustado y tengo una botellita más, que si se anima la consumimos. Después de todo, la conversación estaba agradable y el tiempo se presta para un poco más de vino, que es un elixir adecuado a las circunstancias. ¿Usted dirá si se anima?, por mi ¡yo estoy dispuesta…!

 

–No hay como negarse, el ambiente está adecuado para tomar un poco más de vino, yo tengo buena capacidad para consumirlo y cuando están bueno como este, no da para negarse, al contario lo deseo.

 

Antes de sentarse retornó a la cocina y regresó con otra botella abierta, para que se airee, mientras degustábamos lo último que nos quedaba en las copas. Me preguntó si quería cambiar de copa.

 

–Respondí, que no era necesario.

 

Se sentó y decidimos cambiar de tema, me sugirió que le cuente de mis viajes y le amplié un poco más sobre mi país. Hablamos contándonos de nuestros viajes y las anécdotas vividas en cada uno de esos viajes. Ella también había recorrido mucho por el mundo y coincidimos en conocer muchos lugares de Europa y África. Continuamos saboreando los buenos quesos y deleitándonos con el vino, ya habíamos avanzado la mitad de la segunda botella cuando me dijo:

 

–¿Le gusta la musica?

 

_ Respondí, que sí y que también me gustaba bailar, contándole que desde muy chico aprendí a bailar pisando los pies de mi madre y que yo sentía la musica, no sólo en mis oídos, que penetraba por mis poros.

 

–Me dijo. A mí me pasa lo mismo, ¿Bailamos…?

 

Me levante del sillón y lo hicimos casi simultáneamente, agarrados de nuestras copas de vino, dimos el ultimo sorbo y las posamos en las mesitas y nos agarramos de las manos y muy apegaditos bailamos. Tras que sentí el calor de sus manos, su cuerpo bien apegado al mío y su aliento acariciando mi cuello; me estremecí y percibí que ella también tembló en mis manos y sin darnos cuenta estábamos besándonos, como si fuéramos unos adolescentes, pero no con una pasión desenfrenada, más bien, con una pasión controlada, muy suave, muy discreta. El tiempo se borró de mi pensamiento y quedé absorto en lo que me estaba sucediendo. No sé cuánto tiempo más estuvimos así y no me di cuenta, cuántas canciones habíamos bailado.

 

Nos soltamos y de un solo sorbo dimos fin al poquito de vino que quedaba en la botella y sin soltar nuestras manos seguimos parados esperando bailar una última pieza, el fuego ya estaba muy bajito. Sin soltar mi mano se encaminó al interruptor y apagó la luz y en la penumbra me fue guiando hasta su alcoba, en el camino apagó la luz del pasillo, la de la cocina y entramos a su recamara.

 

Si hubiera sido Federico Garcia Lorca, con seguridad hubiera expresado: “Ni nardos ni caracolas / tienen el cutis tan fino, / ni los cristales con luna / relumbran con ese brillo. / Sus muslos se me escapaban / como peces sorprendidos, / la mitad llenos de lumbre, / la mitad llenos de frío”. Perdí total noción del tiempo y también mi espíritu perdió su conciencia. Nos amamos con una pasión controlada y disfrutamos de ese momento como si estuviéramos en el cielo. No teníamos ningún compromiso, no teníamos ninguna promesa, éramos los dos buscando lo que pensábamos que nos correspondía y nos bridamos sin tapujos.

 

Morfeo pudo más que nuestro deseo y quedamos dormidos, cubiertos únicamente por un edredón de plumas y con el calor que se bridaban nuestros cuerpos. Así fue hasta que la luz del día penetró por las ventanas a las que no había corrido las cortinas. Nos acurrucamos y nos brindamos lo último de amor que nos quedaba y sin decir palabras nos separamos. Recogí mi ropa que se mezclaba con la de ella y muy despacito me dirigí al baño para después pasar a mi habitación.

 

En la tarde ese día debía retornar a Paris, nos despedimos sin mencionar lo sucedido y con la promesa de que retornaría muy pronto.

 

Miguel Aramayo

SCZ.08-08-2020

 

19 May

Conversando con una amiga

Durante el tiempo que estuve viviendo en Paris, algunas veces quería abstraerme de todo y pensar, soñar y escribir algunos de los libros que tengo en mi haber. Cuando me ocurría eso mi refugio era Menton y allí me dedicaba a la playa, leer, dejar mi mente volar y disfrutar unos días de mi soledad. Siempre me alojaba en una pensión muy chiquita de una señora que ayudaba su economía alquilando habitaciones amobladas, pero al mismo tiempo con desayuno y la posibilidad de usar la lavarropa, la secadora y poder cargar la heladera con pequeñas cosas.

 

Tantas veces me había hospedado en esa pensión, que me hice amigo de la señora que era la dueña, una mujer de algo más de 60 años que se mantenía muy bien y que era muy amable y extrovertida. Algunas veces yo era el único alojado y aprovechaba de llevar unas botellitas de vino y ella prendía la chimenea y conversábamos escuchando musica, su conversación era muy interesante, porque era muy culta, había estudiado filosofía y letras y escribía para una revista, pero estaba especializada en temas de moda y romanticismo, eso lo hacía desde cuando había terminado la universidad.

 

Después de que encontré un libro en la hamaca de la playa, no deje de leer y la señora me vio absorto en la lectura y se fijó en el libro, me pregunto:

 

–Qué extraño usted leyendo ese tipo de literatura.

 

–Lo encontré en la playa, alguien se lo olvido donde yo fui a sentarme y aproveche de leer un poco y me entusiasmo, así que continúe leyendo todo el día y ahora ya me faltan sólo unas cuantas hojas, después se lo puedo prestar, le respondí.

 

–No gracia, ya pasaron los años donde me podía interesar ese tema, por lo menos por lo que puede leer en la tapa.

 

–No se crea es un tema muy bien escrito y quizá le podría resultar interesante, mire que yo también, que quizá sea mayor que usted, y me resultó muy ilustrativo.

 

–Bueno, me lo imagino; todos los hombres no descuidan sus hábitos, son como los zorros, pierden el pelo, pero no las mañas. Más bien yo le contaré una historia cortita, de una amiga y usted me dirá que le hubiera recomendado, usando los conceptos del libro que está leyendo.

 

–Usted dirá, soy todo oídos.

 

–La señora respondió. Mi amiga me contó su vida sentimental en muchos capítulos, pero yo procuraré ser lo más breve y relatar su historia, para que usted me diga si leyó algo de eso en el librito que lo tienen absorto, pero antes traeré un vinito para poder amenizar la sesión.

 

Trajo un vino tinto que ella tenía en sus escondidos, era un cabernet sauvignon, de muy buen sabor y un magnifico buqué, era de Burdeos, una mezcla con merlot. Lo sirvió en las copas bien colmado y me ofreció una copa y ella se sentó en otro sofá con la suya.

 

–Dijo: Continuado con la historia. Cuando mi amiga era muy joven, desde más o menos sus 14 años hasta sus 21 años, era un fuego, se excitaba con rapidez y encontraba que eso era malo, que era pecado, porque así la habían educado en su familia y en el colegio de monjas. Incluso la primera vez que se éxito con un enamoradito, ambos se fueron a la iglesia a pedir perdón por ese pecado. Cuando se casó, sabía que ya no estaba en pecado, pero yo no tenía el mismo interés y perdió mucho del lívido. Como quería tener hijo se esforzó por tener relaciones, una vez que quedó embarazada sus deseos fueron menos, pero para mantener la fiesta en paz acariciaba a su marido, pero le pedía que no la penetre, porque podía dañar su embarazo. Después nació el primer hijo y se le hizo más problemático alejarse del sexo, pero por suerte tenía el pretexto de cuidar al hijo y siguió evitando excitarse. Con el tiempo quiso embarazarse nuevamente y no le quedó más remedio que buscarlo, hasta quedar abaratada esperando la parejita. Cada vez eran menos los deseos y buscaba la forma de alejarse de eso, con algunos problemas. Incluso retornò al tema religioso, diciendo que su falta de deseos era un castigo de Dios, por haber adelantado las relaciones antes del matrimonio y haber pecado con frecuencia. Por suerte el marido consiguió un trabajo lejos de su casa y se perdía un tiempo, con lo cual ella no tenía que sufrir ese acoso. El marido comenzó a sacar los pies del plato y ella se dio cuenta, pero eso era algo bueno para ella, porque de esa mera no sentía el acoso y ella podía poner sus normas y de una vez a la semana, paso a que sea dos veces al mes y que sea en sábado, después que sea una vez al mes y después rogaba que el marido pierda interés en el sexo. Eso es todo.

 

Una vez concluida la historia y después de haber dado fin a la primera copa, sirvió otra en la misma proporción y se quedó atenta a la opinión del amigo:

 

–La historia que me cuenta, está explicada muy bien en este libro. Su amiga no es la única, un alto porcentaje de mujeres tienes esa misma sintomatología. Según la religión católica la mujer no debe ser fruto de placer y el hombre peca al insistir en eso. Incluso hay unos versos de sor Juana Ines de la Cruz, que dicen:

 

Queréis, con presunción necia, /hallar a la que buscáis, /para pretendida, Thais, /y en la posesión, Lucrecia. //¿Qué humor puede ser más raro /que el que, falto de consejo, /él mismo empaña el espejo, /y siente que no esté claro? //Con el favor y desdén /tenéis condición igual, /quejándoos, si os tratan mal, /burlándoos, si os quieren bien.

 

–Y continúe. No es sólo la religión, según la autora del libro existe una relación natural, para ese comportamiento. Eso se puede observar en otras hembras del reino animal. Todas las hembras procuran sexo únicamente cuando están dispuestas, eso quiere decir que no ven el sexo como un placer, sino como una obligación de reproducirse. Incluso la biblia ordena: “Creced y multiplicaos”, en cambio los machos están todo el tiempo dispuestos a cubrir a la hembra que esté dispuesta, si son muchas se multiplica para cumplir esa función de semental.

 

–Existe un escrito, que refiere que Adán tuvo una primera mujer llamada Lilit, la cual lo abandono, porque él quería únicamente su satisfacción y porque Dios sólo se dirigía a él y Lilit también quería participar del placer, por ese motivo que se fue con Luz Bel, siendo la primer súcubo. Después Dios le dio una segunda mujer, que fue Eva, ella si estaba dispuesta a bridar la felicidad que buscaba Adán sin interesarle a ella la busque de su satisfacción.

 

–Continúe. Por lo tanto, el problema de su amiga es algo muy común, claro que, en su amiga, lo que dictamina la naturaleza, se juntó con lo que a ella le inculcaron en la religión y las viejas de la familia. Le hubiera caído muy bien la lectura de este libro, ella hubiera visto que, la excitación no es solo cosa hormonal de los años jóvenes, que el placer es importante. Incluso en la Biblia existe un pasaje que se denomina: El cantar de los cantares y que resumiendo dice:

 

–»¡Mientras que el rey se reclina a su mesa, mi nardo difunde su fragancia!”. El Cantar de los Cantares es un poema lírico escrito para ensalzar las virtudes del amor entre un esposo y su esposa. El poema claramente presenta el matrimonio como Dios lo concibió. Un hombre y una mujer deben vivir juntos dentro del contexto del matrimonio, amándose uno al otro espiritual, emocional, y físicamente. El cantar comienza antes de la boda, mientras la futura novia anhela estar con su prometido, y sueña con sus caricias íntimas. Sin embargo, ella aconseja dejar que el amor se desarrolle naturalmente, a su debido tiempo. El rey alaba la belleza de la Sulamita, superando sus sentimientos de inseguridad acerca de su aspecto. La Sulamita tiene un sueño en el cual ella pierde a Salomón y lo busca por toda la ciudad. Con la ayuda de los guardias de la ciudad, ella encuentra a su amado y se aferra a él, llevándolo a un lugar seguro. Al despertar, ella repite su consejo de no forzar el amor.

 

En la noche de bodas, el esposo nuevamente alaba la belleza de su esposa, y en un lenguaje altamente simbólico, la esposa invita a su esposo a participar de todo lo que ella tiene que ofrecer. Ellos se unen en amor, y Dios bendice su unión.

 

A medida que el matrimonio madura, el esposo y la esposa pasan a través de un tiempo difícil, simbolizado en otro sueño. En este segundo sueño, la Sulamita rechaza a su esposo, y él se va. Abrumada por la culpa, ella lo busca por la ciudad, pero esta vez, en lugar de ayudarla, los guardias la golpean – simbolismo de su conciencia dolida. Las cosas terminan felizmente mientras los amantes se reúnen y se reconcilian.

 

Al terminar el cantar, ambos, el esposo y la esposa están confiados y seguros de su amor. Ellos cantan sobre la naturaleza duradera del verdadero amor, y ansían estar uno en la presencia del otro.  

 

–Creo haber respondido lo que hubiera aconsejado a su amiga con todo lo que le expliqué y que en gran parte es lo que pude leer de este libro. EI se lo muestra el libro, para que pueda apreciar la tapa del mismo y leer su título, impreso en papel blanco sin muchos adornos.

 

–La señora le respondió. Su alocución me ha dejado sorprendida y con todo lo que me dijo y el vino que hemos degustado, he queda como en las nubes y, es preferible que terminemos la botella, que queda muy poquito y nos vayamos a dormir, porque me dejó flotando con sus bonitas palabras.

 

–Le respondí. Mañana, antes de salir se lo dejo por si le interesa leerlo y se lo dejo por si aparece la dueña, para que usted se lo devuelva o se lo puede enviar a su amiga, quizá está a tiempo de ayudarse.

 

Miguel Aramayo

SCZ.07-08-2020 

 

19 May

Disfrutando de la Costa Azul

Estoy en un pueblito de nombre Menton, es un pueblo que es un primor, bañado por las aguas del Mediterráneo, que también es llamado la ciudad jardín o del limón. Además de su extraordinaria ubicación y sus playas de arena fina, la ciudad de Menton ofrece un patrimonio histórico excepcional. A lo largo de la ciudad podemos encontrar diferentes tesoros, palacetes de principios del siglo XX como el Palacio Carnolès o Palacete u Hôtel d’Ahémar de Lantagnac, así como el Monasterio de l’Annonciade, la Basílica de Saint-Michel, la villa Maria Serena, el jardín de Fontana Rosa, el Museo Jean Cocteau o el museo del Bastión. 

 

Estaba debajo de una sombrilla a orillas del mar, que a esa hora de la mañana tenía muy pocas personas disfrutando de esa paz. Donde me senté, me encontré un libro titulado “Tu sexo es tuyo” cuya autora era “Sylvia de Béjar”, un libro de no muy pocas hojas, cuyo tema me llamó la atención, la sexología femenina. Como mi intención era no hacer más que tomar el sol, me cayó de perilla, porque podía enterarme de un tema que podría ser interesante y del cual sé muy poco, porque es un tema sobre el que opinan muchas personas y en algunos casos opiniones medio raras, como las de Sigmund Freud.

 

Lo primero que leí me llamó la atención: “El sexo no es algo que se acabe en la cama, que sucede durante un rato y que cuando termina se acabó y punto. Es mucho más. Si te sientes realmente satisfecha, perfecto. Pero si no es así o tienes dudas o crees que podría mejorar, no te conformes, ni mires hacia otro lado, ni te digas que es sólo un aspecto más de tu vida o de tu relación: el sexo es importante.

 

A continuación, les hago un resumen de lo que leí, es muy cortito lo que expongo, pero es casi una transcripción del índice:

 

I: No quiero ser una buena chica. Las incongruencias de nuestro modelo de sexualidad. Cómo lo vivimos las mujeres, cómo lo vives tú. La insatisfacción femenina. El ejemplo de Lilit. Algo tiene que cambiar. Es hora de responsabilizarse de nuestra sexualidad. Ellos también saldrían ganando. Un cuestionario para reflexionar sobre tu vida sexual.

 

II: Reflexiones desde un cuerpo de mujer. Una cita como ejemplo de la cruda realidad del modelo de sexualidad patriarcal. Nuestro placer no es un extra. Liberar la mente. Cuestión de autoestima. El mito de la belleza. Superar el trauma freudiano. Lo que importa es el clítoris. Todos los orgasmos valen. El coito no lo es todo en el sexo.

 

III: Lo que no tenía nombre. Descubrir lo que tenemos “ahí abajo”. Anatomía sexual femenina. Una nueva visión del clítoris. El Punto G y otros placeres vaginales. Cómo sensibilizar aún más nuestros genitales. Anatomía sexual masculina. El pene no es lo único que importa. Su Punto G.

 

IV: Sexo a solas. La importancia de la masturbación. Jamás he tenido un orgasmo. Diferentes formas de auto estimularse. Algunos juguetes sexuales. Ejercicios para erotizar el pensamiento. Lo que nos revelan nuestras fantasías.

 

V: Sexo en compañía. El buen sexo depende de tí. Haz que ocurra. Cómo hablar de sexo. La importancia de la estimulación manual. Técnicas de masturbación. Lenguas y labios no solo sirven para besar: lo que hay que saber sobre el sexo oral. Practicar el coito activo: posturas y sugerencias.

 

Son muchas hojas las del libro, por lo tanto, por más interesante que está lo leeré con calma, porque realmente me resultó un tema que merece profundizar. Después les comento si encuentro algo más que valga la pena.

 

Miguel Aramayo

SCZ.05-08-2020

 

19 May

El calor

Que importante es el calor corporal. En el vientre de nuestras madres nos mantenemos en líquido amniótico, flotando desde que somos simplemente unas células en formación que, gracias a la grandiosidad de Dios nos vamos desarrollando poco a poco, hasta que completamos los nueve meses y salimos del vientre materno. Cortamos el cordón umbilical, que nos mantuvo sujetos a ella, ese ser divino que nos fue formando poco a poco.

 

En el parto comenzamos a sufrir una serie de trastornos de los cuales estuvimos protegidos. Ahora debemos respirar por nuestra propia cuenta, debemos sentir el frio del ambiente donde estemos y ya no tendremos el alimento a discreción, ahora nos irán regulando eso, lo mismo que la luz, el calor el aire que precisamos para respirar, la luz, el sonido y todo lo externo que antes nos bridaba el vientre materno.

 

Mientras estamos en brazos de nuestra madre, que además de brindarnos el calor de su cuerpo, nos provee la leche que nos alimenta, las caricias que enriquecen nuestros sentimientos, la fragancia de su aliento, junto con las palabras que nos arrullan, nos protegen y ahuyentan los temores que pudiéramos tener. El perfume de su piel, junto a los sonidos que percibimos de sus pulmones y de su corazón, que nos adormecen y al mismo tiempo nos brindan tranquilidad y seguridad.

 

Creo que, a medida de nuestro crecimiento, tenemos la protección que por suerte nos acompañó en ese transitar temprano por la vida. No todos los humanos tuvimos esa suerte, pero los que no gozaron de la madre, tuvieron un reemplazo, una nodriza, la abuela, una tía, quizá una hermana mayor o alguien que se encargó de ese ser en el hospicio. El ser humano requiere de cuidado, de atención en los primeros años, eso es ineludible, sin el apoyo de otro ser no podríamos sobrevivir.

 

El calor de otro cuerpo, las caricias de una mano que no sea la propia, son parte importante en el crecimiento de los humanos. Me animo a decir que son lo más importante en el desarrollo del cerebro humano. Es lo que se grava en el subconsciente de las personas y los que forman el carácter de las personas, es el sello que arrastraremos para toda la vida. Incluso me permito razor que Dios pensó que los humanos necesitamos de ese calor de otro cuerpo, de las caricias de otra mano y es por eso que nos brindó una pareja que nos bridará amor, calor de su cuerpo, caricias de su mano y miel de sus labios.

 

Todo lo que expreso en el párrafo anterior, se lo puede encontrar en los libros sagrados, no sólo en la Biblia, la Torá, el Talmud, que me da la impresión que no es más lo que antiguamente se transmitía de boca a boca. Es algo que llevamos impreso en nuestros genes, que no necesitamos aprenderlo, que nace con nosotros, sin importar la raza, el color de piel, ojos o cabellos.

 

Además, creo que todos sentimos frio y extrañamos el calor que nos pueda transmitir otro cuerpo, que todos requerimos una caricia, una sonrisa, un beso. Una palabra bonita que nos de ánimos para seguir adelante y al mismo tiempo que nos recuerde que eso debemos retribuir con el mismo cariño, con el mismo amor.

 

Miguel Aramayo

SCZ.30-07-2010

 

19 May

Alhelí

No son muchas las flores que se prestan para formar poemas, sea como tales o en canciones. Quizá las más populares son las rosas, los claveles, las violetas, las hortensias, pero el alhelí o simplemente alelí, quizá sólo se nombre en una canción, que por su letra es tan bonita que me llamó la atención.

 

La letra dice así: Lindo capullo de alelí / Si tú supieras mi dolor / Correspondieras a mi amor / Y calmaras mi sufrir / Porque tú sabes que sin ti / La vida es nada para mí / Tú bien lo sabes / Capullito de alelí / Lindo capullo de alelí / No hay en el mundo para mí / Otro capullo de alelí / Que yo le brinde mi pasión / Y que le dé mi corazón / Porque tú eres la mujer / A quien he dado mi querer / Y te juré lindo alelí / Fidelidad hasta morir / Por eso yo te canto a ti / Mi capullito de alelí / Dame tu aroma seductor / Y un poquito de tu amor / Porque tú sabes que sin ti / La vida es nada para mí / Tú bien lo sabes / Capullito de alelí / Tú bien lo sabes / Capullito de alelí. “Rafael Hernandez Marin”

 

Pero los humanos somos tan caprichosos y románticos que con poquitas palabras podemos hacer versos bellos, que no sólo muestren lo hermoso del universo, sino que también nos convenzan que podemos crear situaciones de profundo amor, como la otra canción que transcribo a continuación:

Si nos dejan / Nos vamos a querer toda la vida / Si nos dejan / Nos vamos a vivir a un mundo nuevo / Yo creo podemos ver / El nuevo amanecer / De un nuevo día / Yo pienso que tú y yo / Podemos ser felices todavía / Si nos dejan / Buscamos un rincón cerca del cielo / Si nos dejan / Haremos con las nubes terciopelo / Y ahí juntitos los dos / Cerquita de Dios / Será lo que soñamos / Si nos dejan / Te llevo de la mano corazón / Y ahí nos vamos / Si nos dejan / De todo lo demás se los olvidamos / Si nos dejan / Si nos dejan. “José Alfredo Jimenez Sandoval”

 

Así como esos dos versos de esas bellas canciones, muestran la capacidad que tenemos los hombres, de expresar nuestros sentimientos, con palabras y con musica. La combinación de letra y música, son capaces de que nuestros espíritus trasciendan la rutina del quehacer diario y nos separemos de lo mundano, para llegar a estar más cerca de Dios, inclusive logremos estar rodeados de nubes. Nubes que nos permitan construir un nidito de terciopelo y podamos calmar nuestros dolores, con un poquito del aroma seductor de una flor, que al mismo tiempo nos dé la sensación proporcionándonos mucho, pero mucho amor.

 

No creo que exista mucha gente, que se burle de los pensadores de forma romántica, presiento o creo que, hasta los más apáticos, sienten la vibración de su espíritu ante melodías convertidas en acordes y arpegios. Logrando elevarnos del suelo y brindándonos la posibilidad de soñar y convertir esas sensaciones en ilusiones, en ensueños y sueños que pasan a ser palabras de amor en formas de poemas o de letra de hermosas canciones. Canciones que inclusive puedan ser bailadas, transmitiendo y compartiendo vibraciones corporales y no simplemente espirituales, hasta convertirse en el “chasquido de un beso febril”.

 

Miguel Aramayo

SCZ.23-07-2020

 

19 May

Monjitas

En una reunión de monjas que se realizó en el Vaticano, una muchacha periodista se disfrazó de monja, para poder hacer un reportaje de ese conclave, porque además su intención era recopilar información, pensaba escribir una novela sobre la vida íntima de las religiosas. La reunión de religiosos, monjas de diferentes edades, razas, colores, congregaciones. Todas de vestimentas de diferentes tonos, desde el blanco inmaculado, el marrón opaco y de diferentes tonos, lo mismo que distintos tonos de gris. Algunas otras combinaciones de colores, hasta al negro absoluto, deprimente; otras incluso con ropa de civil, pero como si hubieran buscado sus faldas, blusas, sacos y abrigos, de una tienda de ropa vieja o como si las hubiera uniformado “El Ejército de Salvación”, con los desperdicios que usan como donativos.

 

Otra de las cosas que las diferenciaba era la toca, cofia o griñón, con el que cubrían su cabeza, que algunas veces era un simple pañuelo, una casulla o una cofia, algunas no cubrían ni la cara ni el cabello y llevaban un peinado desprolijo, pero también había unas que tenían un aditamento como las alas de un avión, que les salían de la cara para extenderse en el aire, o algunas cofias con montón de pliegues. En todos los casos con las caras lavadas, pero calzando diferentes tipos de zapatos y sandalias.

 

El objeto de la reunión, no era para rezar o confraternizar, ¡no! El objeto era poder discutir la situación del mundo actual y la participación de la mujer en la vida activa, porque ellas habían quedado rezagadas en la historia de la humanidad y si bien algunas de ellas colaboraban activamente en atención de enfermos, niños, ancianos y en algunos casos se dedicaban a la educación. Los códigos de conducta y los reglamentos de cada congregación estaban muy atrasados. En el montón de religiosas, había un grupo muy reducido de monjas de claustro, que fueron conminadas por sus obispos, a la obligación de asistir, en algunos casos fue orden superior del Vaticano que las obligo. Ese era el grupo que realmente estaba fuera de foco, porque es inaudito que a estas alturas todavía exista gente que se encierre para dedicarse únicamente a rezar.

 

La periodista disfrazada llevaba el hábito de San Francisco, Una sotana café con casulla, pero además una cofia blanca que dejaba ver solamente la cara y ocultaba las orejas, el cuello y el nacimiento del cabello. La periodista era muy bonita y había dejado de depilarse hacia un tiempo, por eso las sejas estaba bien pobladas, pero adornaban sus ojos unas bellas y largas pestañas, que daban la impresión de estar delineadas, lo mismo que sus labios que eran de un intenso carmesí, con una hermosa sonrisa, que dejaba ver una dentadura bien cuidad. Cubría sus pies con un mocasín de taco bien bajito y con medias que combinaban con la sotana. Las manos muy bien cuidadas, pero tuvo que cortar sus uñas al ras y dejar de usar cutex. En el pecho llevaba un crucifijo muy pequeñito que el mismo tiempo cumplía dos funciones, tenía una cámara y un micrófono, además que vibraba de dos maneras diferentes, una que denotaba que tenía mensajes del celular o la otra que anuncia si se estaba agotando la batería, para que adicione uno de los cargadores que tenía en uno de los tantos bolsillos. Ese crucifijo funcionaba por bluetooh de esa manea no tenía el riesgo de que se enreden los cables.

 

Eran muchas religiosas asistentes a la reunión, que el alojamiento para tanta gente quedó medio complicado, por suerte el Vaticano se adecua para ese tipo de aglomeraciones, pero eran muchas más que en un conclave de cardenales o una reunión ecuménica.

 

La periodista había preparado la encuesta que pensaba realizar, pero simplemente como una referencia y su intención era seleccionar 8 monjas 2 por cada edad considerando el grupo de 20 a 30, otro grupo de 30 a 40, el tercer grupo de 40 a 50 y el último grupo las que superan los 50, que era el mayor grupo. Pero esto era para manejar la parte estadística. Su intención era comunicarse con el mayor número de monjas, de esa manera podía obtener mayor, mejor y más diversa información; sobre todo para la intención principal, de documentarse para escribir la novela.

 

La encuesta era única, eso significa que las preguntas eran las mismas para todas las edades, lo único que, no serían formuladas como una encuesta, sino como una charla informal para conseguir que la interlocutora pueda expresarse además de los tópicos requeridos para la estadística, exteriorizando sus temas personales para nutrir de información para la novela. No pensó hacer las consultas al grupo, sino una conversación informal de una en una, para eso debía ingeniarse para abordar a cada una en forma individual y en situaciones que no llamen la atención.

 

Las preguntas tampoco era muchas y más bien pretendía que cada una de rienda suelta a lo que quería explicar en base a la pregunta formulada. Sobre todo, lo que pretendía la periodista es obtener información personal de cada monja con la cual se cruzaba, podían ser unas pocas palabras o una charla que se extienda por más tiempo, además de las charlas en grupo y en ese caso no usaba la grabadora y simplemente tomaba nota mental de los temas tratados y después los registraba en su agenda, pero esto cuando estaba sola.

 

De la supuesta encuesta, el resultado que obtuvo a grandes rasgos era que: El 80% habían elegido esa vocación en forma voluntaria y sin ninguna presión, un 15% obligadas por algunas circunstancias y solo un 5% estaba conminadas a cumplir su encierro, eso entre las de claustro y las de menor edad. El 90% se sentían a gusto en el convento y con la actividad que realizaban, sobre todo las de mayor edad, las de menor edad que constituían un 7% de la muestra no están a gusto y el 3% era las de claustro que tenían muchas quejas y esperaban la primera oportunidad para cambiar de rumbo.

 

Anécdotas había a montones y con eso la periodista disponía de un buen material para hacer una novela. Tuvo algunas sorpresas, como que se encontró con monjas que estaban allí porque fueron obligadas, pero con el sermón habían llegado tan profundo a sus corazones que realmente se sentían esposas de Jesús. En cambio, no pensó que pudiera encontrar religiosas que extrañen tremendamente su vida familiar e incluso se topó con una que conservaba un amor en secreto y que tenía comunicación con el enamorado, con la esperanza de que en algún momento se pudieran reencontrar.

 

Lo más sorprendente fue encontrar una monjita de más o menos 25 años que le contó que había perdido la virginidad dos veces. La primera una pérdida real y la segunda poseía una historia interesante que la mantendría en secreto, pero que la explotaría en su novela. Esta situación es muy normal en la vida fuera del claustro, del convento, pero algo difícil dentro del convento, además que era una monja dedicada íntegramente a la vida religiosa y feliz de ayudar a los enfermos. El relato de esta monja fue amplio, porque aparentemente ella guardaba eso muy celosamente y si se le escapo, fue por una casualidad o por la habilidad de la periodista para hurgarle la boca, que ella decidió contar su secreto, mucho tiempo guardado y que no era de conocimiento ni de su confesor habitual, porque eso lo había confesado hacia mucho y lo tenía perdonado.  Era la causa por la que decidió tomar los votos y ahora se sentía muy bien en esa posición y estaba segura de haber obtenido el perdón y la gracia de Dios. Después de su relato quedo muy avergonzada y le pidió a su interlocutora que borre esa historia de su mente y no la comente con nadie.

 

Ese trabajo le tomó a la periodista siete días de convivencia con las monjas, muchas oraciones y conferencias muy interesantes. Quedó feliz con el material recopilado para su novela y se sintió más próxima a Dios después de esa semana vistiendo la sotana de una congregación tan famosa.

 

Miguel Aramayo

SCZ.20-07-2020