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Añoranzas

26 Abr

Añoranzas

El tiempo pasa, porque el reloj biológico no se puede detener, es como un cronómetro que Dios lo activo el día que nacimos. Pero cuando Él dijo que tendríamos “libre albedrío”, con lo cual no estoy muy de acuerdo, porque quien comanda muchos de nuestros actos es el “sistema límbico”, por ejemplo, es muy difícil que podamos frenar algunas reacciones y para ser muy simple, el frio, el calor, el miedo y hasta me animaría a decir, el amor. Lo que si depende de nosotros, y hasta por ahí nomás, son los recuerdos, eso lo podemos manejar nosotros, casi a nuestro antojo, claro que algunas veces suceden hechos involuntarios que hacen retornar recuerdos a nuestra mente.

 

Cuando comencé a escribir esto, lo hice pensando en mi madre, ella me incentivaba hacerlo y algunas veces en forma imperativa, claro que ella era tan dulce que era muy difícil escuchar ordenes de sus labios, pero la forma de pedirme era así: no me mandaste nada de lo que escribiste en la semana. Otra forma era, ¡extraño lo que escribes!, ¿estuviste con mucho trabajo? Cuando se aproximaba el Día de la Madre, su cumpleaños o la Navidad, era yo el que le preguntaba, ¿Qué te gustaría de regalo? Y la respuesta era: quiero que me escribas una poesía, y yo me ponías manos a la obra, porque sabía que eso era lo que le bridaba mayor felicidad.

 

¡Perdón…!, dejaré de escribir un momento, porque mis ojos se empañaron de lágrimas y mi corazón palpitó de cariños, de caricias…

 

No sé el tiempo que transcurrió desde que escribí el párrafo anterior y el tiempo que demoré en enjugarme los ojos y volver a tomar coraje para seguir escribiendo, pero sentí tan próxima a mí su presencia, la brisa en que se convirtió desde que dejó este mundo… Otra pausa, ¡sigo llorando…!, no es broma es verdad.

 

Mejor dejo de escribir y en otra oportunidad continuaré, después de todo lo que quería era escribír para satisfacer mis recuerdos y eso ya lo satisfice.

 

Miguel Aramayo

SCZ.07-12-2018

 

26 Abr

Una mariposa

Escuché absorto el relato de una persona que durante un tiempo se sintió mariposa, mejor dicho, se convirtió en mariposa, pero ese tiempo fue muy efímero, por cuanto la vida de una mariposa es escasamente de un mes, claro que eso depende del tamaño de la mariposa, de la época del año en que sale de su capullo. Pero en el caso de la persona que me relataba la historia su vida como mariposa, fue simplemente de una semana.

 

El ciclo de vida de una mariposa, de todas las mariposas, se divide en 4 etapas. Todas las mariposas tienen “metamorfosis completa”, para llegar a ser un adulto, tienen que transitar por las siguientes fases: huevo, larva, crisálida y adulto (mariposa vagarosa, rica en tinte y donaire, que vuela por el aire y de rosa en rosa). Cada estado tiene un objetivo diferente, por ejemplo, las orugas necesitan comer mucho y los adultos necesitan reproducirse.

 

La persona que me relataba su existencia como mariposa, me contó desde el momento que fue oruga, recuerda que se la pasó consumiendo las hojas y los frutos de la planta donde su progenitora dejó los huevos, su vida como crisálida no le dejó ningún recuerdo, porque era un estado latente en el cual no tenía ni la menor idea del tiempo y la situación en que se encontraba.

 

Sus recuerdos recién toman forma a partir de cuándo se libera de la pupa donde estuvo encerrada criando sus alas y adecuando su nuevo cuerpo, que la convirtieron en mariposa, desde el momento que dejó de ser un simple gusano, para convertirse en una bella mariposa, con las alas de color azul en diferentes tonalidades y en algunas partes translucida, transparente, también recuerda que en la cabeza llevaba una antenas que le servían para cumplir diferentes objetivos como: detectar el peligro, orientarse y captar las sensaciones de su entorno.

 

Cuando se dio cuenta, ya estaba volando y en cada momento sentida la sanción que produce el volar con mayor energía y observó que su raudo volar, era en busca de una pareja para poder depositar su descendencia y de esa manera cumplir lo exigido por el Creador: “creced y multiplicaos”, lo cual le producía gran satisfacción, no solo por el mandato divino, sino porque le toco habitar en una colonia donde pudo encontrar muchas parejas a las cuales les compartió su afán reproductor.

 

Después de volar por grandes periodos de tiempo, reposaba junto a sus parejas, satisfaciendo el mandato y complaciendo a la naturaleza con su función reproductora. En algunos momentos se posaban buscando descanso y generalmente lo hacía sobre flores de bellos colores e intensas fragancias, las mismas que generalmente le proporcionaban su néctar como alimento

 

Así transcurrían sus días, hasta que en un momento determinado cayó en las redes de un coleccionista, quien la atrapó junto a otras mariposas y cuando llegó al laboratorio donde les harían un tratamiento para disecarlas, élla se logró escabullir por una falla de la malla y por suerte Dios le permitió volver a ser hombre.

 

Escuché muy atento ese relato y creí esa historia, como que realmente le sucedió a mi interlocutor, después de todo no tenía por qué dudar de ese relato, al contrario, me gustó escuchar y poder ver lo rara que puede ser la naturaleza humana.

 

Miguel Aramayo

SCZ.03-12-2018 Cumpleaños de mi gran amigo Héctor di Benedetto.

 

26 Abr

La poesía

Soy simplemente un aficionado a la escritura y en mi poco entender y saber, pienso que la poesía debe ser el género literario con mayores guías para poder escribir un poema, por cuanto sus reglas son muchas y muy bien marcadas, para un soneto u octeto o cuantas formas se presenten. Por lo tanto, debería ser el género con mayor ayuda para escribir, porque habría que cumplir las normas. Pero no es así, porque puedes saber de memoria todas las reglas, pero tu inspiración desaparece del contexto de normas que te rodean y que las puede saber de memoria. La rima puede ser un poco más complicado, pero si sabes contar silabas y párrafos para llegar a una estrofa, con un adecuado manejo del lenguaje puedes encontrar las rimas. Eso no es todo, un poema debe tener sentido y debe expresar sentimientos y la mayoría de las veces esas normas corren, ahuyentan, espantan las musas.

 

Yo pienso que cuando quiero expresar sentimientos no debo ser interferido por normas y puedo dar rienda suelta a mi imaginación, porque es ella la que posee la idea central que permite extraer de mi interior los sentimientos que embargan mi alma en ese momento. Una vez exteriorizados mis sentimientos puedo pulirlos para cumplir con las reglas, pero pienso que incluso esa tarea es complicada porque podría distorsionar los sentimientos y eso creo yo, que es mucho más sensible.

 

Existen muchos poetas a los que respeto profundamente y no me alcanzaría esta hoja para nombrarlos y necesitaría muchas hojas, cuadernos y libros para anotar los versos que me agradan, pero me animo a decir que son dos los que por ahora quisiera recordar, no porque sean los mejores, sino porque son los que “llenan la casita de mi ojo”, uno de ellos incluso me cae muy mal como político, es el uruguayo Mario Benedetti y el otro es un cantor argentino que vive hace muchos años en Europa que se llama Alberto Cortez. Son simples en sus composiciones y le escriben a la vida, a los objetos que están próximos a nosotros y que concuerdan con mi manera de ver la vida, la amistad, el amor, los recuerdos. A continuación, transcribo un poema de cada uno de ellos:

 

En un rincón del alma  (Alberto Cortez): En un rincón del alma / donde tengo la pena / que me dejó tu adiós. / En un rincón del alma / se aburre aquel poema / que nuestro amor creó.

En un rincón del alma / me falta tu presencia / que el tiempo me robó. / Tu cara, tus cabellos, / que tantas noches nuestras / mi mano acarició.

En un rincón del alma / me duelen los «te quiero» / que tu pasión me dio. / «Seremos muy felices, / no te dejaré nunca, / siempre serás mi amor».

En un rincón del alma / también guardo el fracaso / que el tiempo me brindó. / Lo condeno en silencio / a buscar un consuelo / para mi corazón.

Me parece mentira / después de haber querido / como he querido yo. / Me parece mentira / encontrarme tan solo / como me encuentro hoy.

¿De qué sirve la vida / si a un poco de alegría / le sigue un gran dolor? / Me parece mentira / que tampoco esta noche escucharé tu voz.

En un rincón del alma / donde tengo la pena / que me dejó tu adiós. / En un rincón del alma / se aburre aquel poema / que nuestro amor creó.

Con las cosas más bellas / guardaré tu recuerdo / que el tiempo no logró / sacarlo de mi alma; / lo guardaré hasta el día / en que me vaya yo.

 

Por siempre (Mario Benedetti): Si la esmeralda se opacara, / si el oro perdiera su color, / entonces, se acabaría / nuestro amor.

Si el sol no calentara, / si la luna no existiera, / entonces, no tendría / sentido vivir en esta tierra / como tampoco tendría sentido / vivir sin mi vida, / la mujer de mis sueños, / la que me da la alegría…

Si el mundo no girara / o el tiempo no existiese, / entonces, jamás moriría / Jamás morirías / tampoco nuestro amor… / pero el tiempo no es necesario / nuestro amor es eterno / no necesitamos del sol / de la luna o los astros / para seguir amándonos…

Si la vida fuera otra / y la muerte llegase / entonces, te amaría / hoy, mañana… / por siempre… / todavía.

 

Miguel Aramayo

SCZ-24-11-2018

 

26 Abr

Viendo el infinito

Miro el mar como si estuviera en los acantilados de Escocia, es un mar bravo que muestra toda la furia que puede contener un océano. Es una tarde gris y yo estoy muy abrigado y con un sobrero de ala muy ancha, que puede protegerme de las gotas que esporádicamente llegan a querer rosar mi rostro. He caminado por una senda de los acantilados y he llegado muy próximo a donde las olas rompen, rompen con tanta furia y me he puesto a pensar. ¿Es Dios el que puede mover todo este poder de las aguas…?, es Él, ¿qué puede hacer que las mismas sean mansas como en las playas del caribe?, ¿o tan fuertes como las que golpean el acantilado en este momento…?

 

He continuado caminado alejado de las rocas, a prudente distancia para no provocar a las rocas que soportan el ímpetu de las olas. Camino por una angosta playa de arenas negras, que me separan de la furia, pero mi pensamiento queda fijo en tanto poder de la naturaleza. Transito con calma sobre esa arena, mis pasos son firmes y mi andar sereno, pero en mi mente los pensamientos golpean, casi con la misma furia que el mar azota a las rocas donde se estrella. ¡Todo mi pensar es en Dios…!, ¿cómo Él puede jugar con la naturaleza con el mismo vigor que puede utilizar con nosotros?, pero como sabe que somos débiles, tan inconsistentes, que Él, ¡se apiada de nosotros…! y nos trata de una manera benevolente.

 

Ver el mar como yo lo veo en este momento y observar que el horizonte también está nublado, cubierto de nubarrones que esconden el azul del cielo y no permiten que atraviese su espesor ni un rayo de luz, pero inclusive en ese aspecto que muestra el cielo y el horizonte, se puede apreciar la belleza de la naturaleza, que no requiere ni de sol ni de mucha luz para mostrar ¡lo bello!, ¡lo hermoso…!, que puede ser el gris que cubre el mar y que también en ese momento me engulle. Esos tonos de gris me permiten distinguir que yo también soy capaz de observar el poder de la naturaleza y la grandiosidad de Dios.  

 

Detengo mis pazos y me vuelco hacia el océano, me da la impresión de que las olas golpean con mayor fuerza contra las rocas, que las soportan. Distingo como el mar va creciendo a medida que se aproxima y observo como se alza en una inmensa ola y que al golpear contra la tierra se convierte en espuma, en blanca espuma que se queda flotando en la orilla y que después es engullida por la bajamar que la arrastra en espera de una nueva ola y nuevo golpe extraordinariamente fuerte, para repetir en eso una cadena sin fin, en un monótono vaivén de olas y espumas.

 

Mientras eso sucede con la naturaleza, mi espíritu también abarca mi cabeza y la humedad del golpear de las olas humedece mi rostro, el cual se enfría por la brisa que me acaricia con la misma frecuencia que el océano golpea la orilla, la orilla donde estoy parado, con los brazos en bandolera y las piernas firmes, observando el poderío de Dios y reconociendo la fragilidad humana, ante la naturaleza y el poder infinito del Dios que nos creó y nos protege.

 

Quien creyera, en este momento mi espíritu está en Escocia, frente a un mar bravío, y yo observando como Dios puede jugar con la naturaleza y también conmigo, que estoy físicamente lejos de Escocia y próximo a mi conciencia, que es la que me permite valorar mi debilidad ante tanta grandiosidad.

 

Miguel Aramayo

SCZ.18-11-2018

 

26 Abr

Uno o dos hombres

Era un hombre, que al verlo caminar y observar su postura cuando estaba sentado, daba la impresión de ser alguien mayor, que no superaba los sesenta años, pero al observar su figura y sobre todo sus canas, podías deducir que era alguien que había pasado la mitad de los setenta, pero escucharlo hablar era interesante, primero porque su timbre de voz, si cerrabas los ojos o no lo mirabas, daba la impresión de ser alguien que oscilaba entre los veinte y treinta, además su conversación era agradable. Si mirabas su rostro, se te presentaba otra sorpresa, el cutis estaba bien cuidado, no mostraba las arrugas que le correspondían a la edad que supusiste observando sus canas, tampoco era tan joven como denotaba su timbre de voz. Mostraba una cara dulce bien definida, sus ojos eran claros y brillantes, sus labios ni gruesos, ni delgados y su expresión sonrisa, sus orejas algo grandes, pero con una forma agradable y concordante con su fisonomía, su mentón completaba un rostro agradable.

 

Todo la descripción que hago del individuo que estoy observando, es porque me interesó verlo sentado en un patio, bajo un alero y muy cerca de la sombra de un mango que todavía carga algunos frutos, a un costado se observa el mesón y una parrilla con gran chimenea y a un lado algunos colgandijos propios de un lugar como ese, pero algo extraño, también me percate que sobre un mesón al lado del lavamanos había una jaula, una jaula con cuatro canarios amarillos, pero extraño ver que esos pajaritos dejaban escuchar un piar muy débil y ningún gorjeo. Junto a sus pies un perro con aspecto de buldog, silencioso y notoriamente flojo y manso.

 

El hombre al que describí y el ambiente que relaté, puede ser que sean la base para contarles una historia, pero mientras busco la inspiración y los argumentos para incorporar, quiero decirles que yo soy un tipo incorpóreo y por lo tanto soy invisible, sin querer que me vean como un fantasma, pero soy lo suficientemente perceptivo, como para poder describir minuciosamente, todo lo que está a mi alrededor, sobre todo creo tener la capacidad de poder analizar los lugares, los animales y las personas que observo y los objetos que están alrededor de lo auscultado por mi visión y mis sentidos, porque no todo entra por la vista hay cosas que se perciben por otros sentidos.

 

Asumo este aspecto invisible para tener la libertad de opinar sobre todo lo que me rodea, sin despertar la suspicacia de las personas que después leerán mis opiniones, mis relatos y habrá alguien que dirá que tengo la facilidad de mentir o por lo menos falsear los acontecimientos. Eso no interesa para lo que les describo en este momento, pero les puede dar la posibilidad de que ustedes también puedan formarse un concepto de cómo soy o como creo que soy.

 

Creo que con esta aproximación tienen elementos suficientes como para poder catalogar al hombre que observe, que con la forma como lo describo solo faltaría decirles cuánto calza, su estatura y peso, para que ustedes le pongan un nombre y apellido. Al mismo tiempo creo que tienen los rasgos que definen al hombre invisible que se describe y también ustedes podrán ponerle nombre y apellido. Muchos podrán identificar el lugar descrito, pero los que no lo conocen se lo podrán imaginar.

 

Espero haberlos distraído con este juego de palabras y sobre todo haberles quitado el tiempo, para invertirlo en la lectura, que además de divertir nos instruye.

 

Miguel Aramayo

SCZ.16-11-2018

 

26 Abr

Detector de mentiras

El cuento de Pinocho, relato del niño a quien se le crecía la nariz cada vez que mentía, pero mi madre tenía otra forma de descubrir cuando yo le mentía, por algo extraño, ella llegaba a ver pasar caballos a toda velocidad por mi frente, es decir que mi frente se presentaba como si fuera una pantalla de televisión, cuando mentía se iluminaba en forma tenue, yo no lo notaba, pero mi madre sí, ella me decía: –No seas mentiroso. –Lo estoy viendo en tu frente. –Me estás contando historias, creyendo que soy cotuda. O directamente me encaraba diciendo que “un pajarito le había contado la verdad”.

 

Esta mañana leyendo las noticias, encontré la que relataba de unos científicos españoles que habían hecho un descubrimiento, el mismo se podía considerar el mejor detector de mentiras, este sistema es más exacto que el famoso polígrafo, casi infalible, con muchas pruebas realizadas.

 

A continuación, les hago una transcripción de lo leído, con muy pocos cambios de mi ingenio: Los científicos de la Universidad de Granada. Investigadores, pertenecientes al Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC) de la UGR, han diseñado el modelo de laboratorio más exacto hasta la fecha para averiguar si una persona miente o dice la verdad. Este sistema, basado en la técnica de la termografía, toma como base el denominado “Efecto Pinocho”, según el cual cuando un sujeto miente la temperatura de su nariz desciende, y la de la frente aumenta, entre otros cambios térmicos faciales.

 

La termografía ofrece un nivel de exactitud de hasta el 80% (un 10% más que el polígrafo). El investigador principal de este trabajo, Emilio Gómez Milán, apunta que, las dos regiones de la cara claves para medir este “Efecto Pinocho” son la punta de la nariz y la frente. “Cuando mentimos, la temperatura de la punta de la nariz desciende entre 0,6 y 1,2ºC, mientras que la de la frente sube entre 0,6 y 1,5ºC. Cuanto mayor sea la diferencia de cambio de temperatura entre ambas regiones de la cara, más probable es que esa persona esté mintiendo”, apunta el experto.

 

La razón de este fenómeno es bien sencilla. Cuando alguien miente, se produce una respuesta emocional en su cuerpo, la ansiedad, que se manifiesta en la temperatura de la nariz. “Pero también se produce una respuesta cognitiva, porque para mentir tenemos que pensar, planificar nuestras excusas, analizar el contexto…, y esto nos provoca una carga cognitiva o una fuerte demanda de control atencional que se traduce en un aumento en la temperatura de la frente”, explica Gómez Milán. Dicho de otro modo, señala el autor, “para mentir hay que pensar, y por eso aumenta la temperatura de la frente, pero también nos ponemos nerviosos, algo que provoca un descenso de la temperatura de la nariz”.

 

Han pasado tantos años desde que se escribió el cuento de Pinocho, (Pinocchio en italiano) es la marioneta de madera protagonista del libro “las aventuras de pinocho”, escrito por Carlo Collodi, seudónimo de Carlo Lorenzini (Florencia 1826-1890), y publicado en un periódico italiano entre 1882 y 1883. La historia cuenta que cuando este muñeco le mentía a Geppetto el carpintero que lo creo y que por lo tanto era su padre, a Pinocho se le crecía la nariz. Hace más de 60 años mi madre decía que observa en mi frente pasar caballo a toda velocidad, cuando yo mentía, porque mi frente se iluminaba como si fuera una pantalla y en ese entonces no se conocían las pantallas.

 

Seguramente las madres de esos científicos españoles tenían referencia de Pinocho y los caballos en la frente, por eso hicieron sus experimentos basados en la forma como se conocía antes a los mentiros, ahora logran demostrar científicamente ese método.

 

Miguel Aramayo

SCZ.12-11-2018

 

26 Abr

El ser feliz

No importa ni el celular, ni el teléfono, ni la misa, ni los recuerdos. Hay pensamientos más fuertes que impiden todo recuerdo. Es un dominio de orgullo, es el poder de la mente, es algo innato, algo genético. Algo que no permite dar rienda suelta a los sentimientos, es él temor al dolor, es el asco a la realidad y el pánico al pecado.

 

Pienso que uno puede ser feliz con muy poquitas cosas, con cosas muy simples, con una caricia, un pase sutil sobre una mano volcada, un beso en la frente. Y con un poco de coraje, un abrazo bien apretado, que te permita el contacto íntimo y en ese momento un beso que exprese amor, no un simple beso, no un simple amor, algo con pasión, algo con ternura, con recuerdos del pasado.

 

Estoy seguro que es muy fácil ser feliz, siempre que uno quiera compartir esa felicidad, pero si uno siente que esa felicidad no es compartida, también se puede cambiar de rumbo, pero eso si puede doler, pero como el universo es vasto y con un poco de paciencia, creo que se puede encontrar a alguien que quiera compartir la felicidad que uno lleva interiormente y que precisa de entendimiento.

 

Un refrán dice: “Quien busca encuentra”. La literatura está impregnada de refranes, baste como ejemplo el del Sancho Panza, compañero inseparable de Don Quijote que le dirá en uno de sus diálogos con él «Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todas son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas «.

 

Creo que es bueno hacer un alto en el camino, “porque es andando que se arregla la carga”. “A barco despistado, Dios encuentra puerto”. “De oportunidades perdidas se encuentra llena la vida”. “El que de lo suyo se aleja, nunca lo encuentra como lo deja”. “La suerte no es para quien la busca, es para quien la encuentra”. Y son muchos, muchos más los refranes y todos ciertos, con gran sabiduría y que vienen al caso.

 

Para encontrar la felicidad no hacen falta refranes, lo que creo que uno necesita es con quien compartir las penas, las tristezas, pero mucho más importante es compartir las alegrías los recuerdos plagados de bellos momentos, esos recuerdos que inundan nuestro espíritu de comunes anhelos que hacen retornar a nuestro cuerpo las sensaciones del pasado, las que nos hicieron tan felices.

 

¡Creo que es muy fácil ser feliz, porque la felicidad solo depende de uno!

 

Miguel Aramayo

SCZ. 11-11-2018

 

26 Abr

Perro

 

Me sentía perro, era una sensación extraña, estaba seguro que era un perro vulgar y corriente, nada de pedigrí, ni ninguna otra mariconada de rosones o perendengues. Me sentía como un perro y mientras deambulaba por mi casa, triste y desolado se me ocurrió pasar por un espejo. ¡a la mierda…! ¡que sorpresa…!, retrocedí pensando que era una simple ilusión óptica y no era así, era un perro, un perro cualquiera, que ni siquiera sabía reconocerme yo mirándome al espejo. Me recosté encogiendo mis cuatro patas y dejando reposar mi pecho y mis genitales sobre la alfombra, me quedé mirándome al espejo. Noté que mis orejas se quedaron flácidas y se estiraron hasta tocar la alfombra donde está el saldo de mi anatomía, con el hocico apegado a la alfombra, todo húmedo porque era una forma de completar el aspecto de tristeza.

 

Mi mirada estaba fija observando el espejo que tenía en frente mío, mi expresión era de tristeza absoluta y sorpresa extraordinaria. Me miraba y mientras observaba, me preguntaba: ¿Es verada lo que veo?, ¿en realidad soy un perro?, o ¿es simplemente una ilusión óptica? Por el estado de ánimo que atormenta mi alma, todos los pensamientos tenían un tinte de pesimismo. Estando así se me ocurrió cerrar los ojos y dejar de mirar ese espejo que me atormentaba y en mi interior me vi alto, fornido, muy bien dotado, de cabello castaño de ojos verdes y se borró la imagen de que era un vulgar perro.

 

No sé cuánto tiempo estuve tendido en la alfombra, frente del espejo que me atormentaba con la imagen que reflejaba. sintiéndome y observándome como un simple animal doméstico, cuando en realidad soy un hombre buen mozo, inteligente y con todos los atributos que pueden ser apreciados por cualquier bella mujer y no un simple perro, que lo máximo que puede pretender es una perrita fina y mimada, una Jack Russell Terrier.

 

Alguna vez escuché o leí la expresión de “sentirse como un gusano”, por suerte mi sensación no llegó a tan bajo nivel y sentirse perro, creo que a cualquiera le puede suceder eso en algún monto de su existencia, pero uno debe ser lo suficiente valiente para superar esa situación y en lugar de sentirse de cuatro patas y arrastrándose con la mirada triste, el hocico mojado y la cola entre las piernas, es preferible darse ínfulas de grandeza y de esa manera subir el ánimo y sentirse superior.

 

Al analizar la expresión de “sentirse gusano”, me imagino que así se sienten los políticos cuando pierden una votación, pero por suerte no es mi caso.

 

Miguel Aramayo

SCZ.09-11-2018

9 Nov

Fabiana en tu cumpleaños

Los años pasan al ritmo que Dios lo impuso y por lo tanto, cada nuevo año tu vida será diferente, pero para mi corazón y mi mente, ¡seguirás siendo mi Hormiguita Colorada…!

Por más que pasen los años y vos sigas avanzando y progresando en conocimientos y belleza, seguirás en mi recuerdo como la mañana que estaba brava o como el día que lograste asustarme escondiéndote.

 

Son tantos y tan lindos recuerdos del tiempo que hemos compartido, que todo eso es parte de mi riqueza, lo que me da la felicidad de la que disfruto.

 

Muchas felicidades.

 

Miguel Aramayo

SCZ.24-10-2017

 

 

9 Nov

Veo un mar, veo un cielo

¡Hay amor…! Veo un mar, veo un cielo, escucho los pájaros cantar, siento el aroma de las flores, el ruido que deja un rio al pasar. Y mis recuerdos traen a mi mente el color de tus ojos, el viento trae a mis labios, el sabor de tus besos y siento que mi cuerpo no es mío, que flota en la inmensidad del infinito y mi corazón se eleva entre las nubes. Y no parece que soy yo, ni parece que tu recuerdo se hace difuso ante tanta inmensidad, todo es grande, todo es hermoso, todo es profundo, todo se eleva al infinito. Sólo nosotros somos algo pequeño, algo que engulle ese infinito, que es algo que nos imaginamos en función del amor que llevamos dentro. ¡Si…! De ese amor que parece poquito, que parece chiquito, pero que alguien se puede imaginar que es nuestro que lo hicimos nosotros de poquito a poco, sin darnos cuenta, con sólo pensar que nos queremos, fuimos creando ese universo de mar, cielo, flores, colores, sabores y aromas.

 

Siempre he querido escribir algo, que sintetice en pocas palabras todo lo inmenso de mis pensamientos, que logre expresar en palabras algo que para mí es divino, es grandioso, que es el amor que llevo adentro de mí y que se derrama en cascadas, pero tan grandes que no me explico ¿dónde está el rio que alimenta mis ilusiones y que hace que mi mente pueda expresarse de tal manera que exteriorice lo que llevo adentro?

 

Decir que “cures mi corazón partido”, son palabras sin sentidos, decir “bésame mucho”, quizá pueda expresar algo más, pero me duele pensar que “sus ojos se cerraron” o qué “siento celos hasta del pensamiento que pueda recordarte otra persona amada”. Pueden todas las músicas más bellas expresar sentimientos, pero ninguna de ellas tendrá la capacidad de decir todo lo que realmente siento, lo que llevo tan adentro de mi alma, y que abarca todo lo que es mi corazón y que enloquece mi cerebro en busca de algo que puede decir con palabras lo que albergan mis sentimientos.

 

Muchas veces he repetido en el curso de mi vida un pensamiento que expreso así. “Si soy así, ¿Qué voy hacer?, ¡nací buen mozo y embalado para el querer…!”. También retorna a mí la poesía, que siendo de autor anónimo la siento tan mía, como si yo la hubiera creado y de alguna manera expresa lo que siempre sentí: “Mi tristeza, mi alegría, mi incredulidad, mi fe, mi pobre melancolía, por lo que me salvaré. Dime tu niña mía, que después te cambiaré por otra niña más fría, para cambiarla después. ¡Me muero porque me quieran!, pero ¡nunca lo diré…! Y después de todo qué, ¿morir para que me quieran? ¡qué me quieran…! ¿para qué? Aquel gran amor de un día, volverá Y yo no estaré. Y después de todo ¿Qué?, ¡Aquel pobre amor de un día…!

 

Miguel Aramayo

SCZ.24-09-2018